Educación superior, palanca efectiva para encontrar mejores empleos

Más allá de escenas apocalípticas y de ciencia ficción, los robots y la inteligencia artificial llegaron para quedarse y revolucionar la forma en la que se prepara al futuro talento

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 .  (Foto: iStock)

2020-2030. Estamos comenzando lo que los especialistas han llamado “La década disruptiva”. Se esperan cambios volátiles, inciertos, complejos y ambiguos. Al término de ella, 375 millones de empleados en el mundo habrán tenido que cambiar sus roles, esto es 14% de la fuerza laboral, debido a las megatendencias que determinarán el trabajo como la aceleración tecnológica, la incertidumbre geopolítica, el desequilibrio de las habilidades y la demografía cambiante.

A esta agenda, tenemos que añadir el imperante tema del calentamiento global, que nos trasladará hacia una economía circular y una transición energética. Se masificará la red 5G y, dicen los expertos, la cuarta revolución industrial será una realidad para todos.

La educación ha sido, es y será un factor clave para encaminar a un país hacia el crecimiento y el desarrollo, sin embargo debe verse en su justa medida, sin los lentes de modas pasajeras, utopías y bajo una mirada estratégica y global.

El estudio Educación superior en México: Resultados y relevancia para el mercado laboral, 2019, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dice:

“Para lograr mayores avances en la productividad y la competitividad se requerirán mejoras en la calidad de la educación en todos los niveles, desde la educación preescolar hasta la educación superior”.

Hablamos en datos. El número de personas con título universitario creció 9% en una década, pasó del 35% en el 2008, a 45% en el 2018, en el conjunto de los países de la OCDE.

Su tasa de empleo es 9% superior al de los adultos con educación media superior, y le corresponden ventajas salariales del 57 %, frente a la gente que sólo cuenta con el bachillerato. “Eso es una buena noticia: aspirar, acceder y completar estudios universitarios sí tiene un efecto real en términos de mayor empleabilidad y de mejores ingresos”, afirma Roberto Martínez, director del Centro de la OCDE en México para América Latina.

Déficit de educación, superávit de paradojas

La primera métrica del desempeño en la educación superior debe ser darle a las personas habilidades, destrezas y competencias que les permitan no solamente emplearse, sino hacerlo en puestos del sector formal, que generen mayor valor, es decir, que revierten la baja tasa de productividad que se ha mantenido durante las últimas dos décadas, detalla Martínez.

Para alcanzarlo, se debe contar con una mayor tasa de egresados de carreras tecnológicas enfocadas en la economía digital, a la innovación y nuevas tecnologías, lo que permitiría a nuevos egresados llenar una brecha que se cataloga como brecha de competencias.

Actualmente, se están generando 25% nuevos empleos en áreas intensivas en innovación, pero no hay los suficientes egresados de las universidades o de los institutos superiores técnicos con los perfiles, asegura el representante de la OCDE.

Sin embargo, México vive inmerso en paradojas, las cifras son contundentes, ocupa el lugar número 59 de 72 países en la Prueba Pisa, el estudio internacional sobre educación más conocida y reconocida del mundo.

Sólo el 1% de los estudiantes logra un rendimiento en ciencias aceptable y un 36% ni siquiera obtiene un nivel mínimo, sin embargo, los estudiantes en nuestro país, afirma el estudio Pisa, declaran altos niveles de interés en ciencias comparados con sus pares en otros países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Hacen falta ingenieros

De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP), existe un déficit de 20,000 ingenieros en México para los siguientes años, enfocados en áreas de tecnologías de la información, ingeniería en robótica e inteligencia artificial.

En el ciclo escolar 2019-2020 en México se abrieron las licenciaturas e ingenierías en ciencias de datos e inteligencia artificial en a Máxima Casa de Estudios, el Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico de Monterrey, sin embargo, su matrícula no rebasa, en estos momentos, cada una los 40 estudiantes.

