Situación del SIDA en el trabajo

Impacto de esta enfermedad en el ámbito laboral a nivel nacional e internacional, por Ancelmo García Pineda, asesor externo de la OIT

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 .  (Foto: IDC online)

Preámbulo

Durante agosto de 2009, se llevará a cabo en México la XVII Conferencia Internacional sobre el VIH/SIDA, en dicha conferencia concurren especialistas de todo el mundo y abordan el tema desde diferentes perspectivas; por otra parte, como una más de las acciones de seguimiento que realiza la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ha decidido continuar el estudio y análisis de esta enfermedad y su impacto en el ámbito laboral.  

La misma OIT ha difundido un reciente documento de trabajo sobre el tema, donde se reflexiona sobre su importancia e impacto en el mundo del trabajo en el plano internacional. De igual manera, toca relevantes aspectos que tienen que ver con la probable adopción de una nueva “Recomendación de la OIT”, en la cual estaría definiendo y aprobando por primera vez en la reunión anual de este organismo a celebrarse en el año 2009. Por considerarlo de interés para nuestros lectores, en la presente colaboración, abordamos algunos aspectos de este tópico.  

OIT y el VIH/SIDA

En su 298a reunión (marzo 2007), el Consejo de Administración de la OIT pidió a la Oficina que inscribiera en el orden del día de la 98a reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, a realizarse en 2009, un punto relativo al VIH/SIDA en el mundo del trabajo, el cual será objeto del procedimiento de doble discusión con miras a la aceptación de una nueva recomendación autónoma.  

Se decidió entonces que era necesario una norma internacional del trabajo que revistiera la forma de una recomendación, en la perspectiva de suscitar una mayor atención por el VIH/SIDA en los niveles nacional e internacional; de promover una acción concertada entre los principales protagonistas de la lucha contra este padecimiento y de magnificar el impacto del Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT sobre el VIH/SIDA y el mundo del trabajo adoptado en 2001. Asimismo, había que impulsar otras medidas y pasar revista a la evolución de esta problemática desde 2001.  

Es necesario hacer notar que en la mayoría de los instrumentos nacionales, adoptados o en etapa de proyecto, ha figurado el principio fundamental de la no discriminación, y sin perjuicio de lo anterior, tanto el número como la naturaleza de los demás principios incluidos eran diversos: se indicaba que las orientaciones contenidas en el Repertorio de recomendaciones prácticas no eran siempre aplicadas.  

En efecto, dado que el Repertorio es un instrumento de aplicación voluntaria, la aceptación de sus recomendaciones es opcional; además, no contiene disposiciones que prevean un control de la calidad o el alcance de su utilización, a diferencia de lo que ocurriría si se tratara de una norma, tal como una recomendación.  

Por ejemplo, algunas legislaciones y políticas nacionales que en todos sus demás aspectos están en conformidad con las recomendaciones del Repertorio, incluyen cláusulas contrarias a los principios del mismo (como las que establecen la obligación de someterse a pruebas de VIH o de revelar la condición de ceropositividad).  

El Repertorio de recomendaciones prácticas es un proyecto de actuación en el lugar de trabajo. En él se enuncian principios de desarrollo programático y se preconiza la tutela de los derechos, además de facilitarse las directrices prácticas para los programas de prevención, cuidado y apoyo.  

En el anexo del Repertorio, se enumeran los factores que aumentan los riesgos de ciertos grupos de trabajadores. A continuación se reproduce una lista indicativa de esos factores, basada en el contenido de ese anexo:  

 

  • trabajos que exigen movilidad, en particular la obligación de viajar constantemente y vivir lejos del cónyuge o de la pareja
  • actividades en lugares aislados con una vida social escasa y pocos servicios médicos o sanitarios
  • labores donde hay convivencia con hombres exclusivamente
  • servicios en los cuales el colaborador no puede protegerse él mismo contra la infección
  • funciones en las que predominan los hombres, siendo las mujeres una pequeña minoría, y
  • ocupaciones que implican riesgos profesionales como contactos con sangre humana, productos sanguíneos y otros líquidos corporales, heridas provocadas por objetos punzantes y el contacto con sangre infectada cuando no se aplican las precauciones universales y/o el material es inadecuado

VIH/SIDA y el mundo del trabajo

El ámbito del trabajo representa un frente esencial de la lucha mundial contra el VIH/SIDA, pues en él se registran muchos de los impactos más profundos de la epidemia; es también un factor clave de respuesta, especialmente en el plano nacional.  

Mientras los estados y las organizaciones de empleadores y trabajadores continúan aprendiendo, a duras penas, de la experiencia, la OIT y sus organizaciones homólogas han ayudado a articular respuestas. Los progresos logrados y sus límites, sumados a los cambios experimentados en la situación epidemiológica, obligan hoy a afinar y robustecer las respuestas correspondientes.  

