En el trabajo y fuera de el a lo largo de la historia del ser humano se han manifestado diversos malestares que abarcan un amplio espectro del terreno psicológico.
Éste quizás es una de las esferas más difíciles de abordar por sus características y circunstancias intangibles. La psique, el alma, o como se le quiera denominar; es parte integral de nuestro organismo y sufre al igual que el cuerpo físico.
Sin embargo los padecimientos psicológicos, presentan la dificultad de observación, registro, diagnóstico y tratamiento; tanto dentro como fuera del trabajo; a causa de él mismo como parte de los malestares del ser humano en la época contemporánea.
A pesar de que las encuestas muestran a una población bastante satisfecha con su vida, los diversos tipos de malestares, físicos, psicológicos y sociales no dejan de aumentar. Es por ello que varios profesionales de la medicina, la psiquiatría, la psicología, la enfermería, la asistencia social, la educación y demás enfrentan la problemática de atender diariamente a más personas que se quejan de ciertos malestares que posiblemente tienen más que ver con “estar mal” que con auténticas “enfermedades”.
Malestares psicológicos en el trabajo
El manual utilizado como referencia para estudios de la psique y el trabajo del Centro de Referencia de Organización del Trabajo y Salud; retomado por el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud, detalla los siguientes criterios que pueden ser relevantes para el tema objeto de este trabajo:
“…Los puestos de trabajo son unidades de análisis básicas pero, habitualmente, desde el punto de vista psicosocial no es necesario tratarlos todos por separado, bien por cuestiones de operatividad, cuando hay demasiados, bien por cuestiones de anonimato.
Para agruparlos, el grupo de trabajo tendrá en cuenta tres criterios.
El primero, es el de la gestión de persona s: no se pueden juntar dos puestos, uno que implique mando sobre personas y otro que no, en cambio, por ejemplo, sí se pueden juntar los distintos puestos de jefes intermedios aunque entre ellos exista una jerarquía.
El segundo, es el margen de autonomía a la hora de realizar la tarea: no se pueden juntar puestos con distintas posibilidades de decidir a la hora de realizar la tarea; por ejemplo, a los trabajadores en el puesto de mecánico nadie les dice cómo deben arreglar las máquinas, en cambio los trabajadores en el puesto de operario no deciden ni como realizan el movimiento que hacen para aparear la pieza que le toca con la que le llega; las trabajadoras en el puesto de caja no deciden ni cómo se dirigen al cliente, en cambio las trabajadoras en el puesto de técnico informática programan con el sistema que ellas escogen.
El tercero, es la naturaleza de la tarea: por ejemplo, no se puede unir el puesto de trabajo de mecánico con el de administrativo, sus tareas no tienen nada que ver; en cambio sí podemos juntar el puesto de administrativo/a de recursos humanos con el puesto de administrativo/a de almacén, que realizan tareas parecidas”.
Derivado de la interacción de estos factores se puede enumerar una lista de posibles padecimientos psicosociales de los trabajadores, pero se debe considerar que no existe una sociedad humana que haya estado exenta de malestares y de trastornos psicológicos.
La nuestra, obviamente, no es una excepción. Tampoco debe llamar especialmente la atención el hecho de que los padecimientos actuales estén mediados por el tipo de sociedad en la que vivimos, no puede ser de otro modo.
La cuestión a destacar es el efecto que sobre estos padecimientos ha tenido la penetración de los tres grandes paradigmas que definen a las sociedades de consumo desde hace unos años: el mercantilismo a ultranza, la fe en la tecnociencia y el auge del individualismo. Estos factores pueden acentuar el surgimiento de malestares psicosociales y sus consecuencias en el trabajo.
Al intentar enumerarlos, la lista podría ser interminable: crisis de ansiedad; depresiones; distimias; duelos; hijos revoltosos –supuestamente hiperactivos–; fatigas y algias variadas; hipocondrías; disfunciones sexuales; alteraciones de la personalidad; adicciones de todo tipo; anorexias y bulimias; vigorexias, dismorfofobias; aislamientos e inhibiciones sociales; insatisfacciones varias y malos tratos, entre otros.
Desde una perspectiva psicológica y psiquiátrica a este fenómeno se le puede definir como psicopatologización de la existencia, que corre paralelamente al de la medicación de la sociedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los diversos tipos de depresión son el tercer problema de salud más importante en el mundo, pues afecta a un 15% de la población. Además, aparecen nuevas patologías.
Por todo lo anterior, mejor debería hablarse de nuevas demandas de trabajo y salud: adicciones al Internet, al teléfono celular, al juego, a las compras, al sexo y demás; trastornos nuevos como el síndrome de fatiga crónica y la fibromialgia; o síndromes como la vigorexia o el síndrome postvacacional.
