El trabajo infantil está presente en prácticamente todos los sectores productivos, aunque en condición de informalidad e ilegalidad, advirtió la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Existe una correlación entre un menor nivel de escolaridad de los padres y una mayor incidencia de trabajo infantil, es decir, una relación directa con el ciclo de la pobreza y la exclusión social” que padecen los menores que laboran, dijo en un comunicado Mónica González Contró, secretaria académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
En México, de acuerdo con un diagnóstico de la casa de estudios, al menos hay tres millones de personas entre 5 y 17 años que realizan alguna actividad económica. De hecho, el fenómeno -lejos de disminuir- se incrementa año con año, por lo que es necesario “el diseño de un marco legal e institucional adecuado”, que aborde este problema en todas sus dimensiones, aseveró la investigadora.
El estudio añade que, de entre los menores de edad que laboran, 1.2 millones no asisten a la escuela. Además casi 32% de los niños que trabajan lo hacen 35 horas o más. Esto “implica una clara vulneración de sus derechos, porque no pueden asistir a las aulas y tienen una sensible reducción del tiempo disponible para realizar otras actividades”, apuntó González Contró.
Lamentablemente, muchos de los menores que desempeñan actividades productivas lo hacen en empresas o negocios familiares, sin ninguna protección, lo que incluye realizar funciones domésticas que no les corresponden de acuerdo a su edad, hasta laborar en sectores como la minería, que emplea a adolescentes que llegan a sufrir accidentes graves y perder la vida.
