Divorcio detona productividad laboral

Los patrones deben tener presente que el bienestar personal de sus colaboradores impacta a la compañía

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 .  (Foto: Getty)

Cuando un patrón conoce que alguno de los colaboradores experimenta una separación matrimonial, tiene la idea de que la productividad de este elemento disminuirá, pues presupone que sus energías están dirigidas a enfrentar su problema, pero esto no ocurre necesariamente así, por ello vale la pena observar por qué ante una crisis de esta naturaleza la persona evoluciona y favorece su papel como trabajador.

Para las compañías en estos tiempos es importante conocer la forma en que la gestión del capital humano estudia la manera en que el estado psicosocial de los subordinados incide en la productividad y ciñe a aquellas a estar a alertas sobre las consecuencias en la conducta de su personal. Para ello a continuación se describe cómo es esta postura para que las partes de la relación laboral saquen el mejor provecho.

Entonces ¿cómo explicarse el origen de esta actitud? Uno de los efectos negativos que tiene la ruptura de las relaciones matrimoniales es la reducción considerable de los ingresos, pues se suscitan para cada una de las partes gastos –renta del domicilio; alimentación; servicios como luz, agua, gas, entre otros– que en el transcurso de este vínculo una o ambas los compartían.

Ante este déficit el trabajador en crisis puede mostrar un incremento en su productividad laboral, pues bajo su nueva condición las necesidades de solventar los bienes materiales mínimos y la de fortalecer la parte anímica, se convierte en el objetivo de vida.

Según Ignacio Bolaños, especialista en psicología en España, la separación de una pareja produce una crisis de transición de la propia unión, ante lo cual se debe considerar que ciertas cantidades de conflicto son necesarias para lograr cambios, entonces estos problemas pueden ser un motor o un freno de la evolución de ese núcleo social, porque tiene efectos positivos si surge una solución creativa.

Por supuesto que es preciso contemplar que no todos los seres humanos reaccionan igual, ya que el caos también puede ser destructivo, pues un ambiente tenso y hostil, reduce drásticamente el nivel de vida, daña el bienestar mental y acaba con las familias.

El individuo vive una auténtica dificultad y se le considera de esta forma porque está ante una circunstancia que causa una distorsión de su sistema familiar, por ende, al verse con poco dinero tienen el estímulo de realizar sus tareas laborales con más ahínco, y a conservar con máxima responsabilidad la fuente de trabajo.

En este fenómeno cabe considerar los casos de los profesionistas de aproximadamente 50 años de edad y las mujeres.

Los primeros cuando salen de la vida conyugal, dejan de lado sus anhelos de pasar una vejez en calma porque tienen que reestructurar sus finanzas para solventar sus satisfactores en la soltería y los de su antigua casa, o bien porque deben sopesar la carga de la familia que acaba y en ocasiones la de una nueva. Es necesario valorar que son personas con gran experiencia y que en virtud de la separación que afecta sus bolsillos también efectúan sus actividades con tesón.

Tratándose de las féminas también pueden verse conductas positivas, en razón de que este grupo adopta el rol de jefas de familia por lo que requieren del enorme pilar que presenta una fuente de empleo para quienes integran su núcleo. Se convierten en elementos de la plantilla laboral que no bajan la guardia ante los retos que se les presentan, pues están dispuestas a empoderarse en beneficio de la reestructura familiar que viven.

Por lo señalado, los patrones deben tener presente que el bienestar personal de sus colaboradores impacta a la compañía, por ello antes de anteponer cualquier prejuicio en torno al tema del divorcio es indispensable ser objetivo e identificar si se está ante individuos que tienden a sobrellevar una crisis de este tipo.