¿Qué es un malestar psicológico?
Se suele definir como una mezcla de angustia, problemas de sueño, síntomas depresivos o falta de confianza en uno mismo; una combinación que causa sufrimiento emocional pero que también puede tener graves efectos físicos.
Las investigaciones sobre el cerebro y el comportamiento han identificado las condiciones en las que se tiene un buen rendimiento y aquellas en que el rendimiento se deteriora. Estos factores clave son:
- cuando la afluencia total de impresiones procedentes del mundo exterior cae por debajo de un nivel crítico y las exigencias del trabajo son demasiado bajas, las personas tienden a perder atención, a aburrirse y a perder su capacidad de iniciativa
- en condiciones de un flujo de estímulos y exigencias demasiado elevadas, los individuos pierden su capacidad de integrar mensajes, los procesos mentales se fragmentan y su capacidad de juicio se deteriora
- la relación en forma de “U” invertida entre la carga de trabajo y la capacidad cerebral es un principio biológico fundamental que tiene numerosas aplicaciones en la vida laboral, y
- expresada en términos de eficiencia a diversos niveles de carga de trabajo, significa que el horizonte óptimo de funcionamiento mental se sitúa en el punto medio de una escala que va desde unas exigencias de trabajo muy bajas a otras muy elevadas
Exigencia,desequilibrio y malestar psicológico
Dentro de esa zona media el grado de exigencia es “el justo”, y el cerebro humano entonces funciona de manera eficiente.
La ubicación de esta zona óptima varía según las personas, pero lo decisivo es que existen muchas que se pasan toda la vida fuera de esa área que les podría ofrecer oportunidades para desarrollar plenamente sus posibilidades.
Sus capacidades están siempre infrautilizadas o sobrecargadas, y ello origina un desequilibrio emocional y un estado de malestar psicológico.
Debe establecerse una distinción entre una sobrecarga cuantitativa traducida en demasiada cantidad de trabajo en un periodo de tiempo determinado, y una subcarga cualitativa, la cual consiste en que las tareas son demasiado repetitivas y carecen de variedad y dificultad.
Los investigadores han determinado una serie de criterios para definir el “trabajo saludable”. En ellos se hace hincapié en la necesidad de que se brinde a los trabajadores la oportunidad de: influir en su trabajo y controlarlo; comprender su contribución en un contexto más amplio; experimentar un sentimiento de comunidad y pertenencia en su lugar de trabajo, y desarrollar sus capacidades personales y aptitudes profesionales mediante un aprendizaje continuo.
Trabajo como detonante de los malestares psicológicos
Desde su intensificación en las sociedades modernas, el trabajo ha tenido un rol protagónico en la humanidad. Algunos estudiosos han afirmado que no solo le ha proporcionado los medios de sobrevivencia, si no que ha moldeado su mano y cerebro y por ello ha marcado también su evolución.
Es innegable que los procesos de trabajo han variado de tal manera que vivimos, sin lugar a dudas, en una sociedad con grandes avances. No obstante, las formas en que se han diseñado los sistemas de trabajo han soslayado la dimensión humana del mismo, y dada su mecanización y automatización, las consecuencias en el bienestar de la fuerza laboral han sido inevitables.
Aunque a lo largo de la historia existen progresos referentes al reconocimiento y control de condiciones de trabajo físicas y sus consecuencias en la salud biológica, los aspectos psicosociales y los efectos a nivel psicológico permanecen ignorados y sub identificados.
La importancia de considerar los elementos psicológicos vinculados al trabajo no es solo porque son indicadores de salud, según la definición de salud de la OMS, sino porque también existe un mar de evidencias que los relacionan con trastornos biológicos, tales como las enfermedades crónicas, sin mencionar las críticas ante la caduca y limitada visión cartesiana de la división cuerpo-mente.
Una forma de avanzar en su comprensión y entendimiento es subrayar que la división básica de ocupaciones puede ser útil para guiar la agrupación de puestos: directivos/as, encargados/as, técnicos/as, administrativos/as, trabajadores/as con oficio, trabajadores/as sin oficio (pero no debe utilizarse nunca esta nomenclatura, por el contrario se deben emplear los nombres de los puestos de trabajo existentes en la empresa, de forma que todo el mundo pueda identificar cuál ocupa).
Algunos factores de riesgo y malestar psicosocial
Los factores de riesgo psicosocial comprenden un amplio espectro. Esto no significa que todos ellos estén siempre presentes en todos los puestos de trabajo. Por ejemplo, un puesto de trabajo aislado no se verá afectado por factores de riesgo provenientes de la interacción con otros subordinados, con clientes, pacientes, pasajeros, etc. Sin embargo, posee otros elementos de riesgo asociados con la ejecución del trabajo en soledad y la falta de comunicación.