De ahí que la adopción de una nueva recomendación vendría a satisfacer la necesidad de coordinar la acción de la OIT sobre el VIH/SIDA en el mundo del trabajo, abarcando un frente amplio y congruente; la recomendación sería un factor de cohesión más fuerte que el Repertorio de recomendaciones prácticas y éste seguiría aportando una dinámica adicional a los esfuerzos en este campo.  

Tendencias relativas al VIH/SIDA a escalas regional y mundial

Pese a las tan prometedoras novedades registradas en los últimos años a nivel internacional, entre ellas, mayor acceso a programas eficaces para su tratamiento y prevención, sigue aumentando el número de personas infectadas con el VIH/SIDA, a la par que la cantidad de vidas segadas por este mal.  

En la mayoría de los países han progresado los esfuerzos para afrontar la epidemia, pero éstos suelen beneficiar tan sólo a parte de la población y omitir a menudo a los más necesitados de prevención, tratamiento, atención y apoyo. Evidentemente, la situación varía según las regiones. En seguida se presentan algunos datos relevantes en la materia:  

 

  • desde que en el año 2001 se publicó el Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT, en todo el mundo se ha incrementado el número de adultos de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años y de niños menores de 15 años que viven con el VIH/SIDA
  • de 29 millones, en 2001, pasó a totalizar, en efecto, más de 33 millones en 2007, lo cual representa un incremento del 14%, y
  • de acuerdo con las estimaciones más recientes, durante el referido sexenio, el número de personas que viven con la enfermedad aumentó en todas las regiones del mundo. Los mayores incrementos se dieron en Asia Oriental, donde casi se duplicó la cifra, y en Europa Oriental y Asia Central, donde en 2007 el número registrado en 2001 se había multiplicado, en más del 250%

En los últimos años, el acceso al tratamiento y a los cuidados aumentó en el mundo entero, lo cual generó más ventajas considerables para los beneficiados por este acceso, entre otros: en el año que medió entre finales de 2005 y finales de 2006, más de un 50% adicional de personas necesitadas de medicinas antiretrovíricos (ARV) las consiguieron, lo cual representó un aumento de alrededor de 1.3 millones a 2 millones de personas en el mundo entero. Sin embargo, a finales de 2006, solamente el 28% de todas las personas que necesitaban el tratamiento en el mundo entero lo lograron.  

Tendencias registradas en el mundo del trabajo

De acuerdo con los datos señalados anteriormente, a finales del 2007 existían más de 33 millones de adultos de edades comprendidas entre los 15 y 49 años vivían con ese virus.  

Aunque el grueso de la población en edad de trabajar y de la fuerza de trabajo se sitúa en la franja comprendida entre los 15 y 49 años precisamente, de estas estimaciones se excluyeron a las personas infectadas entre los 50 y 64 años que aún trabajan.  

Por tanto, en las estimaciones actuales y mundiales acerca del número de adultos que viven con el VIH se infravalora la cantidad de personas que están en edad de trabajar y viven con este mal. Ello evidencía que para poder determinar con mayor realismo el impacto que esta epidemia tiene en el mundo laboral, es preciso contabilizar también los adultos de edad más avanzada pero en edad de trabajar.  

En un informe publicado en 2006, la OIT estimó que la proporción que representaban las mujeres en la fuerza de trabajo que vivía con el VIH era del 41%. Como a escala global la mitad de la población infectada por el virus son mujeres, es probable que éstas figuren cuando menos entre la mitad de la población adulta que no forma parte de la fuerza de trabajo aunque esté en edad de trabajar; algunas tienen más de 49 años de edad y muchas contribuyen de alguna manera a la economía.  

Importancia dada por el sector de empleadores

Las empresas tienen muy buenas razones para tomar medidas a fin de responder a la epidemia. El aumento de los costos, la pérdida de productividad y sobre todo las amenazas que entrañan para las bases de las economías en las que las compañías desarrollan sus operaciones amenazan la esencia misma de la actividad empresarial. La fuerza de trabajo está expuesta a riesgos cada vez mayores, y la epidemia afecta de manera desproporcionada a las personas cuya edad está comprendida en la franja de los años más productivos.  

Tal como lo señala la Organización Internacional de Empleadores en su sitio web: “este liderazgo de las empresas en la lucha contra la epidemia del VIH/SIDA es objeto de un reconocimiento creciente. Debido a que quienes se encuentran en edad de trabajar son los más afectados por las consecuencias de este azote mortal, el VIH/SIDA es un problema grave en el lugar de trabajo”.  

