2018, hasta las proyecciones para 2019

Proyecciones económicas y comerciales que impactan las operaciones de comercio exterior

2018 fue un año muy significativo para la comunidad importadora y exportadora, entre otros factores, por la entrada en vigor de la transmisión del CFDI y el complemento de comercio exterior; la imposición de aranceles al acero y aluminio mexicano por los Estados Unidos de América (EUA), y la represalia comercial con la que nuestro país respondió; la reforma a la Ley Aduanera; la polémica actualización del TLCAN; la promulgación del CPTPP, que materializó al TPP, etc.; temas que seguirán haciendo eco.

Es por ello que diversos especialistas presentan puntos de vista no solo de lo sucedido, sino de lo que debemos esperar en esta materia.

Preámbulo

El año pasado la colaboración para IDC se tituló “2018, incertidumbre, luces y sombras”, y no está por demás, afirmar que efectivamente así fue. Antes de considerar lo que acontecerá para 2019, haré un resumido recuento de lo sucedido.

Nos quedaron a deber, esa puede ser la gran conclusión de la última administración, pero igualmente de otras tantas. Año tras año, administración tras administración, legislatura tras legislatura, se plantean las mismas preguntas: ¿hasta cuándo podremos decir que tenemos un buen desarrollo como país?

Igualmente, los agentes económicos, los analistas, las empresas, incluso los medios de comunicación expresan después de alguna elección, posterior a un informe presidencial, o al término o cambio de gobierno, que no se entiende a nuestros políticos. Pero es mejor decir que estos no comprenden a sus ciudadanos. Un día mandan un mensaje claro en el sentido de que la prioridad como país es el crecimiento económico; y al otro argumentan que no existen acciones y elementos que contribuyan a la consolidación de los cambios; y otro, que los planes no se cumplirán por factores externos, por culpa del Banco de México, porque el neo-liberalismo fue contraproducente y hay que reconformar el sistema.

Esto lo comento porque los políticos, dependiendo del humor o de la situación, dicen que vamos muy bien, que se van cumpliendo casi todos los compromisos asumidos –incluso en campaña–, que deben rehacerse las reformas y llevarse a cabo una nueva transformación… ¿? lo que ello signifique.

Cuestión de enfoques, como dice el dicho popular. Es acertado señalar que se hicieron reformas, pero serían para crecer a tasas superiores al 2 %, y se dijo hasta un 5 % al fin del sexenio pasado y ahora se nos enfoca a crecer mínimo al 4 %; cuan lejanas quedan las promesas.

Se externó que el empleo aumentaría y, efectivamente se registró una mejoría; por número de empleos, correcto, pero no por nivel de ingreso salarial en los que fueron creados o registrados ante el IMSS. Las nuevas plazas laborales están con salarios bajos, no con los particularmente elevados como en años anteriores, lo que ha hecho que la masa salarial se haya contenido, en vez de aumentado.

Hay dos cosas que nos quieren resaltar del sexenio anterior. La primera se refirió a la reforma hacendaria para el fortalecimiento de los ingresos tributarios, no así para la competitividad de las empresas ni para que la base de contribuyentes se ampliara... la informalidad crece, crece y crece al grado de que INEGI ha indicado que un 56 % de los trabajadores mexicanos se encuentra en la informalidad o lo hace de manera propia. Lo segundo que se nos enfatiza –como antes y ahora en el nuevo gobierno– es mantener la disciplina financiera para los gobiernos estatales y municipales, mediante sistemas y programas de transparencia… que al final no sirvieron ante casos como los de despilfarro público de exmandatarios, como tampoco se percibe con la neo-centralización del poder, del gobierno entrante.

Balance del 2018

Ese año culminado, como el sexenio pasado, mostraba al principio signos alentadores porque los cambios se hicieron por convocatoria y convencimiento, no por imposición –como ahora se advierte, con decisiones predefinidas por consulta popular–, pero lastimosamente el final se volvió desmoralizador ante la ausencia de autocrítica –que también ahora se percibe–, al combinar hartazgo social por: el gasolinazo; la inseguridad e intranquilidad de los mexicanos en muchos lugares del país; la evidente corrupción y carencia total de transparencia, por haberse privilegiado el compadrazgo –que aún se percibe en la designación de titulares de dependencias u organismos descentralizados– y, por el dispendio de recursos en promoción antes y ahora.