“Ya debería considerarse, como opción, el estudio de las llamadas tecnologías disruptivas desde el nivel medio superior”, y afirma que la gente no debería tener que esperar hasta llegar a la universidad, pues existen ya las herramientas para que los estudiantes adquieran las habilidades, “son escenarios que ameritan una reflexión y un análisis colegiado entre líderes del sistema educativo”, sostiene Martínez.

En algunos países como Vietnam y Singapur, ya se ha discutido el valor de incluir –ambiciosamente, afirma Martínez– en la currícula de la educación básica, aprender a programar, al igual que a leer y a escribir.

Aunque el déficit abarca no sólo carreras derivadas de la cuarta revolución industrial. La recomendación de la OCDE es contar con tres médicos por cada 1,000 habitantes, es decir, 393,600 médicos como mínimo: en México sólo existen 270,600.

En el citado estudio de la OCDE, se describe que el país no cuenta con un marco legal común que regule de forma integral el sistema de educación superior. La Ley de Coordinación de la Educación Superior de 1978 sustenta la coordinación entre los gobiernos estatales y federal en la educación superior, pero las responsabilidades de ambas partes no se encuentran claramente descritas.

Recientemente, se creó el Comité Nacional de Productividad (CNP) que desarrolló un marco de competencias para México (Sistema de Formación de Habilidades), basado en el informe Estrategia de Competencias de la OCDE para México en el 2017. El marco de competencias del CNP cubre todos los niveles de educación y las competencias necesarias para las industrias estratégicas. “Sin embargo, los programas sectoriales de las secretarías federales de educación, empleo y economía están diseñados de forma independiente, lo que conlleva riesgos de fragmentación”, detalla el informe publicado en París.

“Existe el Registro de Validez Oficial de Estudios (RVOE), un mecanismo de validación que contribuye a esta estandarización, pero no es obligatorio, aunque nosotros insistimos en conocer si será necesario que exista algún comité o alguna institución, cuyo cometido fundamental sea generar esos indicadores, además de desarrollar la política pública que contribuya a la estandarización de la calidad a lo largo y ancho de la educación superior en México”, detalla Roberto Martínez.

La educación superior en México debe ser una palanca efectiva de empleabilidad, “con miras a ganarle terreno de manera muy concreta al sector informal que, es sabido, constituye más del 50% de la fuerza laboral, lo que se traduce en una persistente baja productividad frente a los países miembros de la OCDE”, enfatiza Martínez.

Educación superior de calidad, el desafío

“La educación superior está creciendo y, si se mantienen los patrones actuales, el 26% de los jóvenes obtendrá algún título de educación superior a lo largo de su vida. Medio millón de egresados ingresan cada año en el mercado laboral y México confía en ellos para progresar en las cadenas de valor mundiales”, apunta dicho estudio de la OCDE.

Uno de cada dos egresados trabaja en un empleo que no requiere de educación superior en México, mientras que uno de cada cuatro egresados trabaja en la economía informal.

Alinear el sistema de educación superior con el mercado laboral, apoyar a los estudiantes para que tengan éxito en la educación superior en el mercado laboral, y para que exista una comunicación muy eficiente entre el mercado laboral, los empleadores y las instituciones que forman el talento son parte del camino a seguir, suscribe el documento.

El Instituto Mexicano para la Competitividad publicó un estudio para comparar carreras y analizar su índice de empleabilidad, “la metáfora del estudio era una chita, el mamífero más rápido del mundo y una tortuga. Las universidades mexicanas son esa tortuga que no se logra adaptar a las necesidades del mercado. Le sirven a sus trabajadores, a sus burócratas, pero no ayudan a construir estudiantes”, define su director Juan Pardinas.

Ejemplo de este desfasamiento es que para obtener un título en México, se estudia 40% más que un estudiante de la misma carrera en Estados Unidos o Canadá.

Para Jorge Fabre, vicerrector académico de la Universidad Anáhuac, “donde hay una gran capacidad de crecimiento para la educación superior es evidentemente en las carreras que le aportan más valor a la sociedad, ¿cuáles? Las que tienen que ver justo con las necesidades de la sociedad”.

