PREÁMBULO
Los valores humanos son aquellas virtudes a las que asignamos tanta importancia que no podemos ponerle precio, pues nos permite orientar nuestras decisiones y conductas ante la vida. Nuestra sociedad es muy cambiante, todos los días aparecen cosas nuevas.
Existen prácticas generalizadas que ponen en duda normas de urbanidad, morales, de convivencia y ética, entre otras. La inversión de los valores humanos sacude a nuestros semejantes tanto como a nosotros mismos.
Ante esta situación, los jóvenes necesitan orientaciones que les sirvan para caminar en la vida. Una gran frase de la antigüedad lo afirma: “El viaje es tan importante como el destino”. El valor es un concepto fácil de entender, está estrechamente ligado al precio que tenemos que pagar para lograr nuestra tranquilidad.
¿Qué es un valor humano?
Los valores humanos son las actitudes que nos sirven para orientar nuestras decisiones y conductas ante la vida. Son como una brújula, nos llevan por el camino correcto, sin importar lo difícil que sean las condiciones.
Estos son estudiados por una rama de la filosofía llamada axiología que sirve de base a la ética. Los valores pueden ser positivos cuando realzan la condición humana; o negativos, los anti valores cuando degradan la condición humana.
Los valores humanos nos sirven para diferenciarnos de los demás animales. Cuando una persona conoce y ejercita los valores, maneja mejor las crisis emocionales y los dilemas. Se dice que un individuo es inteligente emocionalmente cuando es capaz de reconocer sentimientos y tiene el conocimiento necesario para manejarse mejor.
Nos preocupamos por la actualización de los temas propios a nuestra profesión y aún sobre noticias comunes y corrientes, pero ¿dónde queda nuestra actualización, seguimiento y refuerzo de nuestros valores? Las empresas cuentan con misiones y visiones en donde se habla del negocio, los clientes, accionistas y personal que trabajan y contribuyen con su labor, pero ¿dónde quedan por escrito los valores corporativos?
Los recientes descalabros y desfalcos de multinacionales y compañías reconocidas por todo el mundo, han desnudado la falta de valores en los altos directivos de éstas, carencia que les ha facilitado utilizar los fondos de aquéllas para su propio e indebido lucro.
El ser humano fue creado con un campo espiritual que le ayuda a guardar el equilibrio, en los momentos en que se siente tentado por la ambición monetaria desmedida, la gula, el protagonismo y el creerse un Dios, por encima de todo.
Los valores y principios corresponden a unas reglas mínimas de juego, en donde no vale cualquier forma para conseguir los resultados, y no vale pasar por encima de los demás y del bien común para satisfacer exclusivamente las necesidades individuales.
Dentro de los valores, por supuesto, debe estar la honestidad, la búsqueda del bien común, la confianza y credibilidad, hacer el bien y, por supuesto, no robar. Se puede ganar el dinero de forma legal y bien merecida, fruto del trabajo y las habilidades personales, pero sin abusar del poder y mucho menos, de la información y responsabilidad privilegiada que se tenga.
Que no se pierdan los valores en nuestra vida, y tampoco en los centros de labores y nuestro trabajo, porque nos servirán de guías para que no perdamos nuestro rumbo, por la vanidad y el exceso, la ambición desmedida y el egoísmo.
Valores, objetivos y retos personales
Somos el reflejo de nuestra educación y valores recibidos en casa. El objetivo y reto personal y familiar es poder transmitirlos de forma humana, aprendiendo a ser tolerantes y que se vea reflejado en la sociedad. Las personas que conocen y practican sus valores son emocionalmente estables, amables, congruentes y cualquier dilema que se presente en su vida lo resuelven con análisis, paciencia y acción.
Cuando nos preguntamos qué hace que un individuo se vea contento, relajado, positivo o exitoso, la respuesta es muy sencilla: conoce los valores humanos, está tranquilo consigo mismo.