En lo político, sobresale el abrumador triunfo del actual partido gobernante. Esto no solo por el nivel de participación ciudadana y obtener la mayoría de los puestos federales, estatales y municipales de elección popular, sino también por el cambio de paradigmas en las políticas económicas, de inversión, de impulso al desarrollo que, al igual que en el 2018 o los acuerdos en los inicios del sexenio pasado, despiertan incertidumbre en más de uno.

En la parte económica, el crecimiento del PIB fue nuevamente inercial, en el rango histórico por lo menos desde hace 20 años del 2 % o si se quiere decir de otra forma, muy por debajo de la propuesta inicial del gobierno saliente de alcanzar hasta un 5 % por efecto de las reformas emprendidas en los años anteriores.

Enfrentamos contracción petrolera, inflación superior al objetivo de Banco de México del 3 %, pues terminamos el 2018 en el rango del 4.6 y 4.8 % (eso sí, reconociendo, que fue menor al nivel de casi 6 % del año precedente). Las tasas de interés, igualmente al alza, por presiones inflacionarias y por supuesto por seguir en sintonía con los movimientos de política monetaria de los EUA.

La inversión pública, tan necesaria, no mostró recuperación, aunque a todas luces vimos incrementado el gasto burocrático, administrativo y de publicidad porque era año electoral; menor inversión y más gasto que no derivó en mayor bienestar de la sociedad pero, eso sí, develó los altos niveles de corrupción y dispendio.

Afortunadamente, no registramos crisis ni recesión, y aunque con altibajos, las exportaciones manufactureras tuvieron un desempeño positivo; por ejemplo, las empresas IMMEX pueden estar cerrando 2018 con exportaciones cercanas a los 250 mil millones de dólares. Importante este monto porque las ventas al exterior de esas compañías representan un 59 % de las exportaciones totales del país y un 65 % de las exportaciones manufactureras. Aun, en este y otros sectores de la economía mexicana, no se ha viralizado –valga la expresión– el efecto de la reforma fiscal de los EUA, como tampoco impactado la renegociación –aún pendiente aprobación– del nuevo tratado trilateral.

No caímos en recesión, afortunadamente, en parte porque las manufacturas vinculadas a la exportación no disminuyeron (como las de las IMMEX); se contuvo su desaceleración aunque, siendo realistas, será el sector y la actividad que más se vea afectada.

Entorno económico para el 2019

Hay varias cosas en las que habrá de estar atentos. Un punto para estimar, aprovechando la mención de las IMMEX, es la doble combinación de medidas tributarias: por un lado el efecto en EUA por la reforma fiscal iniciada a principios del 2018 y, mediante reducciones en el IVA e ISR y el aumento al doble de los salarios mínimos, dentro de una franja de 25 kilómetros hacia adentro de nuestro país y siendo beneficiados 43 municipios. Esa doble estrategia de los gobiernos mexicano y estadounidense habrán de evaluarse para determinar el costo de la integración de las cadenas productivas; el de contratación y formación de personas –incluidos los jóvenes– mediante becas por un año para “aprendices”.

Otro elemento, vinculante a cualquier actividad económica, ya no solo para las firmas exportadoras, vuelve a ser la logística. No bastará la (in)definición o puesta en marcha del T-MEC, pues EUA aún no ha cancelado las medidas proteccionistas para sus importaciones de acero y aluminio. Así, la competitividad de las empresas, pero también de las instancias del gobierno ante la descentralización administrativa y los proyectos de modernización de refinerías, hacen necesaria la eficiente movilidad de personas y transportes.

Para el país e IMMEX los factores más importantes en 2019 serían:

  • el crecimiento de la economía mundial, que pudiera estar entre 3.0 y 3.4 %
    el aumento de la economía estadounidense, entre 2.4 y 2.7 % y que, esperemos, genere un efecto de arrastre para la mexicana, cuando menos para nuestras exportaciones
  • México se estima que crezca entre 1.9 y 2.4 % dependiendo de la reacción por el programa para zona fronteriza, adecuada implementación del presupuesto federal, impulso a la inversión pública y certeza a la continuidad de los proyectos de inversión privada en infraestructura, energía, etc.
  • para el tipo de cambio, el piso de la cotización se ubicaría en el rango de 20 y 21.2 pesos con posibilidades de que la volatilidad, especulación y nerviosismo lo lleven hasta los 22.6 pesos por dólar
  • el fomento a la inversión, pública y privada: la primera será por gasto estimado para las refinerías; por ejemplo, la privada nacional y extranjera con elevada incertidumbre y reticencia si las señales emanadas del gobierno continúan siendo poco afortunadas

