Implementa la escucha activa en tu personal

Las corporaciones pueden acortar la distancia con sus subordinados e incrementar sus capacidades si saben relacionarse mutuamente

Actualmente se hace patente que el hombre, las organizaciones, las instituciones educativas, las familias y otros sistemas sociales conviven por medio de muchos mecanismos tales como: las llamadas redes sociales (Facebook, YouTube, Twitter, WhatsApp, Telegram, Instagram, Linkedln, Spotify, Snapchat, Flickr, Google+, Pinterest, etc.), telefonía celular, video-conferencias, Skype, Internet, @mail, entre otras.

Paradójicamente es notorio que en la cotidianeidad el ser humano vive una época y entorno que puede ser denominado de incomunicación. Ello porque a pesar de que los individuos cuentan con estas vías de contacto, en teoría, de una forma mucho más productiva y beneficiosa, la calidad de la interacción es deficiente.

De ahí que amablemente Miguel A. Casillas, Coach Ontológico & Sistémico comparte cuáles son los factores que dañan el trato entre los colaboradores y sus patrones; cómo está afectado ese lazo en el terreno laboral y la manera en que abrir los oídos y la consciencia durante sus conversaciones contribuye a mejorar la forma de tender las líneas en aras de una mejor productividad.

Amenazas de las desatenciones

La falta de comunicación tiene un factor determinante, pues subyace una realidad imposible de negar y es que se cursa la era de la distracción, en donde los sujetos además de realizar rápidamente y con un alto grado de estrés las tareas que tienen asignadas en su vida privada y como trabajadores, están afectados por múltiples desvíos.

Estos agentes son la televisión, las conversaciones en los medios informáticos, la avalancha de publicidad, el traslado por las ciudades, el ambiente laboral, la navegación en la web, la revisión constante del correo electrónico, los ruidos, el procrastinar actividades, por citar algunos.

Los factores señalados originan el incumplimiento de los objetivos en cualquier campo, porque pareciera que la mente se resiste a focalizar, producir y concluir una problemática específica dado que decide concentrarse en tópicos muy dispersos.

Lo más grave es que se está perdiendo el sentido de la importancia de la escucha activa, toda vez que el vertiginoso ritmo de subsistencia inmerso en el llamado mundo globalizado genera que este proceso se quede únicamente en la función biológica, es decir simplemente en oír.

Es preciso señalar que las faltas de asistencia no solo se presentan en los hombres y las mujeres, pues también en las empresas como entes, se observa este fenómeno las cuales privilegian el contacto tecnológico por encima del social.

Incomunicación en el ámbito corporativo

Pueden ser variadas las razones que inducen a esta, las cuales son:

  • incompatibilidad de valores entre los subordinados y las compañías; equipos de trabajo deficientes e improductivos
  • rumbo de la negociación poco claro
  • carencia de definición de las competencias requeridas de quienes integran el sistema, y
  • falta de una escucha activa y generadora –esta última representa la columna vertebral en todo terreno en el que actúan las personas, por ejemplo: las negociaciones; las familias; los amigos–

A estos detonantes vale la pena sumar la ausencia de empoderamiento de las propias áreas de recursos humanos.

Niklas Luhmann, sociólogo alemán en sus diversos estudios sobre organización sistémica, al clasificar a los esquemas humanos en sociales, de interacción, psíquicos y naturales, refiere que aquellos toman del entorno los diferentes elementos que los conforman.

A partir de ahí el especialista identifica que lo más importante está en ubicar la relación entre los componentes que integran el medio, en lugar de trabajar en estos aisladamente, por ende si alguno no llegase a funcionar es menester cambiarlo por otro que sí sea operativo, lo que obliga a brindarles atención y mantenimiento para que el sistema social siga trabajando.

Derivado de esto ahora la atención la tienen la colectividad, las instituciones, las empresas, las escuelas y las familias como modelos en funcionamiento, porque la comunicación está en su naturaleza, pues con esta se procesa su razón de ser; de ahí que se afirma que un sistema que no se comunica pierde el sentido.

Desaprender para saber a escuchar

Lo primero por hacer es crear conciencia y descubrir qué se entiende por este concepto, para identificar a aquello que se esté ejecutando inadecuadamente y que necesariamente debe desechar, a efectos de dirigir los esfuerzos a un nuevo reaprendizaje en la forma de proporcionar atención.

Desafortunadamente muchas personas utilizan como sinónimos los conceptos oír y de escuchar, cuando en la realidad son totalmente diferentes.

