Hacia la era del dinero digital: de las criptomonedas a las CBDC
En México, las CDBC aún no están en discusión a pesar de que el país es el sexto en usuarios de criptomonedas de acuerdo con datos de Statista
Finanzas
Luego de que Barbados presentará al mundo la primera moneda digital regulada por un banco central, el SandDollar, en octubre de 2020, existe un mayor interés en todo el mundo por desarrollar e implementar Monedas Digitales emitidas por Bancos Centrales, o CBDC por sus siglas en inglés.
El atractivo es incuestionable. Las monedas digitales han aumentado su valor en la última década a ritmos acelerados. De acuerdo con datos de Statista, el mercado de capitalización de las criptomonedas pasó de ubicarse en 10.62 dólares en 2013 a 758.06 dólares en 2020, es decir, una apreciación de 7,038.34% en tan solo siete años.
El problema no está en su valor o en las ventajas que las monedas digitales conllevan, sino en la especulación, incertidumbre, legalidad y opacidad que las rodea. Por lo que ante su aumento, muchos bancos centrales de distintos países como China, Francia, Nueva Zelanda, Brasil o Canadá ya comenzaron a investigar y desarrollar los mecanismos para introducir su propia moneda digital.
La crisis financiera de 2008 evidenció las deficiencias del mercado y la falta de control de la banca tradicional y los bancos centrales para regular y contrarrestar los imperfectos del sistema monetario. Como respuesta, se desarrollaron medios de pagos distintos al tradicional para que fueran los usuarios y no las autoridades públicas y corporativas las que decidieran sobre el capital de los individuos. Actualmente existen en el mundo más de 4 mil criptomonedas, de acuerdo con el portal especializado Investopedia.com.
En su definición más simple, el dinero puede entenderse como un medio generalmente aceptado de intercambio de bienes y servicios. Desde la sal hasta la plata y el oro, los medios de pagos han cambiado a lo largo de la historia y varían según cada región. En la actualidad, el sistema monetario se estructura en medios fiduciarios o fiat, es decir, la emisión y control de billetes o monedas de distintas denominaciones y valores como el peso, el dólar, el euro o el yuan, los cuales son respaldados y regulados por un organismo público centralizado como el Banco de México.
A ese sistema justamente se rebelaron las nuevas monedas digitales, de las cuales las más conocidas son las criptomonedas, que son un medio digital monetario descentralizado, es decir, sin intermediarios, cuyo control e intercambio recae en una cadena de bloques, blockchain, y en un esquema de minado criptografiado el cual es verificado entre usuarios.
Al no estar bajo la observancia y control de ningún organismo, el valor y verificación de las criptomonedas recae netamente en sus usuarios, lo que se traduce en una alta volatilidad de estos activos, provocando fluctuaciones drásticas tanto al alza como a la baja, además de un descontrol legal y de transparencia que permita verificar la identidad de los usuarios, tener un control fiscal de los activos, así como garantizar la legalidad de los recursos invertidos e intercambiados.
En este sentido, se sabe, por ejemplo, que organizaciones de narcotráfico invierten en monedas como el BitCoin o Ethereum para evitar ser vinculados y desapropiados de sus recursos, mientras que líderes como Nicolás Maduro de Venezuela o Kim Jong Un de Corea del Norte hacen transacciones en criptomonedas para brincarse las sanciones económicas que Estados Unidos y otros países han implementado en su contra.
Para el inversionista cotidiano, las criptomonedas representan una gran oportunidad por los amplios márgenes de ganancias que representan, por el bajo costo de las transacciones obtenido al eliminar al agente intermediario, por la rapidez de los intercambios y por la libertad que genera no contar con organizaciones financieras que estipulen tarifas, saldos mínimos o máximos o un límite al número de transacciones realizadas.
Todas estas variables son analizadas hoy en día por bancos centrales para determinar si implementan o no una moneda digital regulada y controlada. De ser emitidas, las CBDC contarían con el respaldo de una institución robusta y experimentada, reduciendo la incertidumbre y la especulación de su valor, una característica atractiva para inversiones a largo plazo, regulares y legales, más no así para los inversionistas que disfrutan de los beneficios de la volatilidad y la poca transparencia del mercado de las criptomonedas.
Más allá de estas características, la pandemia por el Coronavirus aceleró la adopción de nuevas tecnologías y resaltó la importancia de sociedades financieramente inclusivas y virtuales. Ante un escenario que significó, de acuerdo con proyecciones del Banco Mundial, una caída del 4.3% del PIB mundial en 2020, es necesario implementar estrategias ad hoc a la época actual para que las economías de todo el mundo se recuperen.
Frente a esta nueva normalidad, las CBDC se presentan como una alternativa para que exista una mayor integración de la población al sistema financiero nacional e internacional, una mayor eficiencia y seguridad del sistema de pagos, la aceleración y multiplicación del número de transacciones, además del abaratamiento de los costos al preferenciar la emisión digital por encima de la fiat.
Las CBDC ayudarían a dinamizar la economía, sin embargo, sus críticos sostienen de que al menos de que existan mecanismos internacionalmente coordinados y fuertes que garanticen este tipo de operaciones digitales, las CBDC podrían caer en las mismas prácticas de las criptomonedas afectando la reputación de los organismos centrales, y con ello la estabilidad monetaria. Asimismo, señalan que por el impulso que los bancos centrales darían a las CBDC, las transacciones y cuentas fiat se reducirían, impactando en el número de créditos otorgados por la banca privada y por ende aumentando las tasas de interés.
Mientras que en México, las CDBC aún no están en discusión a pesar de que el país es el sexto en usuarios de criptomonedas de acuerdo con datos de Statista, alrededor del mundo al menos 28 países, entre ellos las máximas potencias económicas como Estados Unidos, Japón, China y la Unión Europea, ya analizan implementar sus propias monedas digitales. México aún está a tiempo de sumarse a esta iniciativa, pero el Banco de México está inmerso en una discusión en defensa de su autonomía, sin espacio para este tipo de propuestas.