Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cerca de 12 millones de personas padecen acoso laboral en el mundo, de hecho en Europa este fenómeno, conocido como mobbing, es considerado epidemia, mientras que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya alcanzó el grado de pandemia, por ser una de las principales causas de suicidios.
En México todos en algún momento han padecido mobbing, pues “por nuestra cultura, nos parece normal que alguien sea molestado en la escuela, oficina y hasta en la familia”, expuso Griselda Zúñiga Ruiz, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El término mobbing, explicó, fue acuñado por Heinz Leymann, doctor en Psicología del Trabajo, pero quien lo estudió por primera vez fue el etólogo Konrand Lorenz, quien al analizar el comportamiento de ciertas aves, observó que éstas formaban conjuntos para atacar a un individuo.
Al principio, Leymann hablaba de bullying, pero conforme avanzaron sus indagaciones determinó que el acoso laboral es diferente al escolar, pues más que físico es psicológico.
Hay mobbing si un grupo tiene actitudes hostiles contra un compañero a fin de aislarlo. La víctima, aseguró la pedagoga, normalmente es una persona brillante, y por lo mismo vista como una amenaza por los atacantes, apuntó Zúñiga en un comunicado emitido por la casa de estudios.
Leymann usa el concepto para definir una situación en la que una persona ejerce violencia psicológica extrema, de forma sistemática, recurrente, y durante un tiempo prolongado, para entorpecer las labores y destruir las redes de comunicación y reputación de alguno de sus compañeros y así obligarlo a renunciar.
Para no confundirlo con un conflicto eventual, éste debe darse “mínimo una vez a la semana y por lo menos durante seis meses”, apuntó Zúñiga, quien realiza, como parte de su tesis de maestría, la investigación El mobbing y sus repercusiones organizacionales.
Como la línea entre ambos escenarios es muy delgada, Leymann diseñó un cuestionario para detectar 45 actividades de acoso divididas en cinco grupos, pues el acoso laboral se caracteriza por reducir la comunicación; tener menor contacto social con la persona acosada; desacreditar la reputación; reducir la ocupación de la víctima y desacreditarla profesionalmente; así como afectar la salud física o psíquica del acosado.
De igual forma, hay tres tipos de mobbing: ascendente, cuando es del subordinado al jefe (muy raro); horizontal, entre compañeros (más frecuente y fuerte); y descendente, del jefe al subordinado, que también es llamado bossing.
En México hay tratados psicológicos sobre el tema, pero estos no hablan sobre la forma en la que el acoso laboral repercute en la víctima y su entorno. Además, usualmente no es atendido porque no hay estudios que demuestren cómo afecta a las empresas e instituciones.
Por ello, Zúñiga busca, desde una perspectiva administrativa-organizacional, analizar el fenómeno dentro de una institución de gobierno. “Me enfocaré en el clima laboral y en cómo lo percibe el trabajador”.
Todos, en algún momento, “hemos sufrimos acoso y, últimamente, mobbing”, aseveró la académica. En México, según un estudio realizado por la consultora OCCMundial, 51% de los profesionistas lo han padecido.
En empresas e instituciones hay quejas usualmente ignoradas, pues dichos reclamos no se aceptan a menos que se presenten pruebas.