PREÁMBULO
El dilema de todo emprendedor es cómo lograr hacer mejor su negocio cada día. Sin embargo los aspectos que deben considerar han cambiado con el desarrollo de la producción de bienes y servicios. Por ejemplo, hoy resulta más relevante la preocupación de las personas por su comunidad, situación que ha evolucionado en conceptos, contenidos y compromisos desde los diversos sectores sociales y las diferentes etapas del desarrollo de la industria de bienes y servicios.
Esta inquietud se ha transformado, de creencias y valores religiosos hasta complejas normas y leyes que protegen a los individuos en sus derechos y sus obligaciones.
Desde hace muchos años la filantropía y la política social basadas en la compasión, se perfilaron como una estrategia para sistematizar las relaciones sustentables que se mantienen al interior de las organizaciones, entre los subordinados y patrones, o entre directivos y operativos, así como hacia el exterior, con las partes interesadas como proveedores, clientes y con la comunidad donde reside.
En México existe una norma que se encuentra en revisión, la denominada: NMX-SAST-004- IMNC-2004, “Directrices para la implementación de un sistema de gestión de responsabilidad social”, la cual tiene por objeto proporcionar reglas que apoyen a la organización a cumplir con su responsabilidad social e integrar objetivos éticos, económicos, ambientales y sociales para producir satisfactores que promuevan el desarrollo humano.
LA FILANTROPÍA Y SUS ANTECEDENTES
La definición etimológica “filantropía” proviene del griego philanthropia, que se compone del vocablo philos, que significa “amor” y anthropos, que significa “hombre”, por tanto la filantropía literalmente la podemos definir como “ el amor a la humanidad”.
Un filántropo o una acción filantrópica tienen que ver entonces con acciones y personas que realizan acciones en sentido estricto “por amor a la humanidad”, y sin algún otro interés, objetivo o subjetivo.
De manera común, es el sentimiento que se mueve dentro de cada persona con la intensión de ayudar al prójimo, ya sea de manera económica, en especie, o simplemente con palabras de aliento para hacer más llevadera su pena.
Desde este ángulo las bases de la filantropía se cimentan en dos conceptos fundamentales: la voluntad y el no lucrar con la generosidad.
Es importante subrayar lo anterior, ya que es bien sabido que en ocasiones se llevan a cabo acciones que pueden ser autodenominadas filantrópicas, pero que en realidad conllevan objetivos lucrativos, tales como evasión de impuestos, o justificación de desvíos de ingresos para no ser fiscalizados.
Por otra parte el lucro con el dolor ajeno y el aprovecharse de la caridad de las personas que se sienten movidas por el sufrimiento de otras, denota una avaricia y falta de bondad de quien carece de escrúpulos para realizar estos actos.
El ideólogo del sector empresarial mexicano Don Roberto Servitje Sendra, ha expresado en una de sus obras que:
“…El empresario emprende, crea, innova, aglutina, concilia, multiplica, arriesga sueña, acerca, produce riqueza, crea empleo y hace posible la acción de sinergia. Por ello, el empresario puede hacer mucho bien, puede dejar de hacerlo y también puede hacer grandes daños. Por eso decimos que el empresario tiene una grave responsabilidad y debiera estar siempre a la altura de su gran misión, servir bien...”.
Esta cita es relevante porque permite adentrarnos en la cultura de la “responsabilidad social” suscitada en los últimos 25 años y que está transformando el mundo de la empresa y la administración, misma que tuvo su origen en las acciones de filantropía llevadas a cabo principalmente por el sector empresarial.
EVOLUCIÓN DE LA FILANTROPÍA Y LA BONDAD SOCIAL
Una primera etapa de desarrollo de la filantropía la tenemos en el concepto de la llamada “política social” de las empresas, término surgido a mediados del siglo XIX, proveniente de las preocupaciones de la iglesia cristiana por las repercusiones que algunas compañías estaban causando: pobreza, exclusión, marginación, y sus efectos negativos en las familias de los trabajadores o desempleados.
A la preocupación por “lo social”, se agregó otro concepto que también acompañaba al de bondad y filantropía, la caridad; virtud promovida por la doctrina cristiana, y asociada a dádivas generosas de la burguesía hacia los proletarios, o de los opulentos a los marginados, para hablar en términos actuales.
