OIT y derecho del trabajo, aportan a la paz mundial

Gracias a los criterios de justicia social que crean la Organización Internacional del Trabajo y el derecho laboral, aquella es alcanzable

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 .  (Foto: iStock)

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), como fiel guardián del derecho laboral a nivel mundial, se creó en el seno de uno de los tratados de paz más importantes de la historia universal, pues con la impartición y aplicación correctas de la justicia social se trata de implementar a través de sus posturas y compromisos, dar respuestas indispensables para el desarrollo humano y, por tanto, alcanzar la paz y la seguridad del planeta.

La OIT es uno de los protagonistas importantes del derecho internacional (DI) contemporáneo, porque ha establecido criterios que demuestran que la justicia social, en su deber ser y correcta aplicación, le pueden dar a las naciones la pauta para la armonía y protección duraderas y anheladas por la humanidad; si bien estos conceptos son los que pretende adoptar el nuevo DI, también lo es que, lamentablemente, no se han alcanzado.

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El DI nacido desde 1945 con el fin de la Segunda Guerra Mundial, proclamó la protección al medio ambiente, el desarrollo económico y social de los pueblos, y el respeto de la dignidad humana por medio de la defensa de los derechos humanos; asimismo abrió la puerta a dos principios: las prohibiciones de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, y la de la intervención en los asuntos internos.

En la visión contemporánea del DI crece el interés de que en las relaciones internacionales participen actores distintos (si bien existían, no jugaban un papel preponderante como lo hacía el Estado, pues en este último se centraba el quehacer del DI); entre dichos participantes están: las organizaciones mundiales y las no gubernamentales; las empresas transnacionales y el individuo (como protagonista principal sujeto del DI), quienes crearon la comunidad internacional actual, con bríos para influir en las decisiones y preservar los principios aludidos.

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Es necesario precisar que la OIT surgió con anterioridad a la puesta en marcha del DI contemporáneo, data de 1919, en los últimos destellos del DI clásico (tuvo sus cimientos en la europa occidental del siglo XVI y perduró hasta 1945, con la figura del Estado como principal eje) y, por supuesto, traspasó el tiempo por su vital importancia.

Su implementación fue por medio de una inserción de aspectos laborales en el Tratado de Versalles (pacto que concluyó la Primera Guerra Mundial), solicitados por la Conferencia Internacional Sindical y Socialista, en una carta de trabajo con puntos básicos relativos a la protección de los colaboradores y a la creación de una comisión permanente en la materia dentro del texto del acuerdo; de esta suerte se redactó la famosa Parte XIII, del referido acuerdo que crea a la OIT y le da vigencia al DI laboral como se conoce actualmente.

La trascendencia de la OIT permite observar el sendero que la comunidad internacional tiene que recorrer; la razón por la cual ha sobrevivido a la Sociedad de las Naciones (antecedente de la Organización de Naciones Unidas –ONU-) y al DI clásico, porque desde su surgimiento la ONU ha pretendido consolidar un desarrollo pleno de la humanidad, a través de la paz universal derivada de una buena impartición de justicia social; por lo que, en las circunstancias actuales y el ambiente de hostilidad internacional prevaleciente, la comunidad debe llevarla a la práctica.