¿Empresa verde=negocio verde?

Este tema puede afectar la ubicación, diseño y operatividad de un negocio

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 .  (Foto: iStock)

El año 2050, China es responsable del 30% del consumo mundial de energía; Estados Unidos de América (EUA) restringe el acceso al agua; en África y Latinoamérica sufren de una hambruna terrible porque la falta de lluvias ha generado escacez de alimentos.

Resulta prácticamente imposible predecir el futuro, pero gracias a los avances científicos y tecnológicos no es tan difícil realizar ciertas especulaciones. El escenario cuasi apocalíptico descrito anteriormente no está tan alejado de la realidad, si es que en la actualidad no tomamos en cuenta el gran problema que representa el cambio climático.

El impacto del cambio climático en las compañías aún es incierto, pero se prevé que el aumento en la temperatura global afecte los productos, servicios e infraestructura empresariales.

El cambio climático puede afectar de manera considerable el concepto empresarial debido a que puede tener repercuciones en las esferas política y económica, transformando radicalmente nuestro mundo. Por ello, es imposible ignorar los efectos de este fenómeno.

Conforme a un estudio de la Asociación Latinoamericana reinstituciones Financieras para el Desarrollo (ALIDE), la región es de las más afectadas por este fenómeno y se espera un descenso en la productividad de algunos cultivos, lo cual tendría repercusiones en el sector alimentario.

Un incremento en el nivel de los océanos alteraría las sedes de algunas empresas y complicaría el acceso a materias primas y recursos naturales, mientras que la mayor frecuencia de fenómenos naturales extremos dañaría parte de su infraestructura, interrumpiría canales de logística y la continuidad de un negocio.

Sin embargo, son las propias compañías las que pueden mitigar o prevenir muchos de estos efectos climáticos. Para ello, es necesario que el riesgo climático se incorpore en la toma de decisiones, a fin de que cada empresa pueda adaptarse oportunamente a nuevos procesos productivos que hagan uso mínimo de recursos vitales como el agua.

Es indispensable preparar respuestas de emergencia, evaluar cadenas de suministros y de planificación de contingencias, aunado a rediseñar una mayor resistencia ante impactos negativos.

Algunos gobiernos y empresas ya han tomado acciones para ser amigables con el medio ambiente. Sin embargo, existen otros que siguen cuestionando los cambios que se producen en nuestro planeta.

¿Global o local?

La acción global ante el cambio climático es impostergable, según la comunidad científica internacional es indispensable que todo el mundo reduzca sus emisiones de gases compuestos de efecto invernadero para evitar que los problemas empeoren.

El cambio climático es un gran reto para los líderes empresariales y estos deben estar atentos y conocer a profundidad los temas adyacentes que se debaten tanto a nivel local como globalmente, pues cada vez será más relevante dentro de las estrategias de un negocio.

Los tomadores de decisión (stakeholders) deben saber cuáles son los impactos de los acuerdos mundiales, los riesgos existentes para lograr el cumplimiento regulatorio, y así detectar posibles oportunidades de negocios.

La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, que era de aproximadamente 280 parte por millón antes de la revolución industrial, ha aumentado a cerca de 400; cada vez se duplica la concentración de gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta ha aumentado en 3º C en los últimos años.

Varios gobiernos han establecido la meta de reducir 25 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030, manteniendo los niveles de producción e incorporando metodologías que minimicen la generación de CO2.

Los cambios climáticos ejercen un impacto directo en las empresas, afectando sus inversiones e infraestructura. La legislación puede ampliar las consecuencias, a medida que la ciudadanía adquiera una mayor conciencia del problema y los gobernantes apliquen medidas para mitigar el problema.

Actualmente, ya existe cierto marco normativo a nivel internacional, como puede ser el Protocolo de Kyoto, el cual compromete a los países suscriptores a reducir sus emisiones de CO2 a lo largo de periodos de tiempo fijos o el más reciente Convenio Marco sobre el Cambio Climático o Acuerdo de París, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El Acuerdo de París entró en vigor el 4 de noviembre de 2016, teniendo como fin mantener la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centrigrados respecto a los niveles preindustriales; comprometiéndose los países ha llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que no se rebase los 1.5 grados y evitar impactos catastróficos en el planeta.

No se establecen sanciones por incumplimiento, pero se señala un comité que diseñe un mecanismo transparente para garantizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos y advertir antes de terminar los plazos, si se puede o no cumplir con lo acordado.