Se preguntará más de uno por qué el crecimiento en México pudiera ser bajo e incluso menor al 2 %. Aparte de los puntos mencionados, hay otros a conceptualizarse. Uno es que históricamente todo nuevo gobierno tiene bien definida la mecánica para asignar ágil y oportunamente los recursos públicos. Si a eso sumamos el desmantelamiento de los puestos operativos en prácticamente todas las dependencias y el consecuente costo de aprendizaje, dificultará alcanzar un buen nivel de operación diaria por los nuevos funcionarios. También debe considerarse que sigue el proceso de aprobación o no del T-MEC, tanto por el ambiente político en EUA ante la modificación en su Cámara Baja, como en nuestro país por la salida del equipo negociador.

Por último, en el 2019 la promoción de un ambiente competitivo presenta una suerte de paradoja, que consiste en que para lograrlo y para que opere dinámicamente, se necesita la intervención del Estado con evidentemente la participación de la iniciativa privada. El debate está abierto, no en cuanto a la necesidad de la competencia, sino respecto de algunos cuestionamientos que son interesante hacerse: ¿qué tanto mercado es necesario para lograr la competencia? ¿qué tanta intervención pública se requiere, o cuánta liberalización o desregulación son indispensables para el logro de este propósito?

Es vital mencionar que, de acuerdo con la teoría económica, el Estado puede jugar un papel importante para inducir una asignación eficiente de recursos y maximizar el bienestar social sí se limita a intervenir en las áreas en las cuáles se justifica plenamente su participación. Sin embargo, lo que se está percibiendo con el nuevo gobierno no es precisamente favorecer la competencia, por el contrario, que se dirija por el propio Estado el rumbo económico, por lo menos y hasta ahora en lo que se refiere al sector energético.

Sobre este último sector, para 2019 y los cinco años siguientes, el que el Estado sea propietario de empresas productoras de bienes privados es una de las distorsiones más importantes que puede generarse en cualquier economía, porque se constituyen o pueden transformarse en monopolios legales que reducen la competitividad al no hacerse una asignación eficiente de los recursos; que no se olvide que el Estado regula, norma y dispone de los recursos, y eleva los costos de transacción que conllevan a formalizar la actividad económica.

Es primordial enfatizarlo porque la empresa gubernamental, a diferencia de la privada, no tiene incentivos económicos –que conduzcan a maximizar las utilidades– sino políticos, que tienden a reflejarse en imperfecciones en los niveles de producción, precios e intensidad en el uso de cada factor productivo.

En suma, nos quedaron, nos quedan aún a deber.



El nuevo acuerdo entre México, EUA y Canadá es visto como una gran oportunidad en el ámbito económico para la región de Norteamérica, dado que aumentará la confianza de las empresas y los inversionistas al preservar un comercio estable. Ante ello, es importante el análisis de los posibles impactos que pueda tener el T-MEC en el panorama comercial de México, a través de sus modificaciones más notables, con la finalidad de tener una perspectiva más amplia del mismo.

Tras más de un año y ocho rondas de renegociaciones se logró renovar el TLCAN, el cual fue renombrado como USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement, por sus siglas en inglés), y que continuará vigente con diversas modificaciones y con los tres miembros originales: EUA, México y Canadá.

Pasaron 13 meses y medio para que los países involucrados firmaran uno de los acuerdos con más peso económico en el continente. El T-MEC dará inicio a una nueva etapa en la relación comercial entre los integrantes. Aun cuando es una buena decisión de cara a ser aprobado por el congreso estadounidense, el instrumento tiene temas que deberán revisarse para darle certeza hacia el futuro, ya que aunque fortalece la plataforma industrial de América del Norte y garantiza que el comercio sea más sencillo y predecible, también hace que sea menos libre que en el marco del TLCAN original.

Reglas de origen

Uno de los principales cambios se dará en el sector automotriz, como respuesta al déficit de la balanza comercial que EUA tiene con México.

