Con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México y Estados Unidos representan el 15% del comercio global; 28% del PIB mundial y 14% de los flujos de inversión extranjera directa; por lo que, de frenar las exportaciones bilaterales, como se propone en las campañas primarias por la presidencia del país norteamericano, se pondrían en peligro más de 6 millones de puestos de trabajo de estadounidenses.
Es por ello, que ante la “demagogia y desinformación” sobre México y sus ciudadanos que prolifera en el país norteamericano, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) pidió no desestimar estas acciones que solo buscan “ganar el favor electoral”.
“Muchas de las amenazas u ocurrencias son irrealizables, y parecen más producto del desconocimiento de la realidad o de la pura intención de ganar el favor electoral que de una verdadera determinación de llevarlas a cabo”, analizó el presidente de la CCE, Juan Pablo Castañón.
Ante la coyuntura política del país norteamericano, Castañón destacó que a México le conviene que le vaya bien a Estados Unidos y viceversa, ya que se impulsa la agilización de cruces fronterizos para las personas y el comercio con mecanismos como el CEO Dialogue, así como la búsqueda de la generación de talento en ambas partes de la frontera.
“Desde 1993, el comercio entre los socios se cuadruplicó, alcanzando más de 1 trillón de dólares en 2015, y de éste más de 500 billones corresponden al intercambio entre México y Estados Unidos”, recordó el representante de la iniciativa privada.
Finalmente advirtió que en un escenario sin operaciones comerciales bilaterales, se estima que muchos de los modelos de automóviles más vendidos en ese país se encarecerían hasta en 8,000 dólares cada uno y en el caso de las pantallas planas, subirían de alrededor de 700 dólares a casi mil dólares por unidad.
En cuanto a productos agrícolas, 8 de cada 10 aguacates y uno de cada 2 tomates que se venden en Estados Unidos, son mexicanos, por lo que poner un arancel más alto a la importación de estos productos repercutiría en los precios de los supermercados y en los precios de otros alimentos.