“Lo que tenemos que enseñar a nuestros alumnos para que tengan más éxito es la combinación de esas dos cosas: realismo y practicidad social. Desgraciadamente, otra vez en la educación en México están divididas las instituciones en tres grandes ramas: la muy tradicional que no se percata por dónde va todo, la muy innovadora que no necesariamente ha hecho una reflexión realista sobre lo que necesita México, y la que sí, la que está situada entre la realidad y la innovación”, opina.

“La falta de oportunidades no nada más se ve en determinados países o la economía, la situación profesional de los jóvenes resulta mucho más afectada, pero esto es un problema que trasciende los ámbitos de la academia. Nuestra responsabilidad es preparar a los estudiantes de la mejor manera posible con los conocimientos que les permitan atender esta situación”, afirma Telma Ríos Condado, directora de Orientación Educativa de la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOSE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

México, motor de crecimiento

En este escenario, México, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), para el 2024, estará dentro de la lista de los 20 principales motores de crecimiento dentro de cinco años, junto con Turquía, Pakistán y Arabia Saudita, mientras que España, Polonia, Canadá y Vietnam abandonan la lista.

“Vivimos en un país privilegiado, ¿cuántos países hay que tienen 130 millones de personas? Pocos. Tenemos un mercado interno, mercado externo, somos de las economías más globales del mundo. Somos un mercado externo natural a los Estados Unidos y un poquito forzado al resto del mundo, gigantesco, con oportunidades de empleo; el problema es la capacitación de gente joven para poder ocupar esos puestos que se requieren. No estoy diciendo que los salarios sean maravillosos, desde luego que hay que tener más productividad para poder tener mejores salarios, estoy hablando a nivel general en México”, define Jorge Fabre.

“Si te hablo de la Anáhuac, donde tenemos el índice de empleabilidad más alto de México, medido por el Ranking Quest, a nuestros egresados les llueven ofertas de empleo, yo creo que por esa combinación que te mencionaba antes, pero México es un país lleno de oportunidades, debes hacer un gran esfuerzo de capacitación, educación y formación para poder alcanzar esto, y ser capaz de aprovechar esas oportunidades”, apunta Fabre.

“Pero tú compara a México con España y su capacidad de innovación. La capacidad de empleo para las generaciones jóvenes es mínima comparada con México. Allá tienes un porcentaje de población joven más formado académicamente que en México, pero con menos oportunidades de las que hay aquí. En este país existe una población más grande y con más oportunidades de desarrollarse profesionalmente, pero con menos oportunidades de educarse a los niveles internacionales.

“Estoy diciendo que las universidades en México, la educación superior en sí, le debe muchísimo a la nación, no está educando al nivel que debe de educar, ni al número que debe hacerlo, ni al nivel que debe preparar”, añade.

Debido a la sobreexposición de México ante su actividad predominantemente manufacturera, 17% en uso de mano de obra, frente a una tasa del 14% promedio de la OCDE, el país debe crear una estrategia que le permita crear una base de talento.

En un país donde, según la SEP, de cada 100 niños que entran a la primaria, sólo egresan de una licenciatura cuatro, ¿México llega tarde al futuro del trabajo? “Nunca es demasiado tarde, porque se trata de un fenómeno que tiene relativa- mente poco esto del despegue impresionante de la IA y de la automatización”, observa Roberto Martínez.

Y compara –en una referencia que a muchos, dice, se les antojará desproporcionada–, a México con Alemania, uno de los países más expuestos de la OCDE a la automatización.

“El gobierno alemán de Angela Merkel hizo un énfasis impresionante en la reconversión del talento y, como eso no es tan viejo, México aún está a tiempo de seguir encaminando sus esfuerzos y continuar con persistencia en la estrategia de la industria 4.0 que ya ha echado raíz y está puesta en marcha. Debemos buscar seguir por ese camino”, concluye Roberto Martínez.

Con información de Factor Capital Humano