Las restricciones impuestas por el gobierno de Trump en lo que se refiere a que la producción automotriz de la región se dio sin considerar las posibilidades de una pérdida menor de competitividad y no en mayores niveles de producción en su territorio. Y precisa las características que contempla el nuevo acuerdo para la exportación de vehículos a EUA con arancel cero, el:

  • 75 % de su valor deberá ser de alguno de los países del T-MEC en contraste con el TLCAN que exigía 62.5 %
  • 70 % del acero y aluminio del auto deberá provenir de la región, y
  • 40 % del valor del automóvil (y 45 % en camionetas) será elaborado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora

Es posible que la mitad de los modelos fabricados en el país probablemente no van acatar estos requisitos y por ello, no se beneficia del arancel cero, pero podrán ser exportados con un arancel de 2.5 % de Nación Más Favorecida, de la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que no representa una pérdida de competitividad en la manufactura de autos mexicanos. Asimismo, para comercializar libre de arancel productos de la industria del acero, de confección y electrónica también debe observarse un mayor contenido regional, aunque resulte más costoso adquirir algunas materias primas en la región.

En el capítulo laboral los negociadores mexicanos se comprometieron a aprobar un marco legislativo que garantice la libertad sindical, además de la ratificación de los acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Si bien las reglas están consideradas para su aprobación como parte de nuestra reforma laboral, incluirlas en el tratado da la pauta a que EU promueva prohibiciones comerciales o vetos en contra de empresas mexicanas bajo el argumento de que no asumen lo establecido en el nuevo acuerdo.

En textiles, se exigirá que el hilo de coser, la tela para los bolsillos y los elásticos que contengan una prenda de vestir sean originarios de la región de América del Norte. Para bienes textiles confeccionados se requiere que las telas impregnadas o recubiertas (plástico) también sean originarias de la misma.

Para los aparatos electrónicos, las reglas de origen para la fabricación de televisiones y manufacturas eléctricas como lámparas, anuncios, letreros, cuadros y consolas fueron cambiados acorde a las tecnologías actuales y para facilitar el lenguaje técnico de las mismas, refiere el documento. En este sentido se eliminaron opciones de cumplimiento inoperantes por los avances tecnológicos, pero se mantienen las reglas denominadas como “salto arancelario”, o Valor de Contenido Regional (VCR) con variación en sus porcentajes.

En tanto, para algunos productos manufacturados intensivos en acero (autos, lavadoras, muebles, estufas, entre otros) se requiere que entre el 65 % y 75 % de este metal provenga de la región. Para ello se establecieron periodos de transición para su implementación, que van de dos a cinco años, dependiendo del bien. Para otros de vidrio y titanio se modificó la regla de origen en busca de un mayor contenido de la región, “fomentando encadenamientos productivos” entre las industrias de la región del tratado.

En el contenido regional de químicos se flexibilizan reglas específicas y son más claras, atendiendo las necesidades de la industria. Además, se incluyeron reglas de origen alternativas relativas al cumplimiento de procesos químicos para conferir origen (reacción química, purificación, mezclas, cambio en tamaño de partícula, estandarización de materiales, separación de isómeros y procesos biotecnológicos).

El T-MEC preservará un mecanismo de resolución de controversias comerciales por el que Canadá pugnó, pues permite que cualquiera de los signatarios pueda solicitar la conformación de paneles binacionales independientes cuando sientan que son víctima de decisiones comerciales desleales por parte de otro miembro del acuerdo.

El acuerdo será ratificado por una duración de 16 años, y se someterá a una minuciosa revisión cada seis años, lo cual no sucedía con el TLCAN, razón principal por la que la renegociación tuvo lugar, ya que a más de 20 años de su entrada en vigor, requería una actualización.

Por otro lado, se acordó acatar los tipos de cambio marcados por el mercado y no hacer manipulaciones cambiarias. De igual manera, se refrendó el compromiso de combatir a la corrupción.

Es relevante que por primera vez se incorporen compromisos específicos para proteger a los trabajadores de la discriminación de género, y se incluya un anexo que busca concretar las reformas a la constitución federal para brindar certeza sobre el marco legal aplicable en materia de representación de los trabajadores y negociación colectiva en el país.

También se presentó una reforma para que los trabajadores puedan elegir libremente a sus dirigentes sindicales, con voto universal, secreto y directo, que deberá establecerse –de manera obligatoria– en los estatutos de cada organismo gremial (Ballina, 2018).

La periodicidad de las elecciones en cada organismo gremial deberá ser menor a seis años, señala la iniciativa.

El tratado incluye un capítulo que, busca desalentar a México y Canadá de profundizar sus relaciones comerciales con China y otras economías de no mercado. En este se obliga a los socios a notificar a sus pares 30 días antes de firmar un acuerdo con una economía que no sea de libre mercado, para permitir su revisión y el análisis del impacto en la relación comercial de los norteamericanos.

