Avances de la nueva cultura laboral

Avances de la nueva cultura laboral

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 .  (Foto: IDC online)

IntroducciónEn México el tema de la cultura laboral ha pasado por varias fases y diversos enfoques con el objetivo de mejorar y construir nuevas bases de productividad, competitividad y calidad de vida de los trabajadores. Hablar de cultura productiva resulta inseparable de las prácticas en la empresa; como ya lo hemos afirmado en otras ocasiones es hablar de la percepción, de los valores y conocimientos, así como de los hábitos y costumbres acumulados a lo largo de años de historia de un país en un territorio determinado. Así las cosas, en México se desarrolló una cultura productiva que entró en fuerte cuestionamiento desde los años setentas y que fue ya insostenible a fines de los años ochenta. Afortunadamente la nueva cultura laboral y las prácticas productivas han tenido respuesta positiva por parte de trabajadores y empresarios que han construido nuevos soportes de productividad y competitividad.

 

Avances que hemos tenido en la cultura productiva
Gracias al esfuerzo de los empresarios y los trabajadores se han vencido muchas de las resistencias que se expresan en diferentes niveles de la organización productiva, se ha logrado avanzar en aspectos que van desde la consolidación de un nuevo lenguaje de cultura productiva, hasta la negociación colectiva y las relaciones laborales.

 

Al vencer las resistencias hemos ganado en espacios que permitieron la consolidación de un nuevo lenguaje vinculado a una nueva cultura de competitividad, productividad y calidad. Entre los conceptos más importantes que se han consolidado como parte de la nueva cultura laboral podemos mencionar los siguientes conceptos:

 

  • multihabilidades,
  • trabajo en equipo,
  • alto desempeño,
  • facilitadores,
  • competencias laborales,
  • sistema de calidad,
  • capital humano,
  • certificación de procesos,
  • certificación de personas, y
  • mejora continua.

 

Pero además y quizás más importante aún, hemos logrado el comienzo de la superación de lo más negativo de la cultura anterior, que arrastrábamos desde la mitad del siglo pasado y que apenas de manera incipiente hemos empezado a superar como son:

 

  • un sistema abierto; la empresa escucha más la opinión de los trabajadores y mandos medios, abandonando el sentido autoritario de la gerencia;
  • una organización menos excluyente; la empresa ha comenzado a articularse entre sí compartiendo información y decisiones de manera corresponsable;
  • sugerencias de mejora e innovación para la empresa por parte de los trabajadores y la supervisión;
  • el eje de entendimiento comienza a ser la confianza y no la desconfianza y la sanción inmediata, como había ido hasta los años ochenta;
  • existe verdadero interés por hacer participar a los trabajadores en tareas más enriquecidas y esfuerzos compartidos; y
  • por su parte algunos sindicatos y los trabajadores realmente han asumido como suyos los compromisos y las metas por hacer empresas más productivas y competitivas en beneficio mutuo de empresas y trabajadores.

 

Todo lo anterior representa un avance que al empezar este año de 2006 debe formar parte de nuestra plataforma de arranque y base para construir nuevos propósitos y definir objetivos más ambiciosos que hagan de nuestra empresa una mejor organización; más productiva y de fuerte cultura competitiva.

 

Nuevas prácticas de organización productiva
Sumado a lo manifestado debemos adicionar la importancia que han tenido nuevas prácticas productivas que dan vida a los conceptos; no es posible imaginar una nueva cultura laboral sin la correspondiente modernización e innovación en las formas prácticas y específicas en las que se articulan los esfuerzos por ser más fructuosos en cada una de las áreas de producción de las empresas sin importar el tamaño de estas, ni el giro en el que estemos dedicados.

 

Las prácticas productivas son la expresión cotidiana de lo que se ha denominado las nuevas formas de organización del trabajo y de gestión de la productividad y de administración de la producción; en estos aspectos hemos crecido sobremanera durante los últimos diez años: resalta el hecho de que desde los niveles gerenciales y en múltiples espacios sociales hemos aprendido a:

 

  • utilizar nuevos conceptos de productividad y calidad;
  • comprender la importancia del mercado para mantener y elevar la calidad y disminuir los costos;
  • aplicar y utilizar los sistemas del control estadístico de proceso;
  • revalorar la importancia de recursos humanos calificados;
  • crear soluciones de bajo costo;
  • iniciar la creación de cadenas productivas más firmes;
  • desarrollar una estructura más profesionalizada de nuestras empresas, y
  • modernizarse en la cultura y el clima organizacional.