Bajo este convenio, los Estados se obligan a conseguir un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos, es decir, que no se pueden producir más emisiones que las que el mundo pueda resistir, ya sea por mecanismos naturales o por técnicas de captura o almacenamiento geológico.

Por lo que hace al aspecto financiero, los países desarrollados se comprometieron con sus pares en vías de desarrollo para financiar la mitigación y adaptación a la convención. Los Estados deben destinar fondos con dos años de anticipación para una adecuada programación de su destino. Se busca que para el año 2025 se movilicen más de 100,000 millones dólares al año para combatir el cambio climático.

Junto con China, EUA son los dos países más contaminantes del orbe, por ello en su momento, Barack Obama fijó metas para recortar emisiones entre un 26 % y 28 % respecto de los niveles de 2005; igualmente, China prometió evitar el crecimiento de sus emisiones a partir de 2030.

Estos dos países suman el 40 % de las emisiones globales y en ese sentido ambos ratfificaron en septiembre pasado el Acuerdo de París. Sin embargo, esta convención, así como en su momento el Protocolo de Kyoto, tiene detractores considerables, como lo es en este caso, el actual presidente norteamericano, Donald Trump, quien lo cataloga como un “engaño de los chinos”.

Durante su campaña electoral, el magnate estadounidense aseveró que retiraría todos los fondos para la ONU que estén vinculados con el cambio climático. En ese sentido, en junio pasado, EUA se retiró del Acuerdo, lo cual originó cierta conmoción tanto al interior como al exterior de la nación americana.

Diversas capitales mundiales que conforman la red C40, la cual reúne a las metrópolis comprometidas con el combate al cambio climático, iluminaron de color verde varios edificios y monumentos tras conocerse el anuncio.

Alrededor de 30 alcaldes, tres gobernadores y algunos presidentes de universidades junto con poco más de 100 negocios en todo EUA, anunciaron que presentarán un plan ante la ONU en el que se reiteran que cumplirán sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, establecidos en la administración del presidente Obama.

Empresas como Apple, Facebook, Google y Microsoft habían comprado anuncios en medios impresos exhortando a Donald Trump para que no saliera del acuerdo. Sin embargo, una vez oficial la salida de la primera economía mundial reaccionaron confirmando que seguirán utilizando y promoviendo el cuidado al medio ambiente.

Varios líderes mundiales lamentaron la noticia, desde la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron hasta el presidente Peña Nieto, coincidiendo todos en reafirmar su compromiso de lucha contra el cambio climático.

¿Regulación?

En nuestro país, la Ley General de Cambio Climático (LGCC) entró en vigor en octubre de 2012, y de ella surgió el Reglamento de la misma (RLGCC) de aplicación estricta desde octubre de 2014. Aunque siendo estrictos desde la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el artículo 4o. se prevé el derecho a un medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar.

En la LGCC y el RLGCC se contemplan los lineamientos relativos al Registro Nacional de Emisiones y el reporte de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) sujetos por parte de establecimientos o empresas que desarrollan una actividad productiva, comercial o de servicios.

La LGCC tiene como objetivo reducir 30 % de las emisiones en 2020 y 50 % para 2050, partiendo de las cifras fijadas por la ONU en el año 2000. El RLGCC es vital porque impacta en sectores especiales como lo son energía, transporte, industrial, agropecuario, residuos, comercio y servicios.

En este sentido, la LGCC define al cambio climático como la variación del clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera global y se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos coparables. Igualmente, se maneja que las emisiones son la liberación a la atmósfera de gases de efecto invernadero y/o sus precursores y aerosoles en la atmósfera, incluyendo en su caso compuestos de efecto invernadero, en una zona y un periodo de tiempo específicos.

Se cataloga también en la LGCC que son consideradas como fuentes emisoras, todo proceso, actividad, servicio o mecanismo que libere un gas o compuesto de efecto invernadero en la atmósfera.

Los establecimientos sujetos a reporte deben presentar la información de sus emisiones de GEI si la suma anual de las mismas (directas e indirectas) es igual o mayor a 25 mil toneladas de bióxido de carbono provenientes, por ejemplo, del consumo de electricidad o de combustibles como lo son la gasolina, el diesel, gas natural o que provienen de fuentes fijas o móviles.

Las fuentes fijas son las que tienen una ubicación permanente en un determinado sitio, es decir, aquellos sitios o instalaciones en las se desarrollan actividades industriales, comerciales, de servicio, agropecuarias o forestales, al igual que rellenos sanitarios y plantas de tratamiento de aguas residuales.