Panorama para México

Si bien el T-MEC incorpora nuevas disposiciones que fortalecen la plataforma industrial de América del Norte y garantizan que el comercio entre los tres países sea más sencillo y predecible, la realidad es que solo resta competitividad para nuestro país.

El acuerdo trilateral dejó a México en una posición más débil dado que ante el apuro de su concertación antes del cambio de gobierno se tuvieron que hacer concesiones importantes en puntos donde en un principio no se estaba dispuesto a ceder, particularmente en la industria automotriz, en la que las nuevas reglas beneficiarán más a la producción de EUA y Canadá.

La nueva versión del tratado tiene un poder limitado como instrumento que promueve las inversiones entre los socios, tal como lo hacía el original, más bien lo que hace es alentar a los inversionistas a elegir al mercado de los EUA en lugar del de sus socios. Lo anterior se logra con límites claros en el capítulo de solución de controversias Inversionista-Estado, que ya no aplicará como mecanismo para los inversionistas de todos los sectores sino concretamente para la industria de telecomunicaciones, energía, e infraestructura.

Se creé que el acuerdo comercial al que llegó México con sus socios no impulsará al alza las expectativas de crecimiento para nuestro país. Más bien, solo ayudó a que no se concretaran los peores escenarios para el desempeño económico, y estos serían una clara presión a la baja.

Los inversionistas mantienen cautela sobre las políticas económicas que aplicará la nueva administración de López Obrador, pese a reconocer esfuerzos de conciliación con la iniciativa privada de parte del equipo de transición. De igual forma el endurecimiento de las políticas fiscal y monetaria ha cumplido el objetivo de retomar la tendencia de salud en las finanzas públicas y de enfrentar la presión sobre los precios generales. No obstante, no hay elementos en la actividad productiva que permitan suponer una aceleración de algún sector económico. Más bien, vienen produciendo muy cerca de su tasa de crecimiento potencial, que es de 2.5 %, ligeramente debajo. Por tanto, hay espacio para que el FMI revise a la baja su previsión de crecimiento para México, que en julio estaba en 2.3 %.

Para el mercado, la alta popularidad de AMLO podría otorgarle la oportunidad única de avanzar en reformas necesarias para acelerar la actividad económica y derramar en la sociedad los beneficios. Sin embargo, no hay elementos que permitan anticipar cómo aprovechará su capital político ni cómo se desenvolverá a nivel comercial.

Algo de lo rescatable del T-MEC es que el sector agroalimentario mexicano quedó blindado, al ser eliminados los aranceles, cuotas compensatorias y demandas antidumping para los productos, coincidieron expertos en la materia. Puesto que la cláusula de estacionalidad fue eliminada del tratado trilateral (Notimex, 2018).

Para el sector farmacéutico nacional el T-MEC retrasará la fabricación de fármacos biotecnológicos efectuada a partir de células vivas (proteínas y azúcares, etc.) modificadas mediante ingeniería genética que han demostrado ser más eficaces en el tratamiento de enfermedades graves.

Para las firmas farmacéuticas se previeron periodos de 10 años de exclusividad para medicamentos biológicos, es decir, para los elaborados a partir de células vivas y que marcan tendencia en el futuro de esta industria (artículo 20 del acuerdo). Esto significa que tendrán la exclusividad para su desarrollo, fabricación y distribución, lo que retrasará la posibilidad de abatir los costos para su venta a precios más accesibles en México impidiendo beneficiar a un mayor número de pacientes o realizar otras inversiones.

Mientras duró la negociación del TLCAN, EUA presionó a sus socios comerciales con la amenaza de aplicar aranceles, situación que fue contestada con medidas similares. Esas acciones implementadas por Donald Trump desde mediados de 2018 no han quedado resueltas del todo en el T-MEC y perjudican de manera importante a México con tarifas al acero y aluminio del 25 % y de 10 %, respectivamente.

Esas condiciones dejan a nuestra nación en posición vulnerable pues han hecho que disminuyan las exportaciones de acero y aumente la importación de metal norteamericano en el país. Esto ha significado que a México le sea más caro vender su propio acero, que comprarlo a EUA, lo que a final de cuentas merma las ganancias sobre este rubro. No obstante, algunos analistas creen que el impacto macroeconómico será prácticamente residual porque el acero y el aluminio suponen solo el 2 % de las exportaciones totales mexicanas a EUA por lo que se calcula solo un costo de la medida en alrededor de 2.000 millones de dólares.