Aquella política social, convertida en filantropía por algunos empresarios católicos, y sus prácticas cristianas, también se identificaba con donaciones monetarias o atención a menesterosos, dar alimentos o ropa a orfanatos o sitios de acogida. Ante los impactos sociales de la Revolución Industrial y la paulatina desaparición de la vida rural y el encumbramiento de la vida urbana; se levantan en la práctica de cada día también los así denominados “intereses económicos”, o lo que de manera despectiva se le ha llamado el interés material, por sobre el interés espiritual de las personas.
Dos importantes autores de novelas que describen de manera magistral todas las penurias de los primeros asalariados son: Charles Dickens, en Inglaterra y Emilio Zola, en Francia.
Luego de recorrer con Charles Dickens, las inhumanas condiciones de vida de Oliver Twist, por ejemplo, en Inglaterra, las clases privilegiadas impulsan el surgimiento de fundaciones que auxilian niños que vagan por las calles sin el abrigo materno, ni la protección de la comunidad. En el arte tanto como en el discurso de finales del XIX se promueve la dádiva y caridad, entremezclada con las obligaciones de las personas con más recursos materiales, igual nombrados como “los ricos”.
SURGIMIENTO DEL CONCEPTO DE RESPONSABILIDAD SOCIAL
El punto culminante en el horizonte histórico ha cambiado y, hoy día, el ensalzamiento del rico que contempla al pobre queda fuera de la caridad, de la filantropía, y, por supuesto de la responsabilidad social.
La semilla de la conciencia social del sector empresarial, germina abonada también por la luz del Evangelio, que emite la Enciclica Rerum Novarum, en 1891, ofreciendo derroteros para paliar conflictos entre obreros y patronos, reconociendo como “mal social” las terribles e indeseables condiciones de vida de los obreros.
Surge así la denominada “acción social”, que no se contenta con donar, sino que impele a las propias compañías o a sus trabajadores organizados, a llevar a cabo programas de actividades filantrópicas, altruistas, en beneficio de grupos e individuos externos, ajenos a la vida de la organización.
La acción social se proyecta hacia fuera de la empresa y se enfoca hacia la comunidad inmediata simplemente por compartir. En el siglo XIX, la filantropía era definida como “Hacer el bien sin mirar a quién”, simplemente por dar, por darse el gusto de ser generoso.
RESPONSABILIDAD SOCIAL CON FILANTROPÍA
En la actualidad la filantropía de ninguna manera puede, ni debe ser rechazada, debe entenderse como una acción derivada de una creencia y conducta moral, por lo tanto sería intolerante oponerse a ella, sin embargo en el contexto de la situación de una empresa de bienes y servicios, la filantropía ha sido acotada y se le ha dejado un terreno más moral que económico y más social que político.
Desde esta perspectiva, los empresarios auténticos se interesan ahora en la línea de producción y el flujo del mercado, así como de los problemas ambientales locales y globales o el resguardo de los derechos humanos y el desarrollo equitativo y sustentable.
La política social de las compañías es actualmente una plataforma desde la cual la organización productiva se compromete en el cambio social y la mejora continua de la vida en comunidad, sin importar las creencias religiosas o bases morales de los individuos; siempre que se enmarquen en lo legal, la costumbre y la cultura de una comunidad socialmente aceptable.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Derivado del interés creciente de la sociedad por la atención a lo que ahora conocemos como responsabilidad social, las empresas productoras de bienes o servicios despliegan voluntariamente acciones tendientes a ganarse un mayor posicionamiento, por el reconocimiento de sus clientes de su compromiso con alguna preocupación social tendiente al bien común, respetando el ambiente y mejorando notablemente la calidad de vida.
En nuestro país, el Instituto Mexicano de Normalización y Certificación, ha definido a la responsabilidad social como:
“…el compromiso continuo de una organización en las preocupaciones sociales más allá de los señalamientos legales, a comportarse de manera ética y contribuir al bien común y al desarrollo económico de la sociedad, respetando el entorno y mejorando la calidad de vida del personal y sus familias…”
Por su parte el Centro Mexicano de la Filantropía, (CEMEFI) anota que:
“… la responsabilidad social empresarial (RSE) es inherente a la empresa, recientemente se ha convertido en una nueva forma de gestión y de hacer negocios, en la cual la empresa se ocupa de que sus operaciones sean sustentables en lo económico, lo social y lo ambiental, reconociendo los intereses de los distintos grupos con los que se relaciona y buscando la preservación del medio ambiente y la sustentabilidad de las generaciones futuras. Es una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medioambiente con la gestión misma de la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad…”
En México desde hace algunos años, también se reunieron un grupo importante de empresarios alrededor de la experiencia del CEMEFI y definieron el concepto de RSE como:
“El compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la construcción del bien común. La Responsabilidad Social Empresarial debe sustentarse en los valores expresados por la empresa y debe ser plasmada en un conjunto integral de políticas, prácticas y programas a lo largo de las operaciones empresariales para institucionalizarla. De lo contrario, se caería en el riesgo de implementar prácticas que, si bien son socialmente responsables, al no responder a un mandato y cultura institucionales, están en peligro de suspenderse ante cualquier eventualidad, coyuntura, crisis presupuestal o cambio en la dirección de la empresa”.