Por otra parte, las fuentes móviles son las correspondientes a equipo que, sin constituir una instalación ubicada fijamente, genera gases o compuestos de efecto invernadero por la operación de motores de combustión interna; estos incluyen todo tipo de vehículos o maquinaria no adherida permanentemente, operada justamente, por motores de combustión.

También se contempla un registro en el que las personas físicas y morales responsables de las fuentes sujetas a reporte está constreñidas a proporcionar información, datos y documentos necesarios sobre sus emisiones directas e indirectas (art. 88, LGCC).

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 .  (Foto: IDC)

Las fuentes que deberán reportar en el registro por sector son los siguientes (art. 3, RLGCC): 

  • energía
    • generación, transmisión y distribución de electricidad, y
    • explotación, producción, transporte y distribución de hidrocarburos
  • transporte
    • aéreo
    • ferroviario
    • marítimo, y
    • terrestre
  • industrial
    • química
    • siderúrgica
    • metalúrgica
    • metal-mecánica
    • minera
    • automotriz
    • celulosa y papel
    • artes gráficas
    • petroquímica
    • cementera y calera
    • vidrio
    • electrónica
    • eléctrica
    • alimentos y bebidas
    • madera, y
    • textil
  • agropecuario
    • agricultura, y
    • ganadería
  • residuos
    • aguas residuales, y
    • residuos sólidos urbanos y residuos de manejo especial, incluyendo disposición final, y
  • comercio y servicios
    • construcción
    • comercio
    • servicios educativos
    • actividades recreativas y entretenimiento
    • turismo
    • servicios médicos
    • gobierno, y
    • servicios financieros

Resulta importante destacar que las actividades agrupadas en los sectores de transporte, agropecuario, residuos y de comercio y servicio calcularán sus emisiones considerando todas las instalaciones, sucursales, locales, lugares donde se almacenen mercancías y en general cualquier local, instalación o sitio que utilicen para el desempeño de sus actividades (art. 4 RLGCC).

Conforme al Título Noveno, Capítulo III de la LGCC, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) aplicará una multa de 500 a 3000 días de salario mínimo, ahora UMA’s ($37,745 a $226,470 pesos) por no entregar información, datos o la documentación requerida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en el plazo indicado (art. 114 LGCC).

Igualmente, son fijadas multas de 3000 hasta 10000 ($226,470 a $754,900 pesos) por falsedad en la información proporcionada, así como incumplir con los plazos y términos para su entrega; para los casos de reincidencia, el monto de la multa podrá ser hasta tres veces el monto originalmente impuesto (art. 115 LGCC).

Criterios judiciales

Nuestro Poder Judicial ha sido muy poco activo en este campo por el momento en lo referente a la emisión de criterios jurídicos. Dentro de los pocos destaca uno que se originó de la verificación  vehicular  obligatoria en el Distrito Federal en el segundo semestre de 2014: en las revisiones de amparo se cuestionó el fundamento de la imposición de la verificación.

De ese asunto, derivó la tesis de rubro: VERIFICACIÓN VEHICULAR OBLIGATORIA EN EL DISTRITO FEDERAL. NORMATIVA NACIONAL E INTERNACIONAL EN QUE SE SUSTENTA LA POLÍTICA DE PROTECCIÓN AL AMBIENTE, CUYOS FUNDAMENTOS DESARROLLA EL PROGRAMA RELATIVO PARA EL SEGUNDO SEMESTRE DEL AÑO 2014, visible en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Materia Administrativa, Tesis I.3o.A. 18 A (10a.), Tesis Aislada, Registro: 2011372, abril de 2016, en la que se afirma que el programa de verificación vehicular obligatoria para el segundo semestre de 2014, emitido por la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, desarrolla los fundamentos de una política de protección al ambiente, partiendo de los compromisos adoptados por el Estado Mexicano en la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tendientes a la implementación de medidas para reducir las emisiones antropogénicas, que afectan la capa de ozono, y la eliminación de vehículos contaminantes.

Se refiere que a nivel nacional, dicha política se sustenta en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, la LGCC, la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal, así como la Estrategia Nacional de Cambio Climático, el Programa General de Desarrollo del Distrito Federal 2013-2018 y en el Inventario de emisiones contaminantes de efecto invernadero 2012, por lo que dicho programa es aplicado conforme a una política integral amigable con el ambiente de acuerdo con los tribunales colegiados de circuito.

¿Edificio verde?

The Palazzo Las Vegas es un hotel propiedad de Las Vegas Sands Corporation, una desarrolladora internacional de hoteles y centros vacacionales y para muchos es conocido como el “edificio verde más grande del mundo”.

