Reformas estructurales, sin impacto económico

Destacan las dificultades de implementación en el sector energético, la modificación hacendaria y financiera

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Redacción

No existe evidencia de los impactos económicos iniciales de las reformas estructurales, aunado a que existe la posibilidad de que el efecto en el dinamismo de los cambios legislativos se retrase más, explica un reporte del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (IBD).

La investigación del IBD reconoce que las reformas crearon fuertes expectativas de crecimiento, pero que las limitaciones en el diseño e instrumentación de las reformas y de las políticas públicas implementadas recientemente podrían representar un riesgo para alcanzar niveles de crecimiento más elevados.

Las posibilidades de éxito de las reformas pueden incrementarse “si se aplican medidas complementarias para reforzar la implementación del paquete de reformas, consolidar el Estado de derecho, mejorar el acervo de regulaciones y mejorar la equidad y eficacia en materia de educación, salud, seguridad social y mercado de trabajo, entre otros”, añade el estudio y cita a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En ese aspecto, frente a las dificultades de implementación de la reforma energética, el instituto  indica que “otras reformas perfilan resultados preliminares algo más positivos”, como la reforma financiera, la hacendaria y la de telecomunicaciones.

Como consecuencia, aún no se logran inducir cambios estructurales a la economía mexicana para elevar la productividad, el empleo y la inversión pública del país, continúa el reporte.

De acuerdo con indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) “se observa que desde agosto del año pasado, la economía nacional se encuentra decreciendo y por debajo de su tendencia de largo plazo”.

De confirmarse este comportamiento, sumado al nivel de consumo, privado y de gobierno, observado desde 2013, ees posible que la economía mexicana no logre cumplir con las expectativas de crecimiento de corto plazo, ni superar en 2017 las tasas de actividad alcanzadas en 2012.

“Esta situación se ha mantenido hasta febrero de 2016, acumulando siete meses consecutivos de desaceleración, y es posible que, de mantenerse los riesgos coyunturales, no se logre revertir esta tendencia en el corto plazo”, agrega el documento.

El comportamiento de la economía mexicana constata la debilidad reciente de la actividad productiva: 

“Esta debilidad se explica fundamentalmente por las deficiencias estructurales de la economía nacional relacionadas con el sistema productivo y la fragilidad de las cadenas de valor agregado, el dinamismo del mercado interno, los desequilibrios en el mercado de trabajo, la orientación de la política económica, la pérdida de importancia de la inversión pública, el desmantelamiento de la política industrial, entre otros factores”, refiere la investigación.

 

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