PRINCIPIOS DE LA RSE
El tema de RSE tiene diversos enfoques, contenidos, aplicaciones, alcances y dificultades. No obstante, se puede estar de acuerdo en un apretado resumen de los principios en los que se sustenta cualquier práctica de responsabilidad y que se pueden enumerar en los siguientes, los cuales ya llevan un importante antecedente de las prácticas de filantropía:
- respeto a la dignidad de la persona
- empleo digno
- solidaridad
- contribución al bien común
- subsidiariedad
- corresponsabilidad
- ética en los negocios
- confianza prevención de negocios ilícitos
- vinculación con la comunidad
- transparencia
- honestidad y legalidad
- justicia y equidad
- espíritu emprendedor, y
- desarrollo social
Es preciso anotar que la RSE no debe confundirse con prácticas de filantropía, éticas o ambientales exclusivamente, ni con cualquier otra actividad adicional al propósito de la empresa. Su implementación conlleva actividades de medición y reporte de sus impactos y su relación con el desempeño de la organización, por lo que exige de la empresa rendición de cuentas y transparencia.
Es posible afirmar que la RSE se refiere también a la actitud y al conocimiento de una empresa encaminada a mantener el equilibrio entre el desarrollo de la sociedad, un entorno sustentable, y la viabilidad comercial y económica de aquélla.
BENEFICIOS DE SER UNA EMPRESA SOCIALMENTE RESPONSABLE
Si bien la filantropía otorga beneficios para la persona que ejerce la bondad y en quien se ejerce. Los provechos de la responsabilidad social son de otro tipo, son reales y tangibles para la empresa y pueden medirse de diferentes maneras, basándose en información cuantitativa y cualitativa. Entre algunos de éstos podemos enumerar los siguientes:
- mejora de la imagen corporativa y fortalecimiento de su reputación y de sus marcas
- aumento de la visibilidad entre la comunidad empresarial
- acceso a capital, al incrementar el valor de sus inversiones y su rentabilidad a largo plazo
- mejoramiento en el desempeño financiero, se reducen costos operativos optimizando esfuerzos y se hace más eficiente el uso de los recursos enfocándolos al desarrollo sustentable
- decisiones del negocio mucho mejor informadas
- lealtad y menor rotación de los grupos de relación (stakeholders)
- mejoramiento de las relaciones con vecinos y autoridades
- aportación al desarrollo de las comunidades y al bien común
- aumento en la capacidad para recibir apoyos financieros
- incremento en las ventas, se refuerza la lealtad del consumidor
- incremento en la productividad y calidad
- mejoramiento en las habilidades para atraer y retener empleados
- genera lealtad y sentido de pertenencia entre el personal
- reducción de la supervisión regulatoria, y
- se promueve y se hace más eficiente el trabajo en equipo
Si bien existen dificultades para implementar un plan de acción de RSE, éstas son menores en comparación con los beneficios citados, porque se está defendiendo y trabajando por la sustentabilidad y la sostenibilidad de una comunidad y de una compañía, que de hecho es hablar de la defensa del ambiente para la supervivencia de las personas.
CONCLUSIÓN
En México, existen diversas instituciones que fomentan la filantropía y la responsabilidad social empresarial; desde grupos como el CEMEFI, hasta organizaciones de empresarios socialmente responsables e incluso organismos gubernamentales que buscan modernizar las prácticas corporativas como la Comisión Nacional de Defensa de los Derechos Humanos y el Instituto Federal de Acceso a la Información; en su conjunto son instituciones que buscan dar mayor transparencia y certidumbre a las prácticas empresariales para evitar la corrupción y abonar por una mayor cultura de la legalidad en el ámbito productivo mexicano, no olvidemos que una norma voluntaria no sustituye ni modifica las obligaciones legales de la organización, mismas que deben ser acatadas en toda su extensión.