Algunos valores que practicamos, escuchamos y vemos en nuestra vida diaria determinan nuestra capacidad de formación de líderes, tales valores son: alegría, respeto, agradecimiento, generosidad, justicia, lealtad, aceptación, reconocimiento, obligaciones, prudencia, madurez, verdad, amor, comprensión, admiración, laboriosidad, humildad, responsabilidad, amistad, patriotismo, obediencia, disciplina, identidad, compasión, perdón, orden, etcétera.
Una lista que cada quien debe de elaborar y recordar día con día. Los seres humanos desaprovechamos el tiempo puntualizándonos las cosas negativas que tenemos, esto debería ser completamente diferente; debemos interrelacionarnos viendo lo bueno de cada quien, y haciendo sinergia sobre lo positivo y dejando para después lo que nos diferencia. Debemos preocuparnos por el núcleo familiar y sus repercusiones en la sociedad.
Hay que tener en cuenta que el valor de la familia no reside solamente en aquellos encuentros habituales gestados en su seno, así como los momentos de alegría y la resolución de problemas cotidianos. El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar, desarrollo y la felicidad de todos los demás.
Es necesario reflexionar que el valor de este núcleo se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos.
En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos. Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás.
La generosidad nos hace superar el cansancio para escuchar los problemas de los niños y jóvenes que para los adultos tienen poca importancia; dedicar un tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con todos el fin de semana; la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge... la unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros.
Otra idea fundamental es que en casa todos son importantes, nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el trabajo, el estudio y la ayuda en casa, más que la perfección de los resultados obtenidos; se tiene el empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de las alegrías y los fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo... saberse apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la convivencia y fomenta el espíritu de servicio.
Sería utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias, desacuerdos y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quién manda o tiene la razón, sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio para controlar los disgustos y el mal genio, en vez de entrar en una discusión donde, por lo general, nadie queda del todo convencido.
Todo conflicto cuyo resultado es desfavorable para cualquiera de las partes, disminuye la comunicación y la convivencia, hasta que poco a poco la alegría se va alejando del hogar. Cabria recalcar que los valores se viven en el hogar y se transmiten a los demás como una forma de vida, en otras palabras, dando el ejemplo.
En este sentido, la acción de los padres resulta fundamental, pero los niños y jóvenes, con ese sentido común tan característico, pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.
Ello puede verse reflejado en una pequeña anécdota: en una reunión pasó un pequeño de tres o cuatro años de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en dos ocasiones y no recibir respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: "¿por qué mi tío no me contestó cuándo le saludé?" La respuesta pudo ser cualquiera, así como los motivos para no recibir respuesta, pero imaginemos el desconcierto del niño al ver como las personas pueden comportarse de una manera muy distinta a como se vive en casa. Se nota que está aprendiendo a cultivar la amistad, a ser sociable y educado, seguramente después de este incidente le enseñarán a ser comprensivo... la respuesta depende de lo que nosotros como adultos deseemos emitir a las nuevas generaciones basadas en el respeto y tolerancia entre cualquier individuo.
En este sentido, si los seres humanos nos preocupáramos por cultivar los valores en familia, todo a nuestro alrededor cambiaría, las relaciones serían más cordiales y duraderas. Así, cada miembro de la familia se convertiría en un ejemplo, según su edad y circunstancias personales, capaz de comprender y enseñar a los demás la trascendencia que tiene para sus vidas, la vivencia de los valores, los buenos hábitos y las costumbres.
La felicidad de una familia no depende del número de personas que la integren, mientras que en ella todos participen de los mismos intereses, compartan gustos y aficiones, es decir, se interesen unos por otros. Ahora bien, podríamos preguntarnos ¿cómo saber si en mi familia se están cultivando los valores? encontraremos la respuesta si todos dedican parte de su tiempo para estar en casa y disfrutar de la compañía de los demás, buscando conversación, convivencia y cariño, dejando las preocupaciones y el egoísmo a un lado.
La vida en sociedad también supone una vida basada en valores. Posiblemente uno de los valores que habla más de una persona es la decencia. La misma supone una vida basada en la educación, compostura, respeto al semejante y por sí mismo.