Bajo este marco y como si fuera poco, el Departamento de Comercio de Canadá también decidió imponer un arancel de 25 % a algunos productos acereros, que se creé que tendrán un impacto de 200 millones de dólares en el ramo nacional (El País, 2018). El gravamen afectará a productos como la tubería para el sector energético y alambrón, insumos que representan 80 % de la actividad siderúrgica en el norte de México (Alavez, 2018).

Reflexiones

El T-MEC, incrementa el proteccionismo en América del Norte. Si bien esta nueva versión del tratado de América del Norte reduce la incertidumbre, en realidad no la elimina, toda vez que algunos de sus cambios pueden tener impactos perjudiciales al comercio, a la inversión, o incluso a las cadenas de valor.

El T-MEC puede ser un pequeño retroceso en la integración económica de la región, sobre todo cuando se le compara con el TLCAN. Además, se considera que el acuerdo comercial al que llegó México con sus demás socios no impulsará al alza sus expectativas de crecimiento, puesto que solo ayudó a que no se concretaran los peores escenarios para el desempeño económico. Es por esto que nuestra nación debería hacer estrategias desde su política económica que le permitan aprovechar las ventajas que le brinda el T-MEC en su sector externo, así como minimizar los impactos negativos que también generará, sobre todo creando una política industrial que de mayor competitividad al país.


Mucho se ha hablado de las reformas y adiciones en el acuerdo comercial que dará origen al T-MEC, en materia laboral, derechos de propiedad intelectual, agricultura, comercio digital, reglas de origen (en el sector automotriz), etc., pero poco se ha comentado sobre la creación de los Anexos Sectoriales (dentro del Capítulo 12) en donde se contemplan nuevos sectores sensibles adicionales a los ya existentes, entre ellos los productos relacionados con las tecnologías de la información y comunicaciones, farmacéuticos, dispositivos médicos, productos cosméticos y sustancias químicas.

De acuerdo con los resultados de la modernización al acuerdo comercial publicado en la página web de la Secretaría de Economía, se prevén nuevas regulaciones y restricciones uniformes para los países signatarios con la finalidad de garantizar la seguridad, eficacia y calidad de los productos, así como mejorar la protección al medio ambiente y la salud humana como motivo de la comercialización de dichos productos.

La primera tarea que establece el acuerdo en el Capítulo 12, es notificar inmediatamente a las partes sobre la autoridad o autoridades competentes que tendrán la responsabilidad de implementar y hacer cumplir las medidas regulatorias.

La segunda tarea para los gobiernos de los tres países es fijar la regulación específica para sustancias y mezclas químicas, sobre las siguientes bases principalmente:

  • implementación del Sistema General Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos (SGA) de las Naciones Unidas
  • regulación sobre los datos de seguridad, entendiendo a este como concepto con el material escrito o impreso que proporciona información comprehensiva sobre la identidad química, los riesgos, precauciones, y acciones de respuesta para una sustancia o mezcla química
    proteger información comercial confidencial
  • establecer la forma de inventariar los productos químicos en situaciones especiales
  • evaluación de riesgos sobre el manejo de las sustancias químicas y desarrollo de evaluaciones químicas, etc.

Para los productos cosméticos, farmacéuticos y dispositivos médicos, las partes se comprometen principalmente a regular los procesos mediante los cuales una parte aprueba o registra un producto para autorizar su comercialización, distribución, o venta en el territorio de la parte, basándose en requisitos de seguridad, eficacia, y calidad. Asimismo, las partes deben normar la elaboración o fabricación de dichos productos; adopción y aplicación de reglamentos técnicos; procedimientos de evaluación, todo lo anterior fundado en documentos científicos o de orientación técnica.

En el sector de la información y de las tecnologías de la comunicación se contemplan nuevos parámetros con la finalidad de regular aquellos productos que procesen información y comunicación por medios electrónicos, para lograr los siguientes objetivos:

  • proteger información confidencial
  • lograr una compatibilidad electromagnética de cualquier dispositivo, sistema o componente cuya función principal sea la entrada, almacenamiento, presentación, recuperación, transmisión, procesamiento, conmutación o control (o combinaciones de los anteriores), e
  • implementar acuerdos de reconocimiento mutuo para proteger la seguridad del consumidor y mejorar el rendimiento energético de los aparatos

Como importadores y exportadores de los nuevos sectores sensibles, deben estar preparados para el cumplimiento de nuevas regulaciones, restricciones no arancelarias por un sector regulador integrado entre los tres países que dificultará la importación y exportación de esos productos pero; facilitará su comercialización en el mercado de destino de la región.