De acuerdo con Rafael Echeverría, fundador y presidente de Newfield Consulting, en la obra Ontología del Lenguaje, oír tiene un origen biológico, y consiste en la capacidad de distinguir sonidos en las interacciones con el medio; en tanto que escuchar es un fenómeno pertenece al dominio del lenguaje y se constituye en las relaciones sociales con otros.

Su distinción radica en la generación de un mundo interpretativo (de percepción). Por ello el acto de escuchar implica comprensión .

Este aspecto es de tal relevancia que se puede percibir aun cuando no exista sonido y, en consecuencia, aun cuando no hubiese algo que oír.

Sirvan de ejemplos de lo anterior: los casos en que una persona le pide algo a otra, en donde su silencio puede ser percibido como una negativa; también es viable auscultar los gestos, las posturas del cuerpo y los movimientos en la medida en que exista la capacidad de atribuirles un sentido; por lo que en estas hipótesis cabe hablar de una atención empática con el otro.

Rafael Echeverría indica que esta actividad involucra tres ámbitos:

  • acción, es una primera forma con la que se confiere sentido al hablar
  • inquietudes, genera una interpretación sobre aquello de lo que se está haciendo al hablar. Conlleva la intención de atender a los demás, porque gran parte de la convivencia entre los individuos descansa en su capacidad de acoger las turbaciones de los otros, de anticiparse a lo que los interlocutores necesitan.

    Lo anterior es lo que generalmente hace un buen vendedor quien puede vislumbrar las necesidades de otra persona, incluso sin que esta se lo imagine, por lo tanto está en posibilidad de ofrecerle condiciones de satisfacción que no sabría cómo pedir, y

  • de lo posible, si aceptamos que el comunicarnos implica un actuar, reconocemos que hablar modifica el mundo, el estado de las cosas, y que, por consiguiente, trae consecuencias. Luego que alguien dice algo, se abren nuevas posibilidades y las antiguas dejan de existir

Si alguien sabe escuchar en estos tres ámbitos se puede decir válidamente, que es competente en este arte.

En este contexto, en la medida que las compañías, las instituciones educativas, las familias y los sujetos sean aptos en la escucha efectiva se reducirá de manera significativa la falta de comunicación que trae aparejada una serie de distorsiones y problemáticas interpretativas en los diversos canales de la comunicación.

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 .  (Foto: IDC online)

Efectos de atender y no solo oír

Cuando en los diferentes terrenos en que surgen las relaciones humanas se dejan a un lado los juicios emitidos en relación con un tema o situación conocida, y se logran efectuar acciones atendiendo los requerimientos la expectación de los otros, la brecha en el alejamiento será cada vez menor.

Por medio de la escucha activa y generadora se abre ante los hombres la oportunidad de empatizar con los demás; conocer a profundidad su inquietud y coordinar las acciones de solución, mejoramiento, movilización, emprendimiento o simplemente en ayudar a quienes estén a su alrededor a vaciar su vaso, es decir, a desocupar su mente.

En cuanto a las organizaciones, si bien es una realidad que sus colaboradores pertenecen a una era y mundo lleno de distractores altamente dinámico, especialmente en el ámbito laboral, estos no deben ser obstáculos para atender y participar del presente de aquellos, si no se desea caer en una incomunicación crítica, profunda y grave que no les permita descubrir los talentos, las ideas, las oportunidades, las debilidades, el desarrollo, la comunicación asertiva, las emociones inmersas, las fortalezas, las amenazas, los conflictos latentes, etc., de quienes participan en la productividad de las mismas.

Conclusión

Si se pretenden producir mejores resultados en la coordinación de las acciones efectivas, productivas y rentables dentro del centro de trabajo, como fuera de él, es decir en otros ambientes sociales incluso en el psíquico propio, es importante mejorar la calidad de la escucha.

De ahí que es necesario que cada persona se pregunte y responda honestamente: cuántas veces ¿me pasa lo mismo? ¿creo que sé de lo que me están hablando? ¿supongo lo que me van a decir? ¿me voy con mi conversación interna y dejo de escuchar lo que le interlocutor dice? ¿pretendo que lo que le pasa a quien me cuenta tiene que ver con lo que me pasa a mi? ¿me parece que al lado mío las personas sienten que tienen permiso para hablar? ¿genero un espacio de confianza para que los demás sientan que pueden hablar con la tranquilidad de que no va a ser enjuiciado?, y ¿he pensado como podrías dejar de distraerme?