Los organismos genéticamente modificados “pueden considerarse de bajo riesgo, al ser creados por procesos de transferencia horizontal, que ocurren de manera natural”, asegura Francisco Bolívar Zapata, investigador emérito de la UNAM.
Aunque el uso de cualquier tecnología representa “riesgos potenciales”, en el caso de los transgénicos “no existen evidencias de posibles daños a la salud humana y la biodiversidad”, enfatizó el experto.
Actualmente, más de 134 millones de hectáreas son ocupadas en el cultivo de plantas transgénicas en 27 países, y los organismos genéticamente modificados se consumen en más de 50 naciones por más de 300 millones de personas, dijo el académico, de acuerdo con un comunicado de la casa de estudios.
No obstante, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha concertado diferentes acuerdos y marcos jurídicos para que los organismos genéticamente modificados sean utilizados de forma responsable.
En ese tenor, México firmó el Protocolo de Cartagena, que establece las reglas a seguir para el manejo transfronterizo y la comercialización de estos organismos y sus productos.
“Con base a este compromiso fue elaborada la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, con el objetivo de garantizar la protección de la salud humana, el medio ambiente, la diversidad biológica y la sanidad animal, vegetal y acuícola”, apuntó Bolívar Zapata.
El especialista recordó que desde hace 25 años se usan organismos genéticamente modificados en diferentes sectores. Por ejemplo, las plantas transgénicas se cultivan de 1996 a la fecha, sin reporte de efectos nocivos a la salud humana y a la biodiversidad.
Por el contrario, stos productos “han permitido reducir el uso de pesticidas, lo que se ha traducido en un impacto menor al ambiente”, explicó. Gracias a estos organismos tenemos en las farmacias más de un centenar de nuevos productos biológicos, como la insulina y el interferón; vacunas para la prevención y el tratamiento de enfermedades, y diferentes problemáticas clínicas.