De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, uno de los muchos padecimientos catalogados como enfermedad laboral es el síndrome burnout, conocido también como de aniquilamiento, desmoralización, o agotamiento emocional o profesional.
Para la maestra Alejandra Apiquian Guitart, especialista en el campo de la psicología laboral, se resume en los siguientes términos: se trata de una respuesta al estrés laboral crónico, una experiencia subjetiva que engloba sentimientos y actitudes con complicaciones nocivas para la persona y la organización, y principalmente se produce en el marco laboral de las profesiones que se centran en la prestación de servicios y atención al público: médicos, enfermeras, profesores, psicólogos, trabajadores sociales, vendedores, personal de atención al público, policías, cuidadores, etcétera.
Esta enfermedad está catalogada como progresiva y se desarrolla en cuatro fases, cuya transición no se puede determinar con precisión, pero en cada una existen características y sintomatologías propias:
- leve: se presentan síntomas físicos como dolores corporales y el enfermo se vuelve poco operativo
- moderada: aparece el insomnio, el déficit de atención y concentración y una tendencia a la automedicación
- grave: caracterizada por un ausentismo laboral acentuado, aversión por la tarea, cinismo, abuso del alcohol y psicofármacos, y
- extrema: genera aislamiento, crisis existencial, depresión crónica y riesgo de suicidios
Así las cosas, es indispensable que las organizaciones adopten medidas tendientes a prevenir el desarrollo de esta patología que va en crecimiento, entre las cuales están:
- proporcionar a los colaboradores información sobre la enfermedad, la sintomatología, los riesgos y las consecuencias para la salud, para su fácil detección
- atender a las condiciones laborales y propiciar un ambiente de trabajo en equipo
- evitar cargas de trabajo excesivas
- fomentar liderazgos productivos, detectar y eliminar aquellos que son tiránicos o abusivos
- establecer capacitación en materia de liderazgo, habilidades sociales, desarrollo gerencial, entre otras, dirigidas a sus puestos directivos
- proporcionar cursos de inducción para el personal de nuevo ingreso, y
- anticipar las necesidades futuras, brindando a los subordinados talleres, cursos y capacitación que generen habilidades y conocimientos para enfrentar tales retos