Valores empresariales
Los valores de una organización están fincados por líderes que se preocupan y ocupan en el día a día en la actitud y trabajo de su personal. El método para que un líder equilibre los valores consiste en hacer algunas preguntas difíciles, y ver hasta qué punto puede responderlas hacia su organización.
¿Existe acaso una diferencia entre lo que afirmamos creer y lo que hacemos cuando estamos bajo presión? A continuación aparecen las 10 preguntas que les planteo a los líderes de su organización para determinar si son congruentes y capaces de expresar su interés de ser una empresa de valor:
- ¿cómo utilizan su tiempo?
- ¿de qué manera se ajustan sus valores con los objetivos de la empresa?
- ¿cómo gastan su dinero?
- ¿cómo reaccionan ante una crisis?
- ¿cómo miden sus resultados?
- ¿cómo recompensan a su personal?
- ¿cómo y por qué sancionan a sus colaboradores?
- ¿ponen en práctica lo que predican?
si sostiene que le dan:
- importancia y valor al trabajo en equipo ¿cómo maneja ese brillante elemento entre sus trabajadores?, y
- valor a la apertura ¿cómo enfrenta los imponderantes?
Para ser un buen líder y expresar los valores de su corporación deben defender a capa y espada el sacrificio, la disciplina y la búsqueda inflexible por la excelencia en sus empleados. “Si estás seguro dentro de tu propia conciencia de que estás haciendo lo correcto, si haces tu trabajo hasta que logras no sólo sentirte contento con él, sino también obtienes la aprobación de tu gente a los que sirves, debes de estar preparado para aferrarte a tus principios. Es necesario desarrollar una gruesa coraza contra las críticas y dejar que se escurran los comentarios corrosivos que surjan de ciertas partes. En lo moral, la vida de la organización debe ser de naturaleza ejemplar. En esta faceta la organización no debe sufrir ni una sola crítica”.
Bases primordiales para hablar de valores
Los cimientos que debe tener un líder en las organizaciones para tener la calidad suficiente para hablar de valores son:
- congruencia. Es una sensación de coherencia, veracidad y certidumbre que nos proporciona nuestra fuerza interior. Cuando todas nuestras partes internas están alineadas hacia un mismo objetivo, hacia un mismo fin, es decir, todo nuestro yo, es entonces que estamos de acuerdo en colaborar y trabajar en equipo, lo que no siempre es fácil conseguir, en ese momento podemos decir que somos congruentes
- ética. Se traduce en una disciplina filosófica que tiene por objeto los juicios de valor cuando se aplican a la distinción entre el bien y el mal
- valores. Dentro de una organización son los pilares más importantes. Con ellos en realidad ésta se define a sí misma, porque sus valores son los valores de sus miembros y especialmente, los de sus dirigentes, y
- retroalimentación. Es el modelo más útil para describir el proceso de la interacción humana y lograr una comunicación efectiva y eficiente para un buen liderazgo.
CONCLUSIÓN
Cuando las personas están en problemas y sienten que carecen de guía, se inclinan por arrebatarle a un líder algo de tiempo para dedicarlo a ser improductivo. Pero esta luna de miel no dura mucho. Durante la misma, el líder debe demostrar su capacidad sin dejar lugar a dudas. Si deseas verdaderos valores en tu empresa, tú, líder, debes de tener un dominio absoluto de lo que estás enseñando.
“Un hombre que es líder de acuerdo con su capacidad y conocimiento de sus valores conseguirá tener confianza en sí mismo. La confianza es contagiosa, igual que la carencia de ella y un empleado sabe reconocer ambas”.
“El hombre por encima de cualquier actividad intelectual o social por alta que ésta sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en los valores, aquí, realmente más que cualquier otro campo de su vida se juega su destino”.
Fuentes: “Valores personales y empresariales” Soraya Bayo Romero; “Los Valores”. Kent Blanchard y Vince Lombardi, y “Vivir en valores” Julia Figueroa Rosado