 

Finalmente en este recuento es preciso anotar algunos avances en el terreno de las relaciones laborales, ya que ello contribuye a un clima laboral estable y propicio para mejorar la inversión y la competitividad de nuestra empresa. Podemos anotar avances en:

 

  • una incipiente pero valiosa práctica de intentar vincular la productividad a los sistemas de remuneración;
  • una preocupación e interés creciente de los trabajadores, por la productividad y calidad, y
  • nuevas prácticas de entendimiento entre los actores de la producción que han permitido la creación de convenios de productividad, así como negociaciones antes inéditas como el caso de los paros técnicos.

 

Desafíos pendientes de la cultura productiva
Los principales resultados  muestran que las acciones emprendidas, aún tienen un alcance limitado, a pesar de lo cual el camino de la mejora de los procesos en las empresas tiende a ser más integral y a cubrir las diversas áreas productivas y administrativas, desde los subsistemas técnicos, hasta la mejora de los recursos humanos. Quizás las áreas de oportunidad no se han identificado ni de manera sistemática ni de manera oportuna y la cultura de la prevención productiva sigue siendo muy limitada.

 

También es importante indicar que resta acumular capacidad de repuesta y adaptación que poseen las unidades productivas para atender una demanda diversificada de modelos de un producto específico, a partir de la utilización de una misma base tecnológica, ello sería una respuesta flexible y oportuna que demanda el mercado.

 

A continuación se mencionan cinco aspectos fundamentales en la administración diaria de la empresa que presenta retos esenciales:

 

  • la capacitación: se ha visto fortalecida pues continua vinculada al concepto de competencias laborales; ha seguido creciendo en cuanto a los sistemas de certificación de competencias laborales, así como los centros de evaluación y el número de calificaciones;
  • la participación de los trabajadores: es un hecho que la cultura del trabajo en equipo, los círculos de calidad los grupos autodirigidos han resultado en un incremento de los índices de participación y hoy por hoy son elementos de valiosísimo incremento de la productividad, por ello mismo se deben redoblar esfuerzos para reproducir experiencias participativas y de mejora de productividad con distribución de sus beneficios;
  • los salarios y los sistemas de remuneración: en el año que inicia, habremos de asistir a un relativo y permanente debate que tiene como fondo el seguir analizando y buscando formas novedosas de renovar el sistema de remuneración para hacer flexible este recurso y ser más útil para la empresa y no afectar en demasía a los trabajadores; en algunas industrias que tienen ya períodos largos estudiándolos y aplicándolo como la metalmecánica, la industria del mueble, y otros sectores, aunque su diseminación en la industria y en los servicios aún es escasa;
  • las condiciones de trabajo: este es quizá el instrumento aún menos atendido, ya que observamos un crecimiento en los índices de accidentabilidad nacional, sin embargo hay que anotar que refleja grandes limitantes de cultura y de negociación pues son varios los sectores que lo descuidan ya que casi siempre han sido vistas como costos y no como inversión por parte de los empresarios y por la mayoría de los sindicatos también; y
  • productividad y relaciones laborales: respecto a la medición de la productividad los avances se han mostrado lentos y poco consistentes; la importancia que se ha dado a las herramientas de medición y mejora de la productividad ha visto surgir en los últimos años, diversos conjuntos de indicadores y descriptores que permiten un control más específico de segmentos del proceso productivo, así como en su integralidad o en los resultados finales del mismo: hoy se cuenta con métodos mucho más acabados de dichos indicadores y se espera vincularlos a formas individuales o colectivas de medición para a su vez relacionarlas con formas de distribución de beneficios de la productividad, lo que permite relaciones laborales en calma y cooperación.

 

Conclusión
La situación actual de competitividad le ha brindado a muchas empresas mexicanas la oportunidad de conocer y dominar nuevas prácticas productivas; sin embargo la competencia que ello conlleva ha dejado secuelas severas, aumentando la desarticulación de segmentos de cadenas productivas y el cierre de pequeñas y medianas empresas. Ahora debemos continuar e insistir en pensar más allá del interior de nuestra empresa misma, de esquemas generalizables y de soluciones mágicas, no debemos pasar por alto que las empresas que han innovado lo hacen no por ocurrencia ni por simple deseo, sino por la urgente necesidad de adecuarse a un mercado más abierto, más complejo, más dinámico; en suma más competitivo.