¿Vivimos para trabajar?

Desigualdad, urgencia de empleo y deudas desmedidas provocan que los nuevos trabajadores acepten contratos precarios

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 .  (Foto: iStock)

¿Contestas llamadas, mensajes y correos del trabajo fuera de tu horario laboral? ¿Eres freelance y sin importar el día o la hora asistes a reuniones, realizas cambios y atiendes a tus clientes? ¿Dedicas más tiempo a trabajar que a atender temas personales? Entonces, vives para trabajar.

En México y en el resto de los países el trabajo cada vez nos otorga menos garantías y el mismo empleo está menos garantizado; sin embargo, cada vez trabajamos más y le dedicamos más tiempo y vida a esta actividad, coincidieron expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma de México (UAM)

Los modelos de trabajo en la economía colaborativa no ofrecen certidumbre, pero dependen de una actualización constante ante demandas impredecibles que exigen una total disponibilidad de las personas, empobreciendo el tiempo “para vivir”.

“Se empobrece tu tiempo de vida porque todo tu tiempo de vida es tiempo disponible para trabajar y por lo tanto, todo tiempo que no estés trabajando es tiempo muerto y ese tiempo muerto es tu tiempo de vida, tienes que estar monetizando toda tu actividad ” destacó Jorge Moruno, académico de la UNAM.

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Lo anterior explicaron se acrecienta con la inclusión de factores como la tecnología, donde se introduce la relación laboral a la vida privada.

“El problema de los celulares o de los Smartphone es que de alguna manera, si desconectas el Whatsapp o el Telegram o alguna aplicación, desconectas también tu propia vida, porque de alguna forma todas tus relaciones sociales se están fusionando con las relaciones de producción”, afirmó Moruno.

Ello aunado al nuevo concepto de “vocación” que con el pretexto de que la actividad es algo que le gusta y apasiona hacer al empleado, se le ofrecen salarios bajos que terminan por hacer que haya que conseguir más de un empleo para poder pagar los gastos básicos.

Estos factores detalló Diego Bautista, académico de la UNAM, obedecen a las condiciones de desigualdad social que enfrentan sectores menos favorecidos, al enfrentar menos posibilidades de crecimiento.

Además de la necesidad de empleo para obtener derechos ciudadanos –salud, hipoteca, ahorro para el reitro-; dimensiones de deuda que son “prácticamente imposibles de cubrir” y el miedo que genera una constante competencia con el otro y un disgusto por el bienestar del otro.

Por lo anterior, la académica de la UAM, Élodie Ságal, precisó que la población tiene dos salidas ante estas situaciones: la informalidad y el trabajo ilegal, que permiten obtener un ingreso mayor, en menor tiempo y con menos requisitos para ejercerlo.

Aseguró que revalorar el conocimiento certificado supondría una respuesta, pues en vez de justificar subjetividades como “el compromiso con la empresa”, las habilidades que cada quien aporte a los procesos productivos, darán certeza patrimonial a los ciudadanos.

"El conocimiento certificado por nuestras instituciones ópera en una protección muy importante para el patrimonio", puntualizó Ságal.