Una matriz de evaluación y conocimiento de malestares psicológicos debería contar cuando menos con los siguientes elementos:
- datos generales sobre la empresa: antigüedad, organigrama, sistemas de horarios, de salarios, de promoción, etc.
- características de la plantilla: sexo, edad, antigüedad en la empresa y en el puesto, entre otros
- diferentes aspectos que afectan al personal: ausentismo, enfermedades, formación, siniestralidad, rotación del personal, solicitudes de cambios de puesto o sanciones
- diversos aspectos que afectan a la producción: calidad de la producción, rechazos, índices de producción, intervenciones de mantenimiento y averías
- actas e informes de la empresa sobre seguridad y salud, así como del servicio de prevención
- consulta de otros estudios, teorías y conocimientos existentes relacionados con el tema
- factores de acoso laboral; inestabilidad en el trabajo; remuneración insuficiente; metas inalcanzables y capacitación inadaptada, y
- adicción al trabajo; fatiga residual; angustia; ataques de pánico y episodios psicóticos
Con todo lo anterior, se puede afirmar, asumiendo que no existe una definición específica y convencional sobre el concepto de efectos psicológicos del trabajo, se puede entender a éste como:
“Las consecuencias psíquicas derivadas de las interacciones entre el individuo y las condiciones de trabajo en general; y representan una respuesta afectiva y actitudinal del proceso de esfuerzo adaptativo (tensión) ante dichas interacciones. Dichos efectos pueden ser positivos o negativos y son precursores del proceso salud-enfermedad y por tanto, son alteraciones tempranas de dicho proceso (en su aspecto negativo) o elementos promotores del equilibrio y bienestar (en su aspecto positivo)”.
Al estudiar los posibles factores psicosociales dentro del centro de trabajo es preciso tomar en cuenta las siguientes bases:
- objetividad: grado en que los resultados obtenidos con un instrumento son independientes de la persona que lo usa y analiza e interpreta los datos
- sensibilidad: nivel en que un método o instrumento es capaz de diferenciar entre múltiples categorías del objeto de medida
- generabilidad: estado en que una puntuación puede ser generalizada a un determinado universo de situaciones o a una población de trabajadores, y
- valor crítico: es la referencia para la evaluación de la puntuación medida y de las decisiones
En cualquier caso, debe ser importante, en una misma evaluación de factores psicosociales, el empleo de varios métodos, técnicas y/o instrumentos, siendo, en muchos casos, la combinación de información de tipo tanto cuantitativo como cualitativo la elección más adecuada.
Teoría de los efectos negativos de tipo psicológico
El concepto de efectos negativos de tipo psicológico del trabajo (EFNP), fue desarrollado por diferentes psicólogos de Europa Oriental y en particular por la llamada Escuela de Dresden, con el Profesor Winfried Hacker y sus colaboradores.
Según su autor los EFNP se expresan en una disminución del comportamiento psicofísico, una valoración subjetiva de carácter negativo que repercute en el rendimiento, la productividad y accidentes.
No se traducen en datos clínicos, pero presentan un desequilibrio en el estado funcional del individuo, el cual de mantenerse, en muchos casos desencadena una enfermedad.
Se define a los EFNP como consecuencias no deseadas, que se reflejan en la eficiencia y los estados de ánimo del trabajador; se manifiestan durante y después del trabajo, expresándose en los diferentes niveles funcionales de aquel. Esta teoría reconoce cuatro EFNP:
- fatiga: esto es la disminución del rendimiento psíquico y corporal causado por el desempeño mantenido de la actividad laboral
- monotonía: es el estado de hipoactivación, en donde entre otras cosas, se ejerce la actividad sin motivación y de forma automática
- estrés: es una valoración emocional negativa o conflicto entre las exigencias de la tarea y los mecanismos y las capacidades del trabajador, y
- hastío psíquico: es el estado de alertamiento con gran carga emocional que se caracteriza por el sentimiento de exaltación, de enfado y desgano (desmotivación) en los subordinados
Conclusión
El método más utilizado para obtener datos sobre las características psicosociales del trabajo consiste en entregar a los colaboradores unos cuestionarios autoadministrados, porque son sencillos de manejar y además de que es fácil diseñarlos para extraer los conceptos básicos.
Aunque están concebidos para medir el trabajo objetivo, estos instrumentos miden inevitablemente las características del puesto de trabajo, tal como las percibe el trabajador.
En este sistema puede haber sesgo en las variables que dependen del método de autoadministración, como la depresión, el cansancio o la insatisfacción.
Una posible solución es agregar las respuestas a este tipo de encuestas por grupos de trabajo que tienen situaciones laborales similares. Esta es la base de sistemas muy utilizados que vinculan las características psicosociales con la profesión.