Fines de semana largos podrían salvar al mundo

Semanas laborables de cuatro días pueden representar beneficios tanto para las personas como para el ambiente y la economía

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Por Jesús Coronado

Los días festivos suelen ser recibidos con agrado por la mayoría de la población sobre todo cuando coinciden con un fin de semana y pueden aprovecharse los llamados “puentes” como convivir con la familia y amigos, explorar el mundo o simplemente tomarse un descanso del estrés de la vida laboral.

Qué sucedería si en lugar de ser un par de veces al año, todos los fines de semana fueran de tres días. El sociólogo Alex Williams de la Universidad de Londres en su artículo “How three-day weekends can help save the world (and us too)” indica que no solamente se trata de una buena idea, sino que más allá de las posibilidades de ocio, podrían ser una de las mejores alternativas para reducir el impacto medioambiental y de mejorar la economía.

La reducción de la jornada laboral implica un menor consumo energético, según David Rosnick y Mark Weisbrot en su estudio “Are Shorter Work Hours Good for the Environment? A Comparison of U.S. and European Energy Consumption”. Una semana de trabajo de cuatro días ahorraría todos los viajes al centro de labores, tanto de ida como de regreso, así como el consumo energético de los lugares en donde se trabaja. En una época en la que disminuir las emisiones de carbono y contaminantes es prioritario, un fin de semana de tres días puede ser la manera más efectiva de que la economía sea más amigable y respetuosa con el medio ambiente, de conformidad con “Hours of work and the ecological footprint: An exploratory analysis” de Anders Hayden y John M. Shandra.

En los Estados Unidos, ya se ha intentado implantar la semana laborable de cuatro días, porque en 2007 en el estado de Utah, se redefinieron los días de trabajo de los funcionarios, realizando horas extras de lunes a jueves para tener libres los viernes. Durante los primeros 10 meses se consiguió un ahorro de casi dos millones de euros en la facturación energética. Esto fue gracias a menos luz en las oficinas, aire acondicionado, uso de computadoras y demás dispositivos electrónicos, todo ello sin disminuir las horas de trabajo.

Dejar en su casa a miles de trabajadores durante un día a la semana, significaba para ese estado norteamericano un ahorro de 12,000 toneladas de CO2 al año, según Lynne Peeples de Scientific American, en el artículo “Should Thursday Be the New Friday? The Environmental and Economic Pluses of the 4-Day Workweek”.

Sin embargo, Utah abandonó el experimento dos años y medio después porque algunos residentes se quejaron de no tenían la posibilidad de acceder a algunos de los servicios durante esos viernes no laborales, lo cual impero por sobre la satisfacción de los empleados y la disminución de los costos en energía. El ejemplo de Utah demuestra que de aplicarse en todo un país podría conllevar a una mejora de la economía y con un menor impacto en el medio ambiente.

Trabajar menos también ayuda a conciliar la vida laboral con la familiar, ya que supone una mejora en la calidad de la salud mental y del bienestar físico. Igualmente, otorga más tiempo para actividades sociales y de familiares como cuidado de niños y de ancianos o de involucramiento con la comunidad.

En Gotemburgo, Suecia, los experimentos sobre reducción de horas de trabajo de acuerdo con una auditoría redujeron las el absentismo, aumento la productividad y mejoró la salud de los trabajadores. Multinacionales como Toyota en ese país han implantado jornadas de seis horas.

Dentro de los principales argumentos en contra de propuestas como esta se encuentra la viabilidad económica. El antropólogo David Graeber afirma en su artículo titulado “On the phenomenon of bullshit jobs” que existen trabajos que, en parte, no tienen sentido, en donde los trabajadores son infra-utilizados en sus puestos debido a problemas como el que definió Philip Landau como “presentismo”  (trabajadores que son valorados por la cantidad de horas que se encuentran en el trabajo y no por su productividad).

Nick Srnicek y Alex Williams precisan en su libro “Inventing the Future”, que la automatización cambiará de forma radical el mundo laboral, haciendo muchos de los procesos de producción más eficientes al necesitar menos energía y menos fuerza laboral humana hasta que no haga falta persona alguna en todo el proceso. Precisan que la clave para aprovechar la automatización sin sufrir un trastorno social es distribuir los beneficios.

En México, empresarios como propusieron reducir a tres días con 11 horas cada uno. Una medida que tuvo buenos receptores, ya que casi el 30 % de los trabajadores laboran más de 50 horas semanales, solamente superados por el 43 % de Turquía, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.