Cuando The Palazzo estaba en sus fases iniciales de diseño, el Estado de Nevada se encontraba exento del pago de ISR y por ello, la empresa aplicó dicha exención a todos los materiales de construcción, junto las reducciones en el impuesto predial aplicables. La combinación de dichos factores sumada a la voluntad de crear un edificio amigable con el medio ambiente representaron un ahorro significativo en los costos de desarrollo y de operación de semejante complejo.

Sumado a lo anterior, llegaron créditos otorgados a nivel federal, estatal y local, que significaron beneficios adicionales e incluyeron reducciones de:

  • costos operativos
  • consumo de energía eléctrica
  • agua
  • áreas verdes, y
  • mayores esfuerzos de reciclaje

El proyecto fue tan provechoso que la empresa decidió implementar esta política a todas sus construcciones, estandarizando sus esfueros relacionados con el medio ambiente.

Las Vegas Sands Corporation está desarrollando una estrategia sustentable que servirá para otros aspectos de su negocio con los cuales puede reducir gastos y actuar como una empresa socialmente responsable. The Palazzo es de las pocas propiedades ecológicas del corredor de las Las Vegas, y está aprovechando esa ventaja para atraer negocios y convenciones a sus instalaciones. The Palazzo muestra la huella de carbono generada por una reunión y ofrece los medios para compensar la misma.*

¿Juego limpio?

Dentro del marco de la COP21, Adidas y Parley for the Oceans, organización que ayuda a crear conciencia sobre el estado de los oceános, presentaron un innovador concepto de calzado en donde la suela del zapato es impresa en 3D con plásticos reciclados del océano, proyecto que demostró cómo la industria puede replantear diseños y contribuir a la disminución de la contaminación marítima.

La compañía de productos deportivos ha puesto en marcha diversas estrategias para eliminar gradualmente el uso de bolsas de plástico en sus tiendas minoristas y el uso de botellas plásticas en su sede en Alemania.

Adicionalmente, en noviembre pasado se lanzó una campaña para promover el cuidado de los océanos mediante el lanzamiento de playeras hechas con residuos recogidos de las costas de Maldivas, siendo Real Madrid y Bayern Munich los equipos elegidos para vestir dichas indumentarias.

Ambos equipos han hecho conciencia en la importancia de utilizar materiales ecológicos para combatir la contaminación y se sumaron a la campaña del gigante deportivo alemán.

Conclusión

De lo anterior es posible confirmar que el cambio climático se ha tornado en un tema obligatorio dentro de la agenda mundial, incluyendo tanto a gobiernos, empresas y particulares. La continua intervención del ser humano por sí misma genera repercuciones, no podemos ser omisos en ese punto. Los avances tecnológicos y los adelantos científicos muchas veces han significado el sacrificio de la conservación de nuestros ecosistemas.

Ciertos miembros de la comunidad científica han afirmado que el cambio climático es inevitable y que sus estragos son ineludibles. No obstante, no podemos evitar nuestra responsabilidad y esta inicia comprendiendo el dilema al que nos enfrentamos.

El estado de la atmósfera, el subsuelo, el agua y la tierra depende de nosotros. En estos momentos, a pocos de nosotros nos resulta factible prescindir de los combustibles fósiles para el transporte, pero podemos reducir enormemente su uso, es eficaz andar siempre que sea posible, así como utilizar el transporte público, nos menciona el científico Tim Flannery en su obra “La amenaza del cambio climático”.

Si bien es cierto que al menos en nuestro país algunas políticas han resultado cuestionables, como lo son el conocido “hoy no circula” o el metrobus o la verificación vehicular, pero eso en parte se debe, en gran medida a la corrupción existente en nuestro sistema. Los programas y estrategias para apoyar al medio ambiente, sí son necesarias e indespensables.

Las empresas tampoco son ajenas a esta problemática de ahí que las cargas para ellas sean significativas y van en relación con que su impacto es considerable en el ambiente. Sin embargo, algunas de ellas han adquirido conciencia al respecto y han visto en lo ambiental un área de inversión y de oportunidades de negocio.

Ejemplos como los expuestos anteriormente demuestran que el binomio ambiental-negocio es posible; gobiernos inclusive han buscado generar apoyo por parte del sector privado creando beneficios fiscales y demás, otros como la actual administración estadounidense reniegan su existencia, pero como hemos visto la comunidad empresarial no comulga del todo con sus mandatarios y estos seguirán buscando disminuir su impacto en el ambiente. En nosotros queda tratar de aprovecharlos adecuadamente en pro de los negocios.