Impacto del VIH/SIDA en el mundo del trabajo

Los efectos que la epidemia surte en la fuerza de trabajo y en todas las personas que están en edad de laborar pueden medirse atendiendo al impacto que tienen en el crecimiento económico y del empleo mundiales.  

La OIT demostró en 2004, y nuevamente con datos más recientes, en el informe de 2006, que la tasa de crecimiento económico registrada en los países muy afectados por el VIH/SIDA había disminuido a causa de las consecuencias que la epidemia había tenido durante al menos el último decenio en la oferta de mano de obra, la productividad, las inversiones y el empleo. Es con todo factible que las empresas, los hogares, las familias, comunidades y economías logren salir del paso en los casos en que los trabajadores con SIDA tienen acceso a medicinas antiretrovíricos eficaces.  

El mismo informe de 2006 también demostró, por ejemplo, que los trabajadores con SIDA tratados en 2004 podrían haber trabajado durante 34 de los 54 meses siguientes calculados sobre un promedio mundial, y haber contribuido por tanto al ingreso mundial por habitante.  

El mundo del trabajo como espacio de atención

El lugar de trabajo es, por ello, un frente esencial para combatir la enfermedad en el plano nacional. Las primeras respuestas de la OIT al VIH/SIDA consistieron esencialmente en actividades de prevención de la infección y las medidas de lucha contra la discriminación en el trabajo.  

Algunos trabajadores quedan afectados a raíz de sus actividades laborales, ámbito en el que la OIT ya centra esfuerzos específicos concretamente propugnando la seguridad y la salud en el trabajo. Muchísimos de estos subordinados, sin perjuicio de cómo hayan contraído la enfermedad, son víctimas de discriminación y estigmatización, tanto en el lugar de trabajo como fuera de él. Esta epidemia, además, dificulta la reducción de la pobreza, obstaculiza el logro de un desarrollo duradero y coarta la aplicación efectiva del Programa de Trabajo Decente.  

Lo fundamental es que, a diferencia de las demás enfermedades, el VIH/SIDA afecta en una medida desproporcionada a la población adulta y activa, lo cual a su vez entraña unas consecuencias sociales y económicas de gran calado. El consiguiente cese de trabajadores, administradores y empleadores repercute en las familias y comunidades respectivas, al ocasionar la pérdida de sueldos y salarios, y la desaparición de toda una multitud de cuidadores y educadores. Todo lo anterior incide a su vez en las empresas, públicas y privadas, pues redunda en una pérdida de aptitudes y experiencia, y por tanto en un incremento de los costos laborales tanto directos como indirectos.  

México, VIH/SIDA y trabajo

En nuestro país, hay documentados 107,625 casos de SIDA, de los cuales se estima que más del 60% de los infectados falleció ya, según datos del Consejo Nacional para la Prevención y Control del SIDA (Conasida), que añadió que han recibido tratamiento con retrovirales un total de 40,000 pacientes. Del total mencionado, aproximadamente el 82.9% son hombres y el 17.1% son mujeres.  De acuerdo con la edad, los casos se conforman de la siguiente manera, de:  

 

  • 15 años: 2.4%
  • 15 a 44 años: 78.7%
  • 45 años o más: 17.1%
  • edad ignorada: 1.0 %

Como podemos observar, la importancia del grupo en edad de trabajar resulta esencial de tomarse en cuenta, pues este grupo presenta las siguientes dificultades o vulnerabilidades en el entorno laboral:  

 

  • exigencia o aplicación, en ocasiones sin notificación ni consentimiento de la persona, de pruebas de sida para acceder a un empleo (sector privado)
  • reducción o suspensión de ingresos al momento de hacerse público su padecimiento
  • inequidad laboral
  • despido por miedo de contagio
  • limitado acceso a la  capacitación especializada y puestos de mando, y
  • discriminación en diversas formas

Conclusión

La OIT ha afirmado que la lucha contra el VIH/SIDA requiere una respuesta en todos los planos de la sociedad y en cada sector de la economía; trasciende con mucho el ámbito de competencia de cada sector, ministerio y organismo de las Naciones Unidas tomado por separado.  

De hecho, el VIH/SIDA pone de manifiesto las fisuras que surcan la sociedad, en particular las desigualdades entre los hombres y las mujeres, entre colectivos mayoritarios y minoritarios, y entre las personas resguardadas en la economía formal y aquéllas que no lo están. También es revelador de aquellas conexiones importantes que no deberían caer en el olvido, como las que existen entre la salud y el trabajo, la educación y la economía; y los derechos y el progreso socioeconómico.  

Fuente:  El VIH/SIDA y el Mundo del Trabajo. Conferencia Internacional del Trabajo, 98ª reunión, 2009. Informe IV 8(1). Cuarto punto de la orden del día. OIT. Ginebra, 2008.