Perspectivas del comercio exterior para 2018

Puesta en marcha de proyectos de inversión en zonas sensibles del país, y conclusión de las negociaciones de la actualización del TLCAN.

No obstante que para este año no se previeron reformas legislativas en materia de comercio exterior, esto no implica que no habrá temas importantes, al contrario hay mucho que retomar y darle seguimiento, como las rondas de negociación para la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en cuanto a los asuntos pendientes de analizar en las mesas de trabajo, entre ellos la posible desaparición del Capítulo XIX relativo al procedimiento de solución de diferencias comerciales; las Zonas Económicas Especiales que aportan beneficios fiscales y laborales, y un régimen aduanero especial, infraestructura y programas para elevar la productividad, y el desarrollo urbano; entre otros tópicos de interés.

Como puede apreciarse, habrá aspectos importantes a considerar que no deben pasar desapercibidos, es por ello que se presentan temas misceláneos relacionados con ellos, incluyendo reflexiones sobre el diagnóstico de la situación económica y comercial que prevalecerá en el país, los cuales son abordados por especialistas en la materia, con el propósito de visualizar lo que debe esperarse para 2018.

El otro enfoque

En repetidas ocasiones y en diversos escenarios y foros, suelen realizarse diagnósticos y pronósticos acerca de diferentes aspectos, tanto económicos, como políticos y jurídicos, cuando comienza un ciclo y se conoce y analiza la situación que prevalece.

En IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral, tradicionalmente se ha llevado a cabo este ejercicio, desde una perspectiva técnica, en lo concerniente a los rubros que, dentro del comercio exterior, merecen la pena comentar.

Es así, como en su momento hace más de 30 años, se comentó lo que implicaría la entrada de México al GATT (hoy OMC), a pesar de la polémica que generó y la escasez de información en tal momento.

Después, con mayor certidumbre y mejores herramientas, en esta publicación se revisaron los temas centrales del TLCAN en 1994 y las implicaciones que traería para el empresario nacional.

De igual manera se incluyeron análisis sobre la entonces, nueva Ley de Comercio Exterior, la Ley Aduanera y sus históricas reformas de 1999, 2001 y 2013, por citar unas de las más relevantes.

Y no se olvida, la edición del 15 de enero de 2016, cuando con gran detalle se analizó lo que en aquel momento se vislumbraba como la nueva era del comercio exterior: El TPP.

Es decir, en esta época se acostumbra revisar, discutir y debatir, a partir de hechos consumados o por consumar, lo que podría ocurrir en esta actividad económica en el transcurso del año próximo, con independencia de que actos posteriores tengan impacto directo en los pronósticos expresados.

Y, cuál es el objetivo de la introducción enunciada, qué se persigue al establecer tal contexto para estos comentarios, cómo se deben interpretar desde la óptica técnica.

A continuación, algunas respuestas a las interrogantes plasmadas.

Es indudable que el 2018 será para el entorno internacional en general, y para nuestro país en particular, un año de retos en lo económico y político, será complicado mantener las variables macroeconómicas en orden, por ende, las repercusiones en lo social, hoy, son una incógnita.

Las elecciones en México; el rol del presidente de los Estados Unidos de América (EUA) y su reforma fiscal; la estabilidad de la Unión Europea ante la salida de Gran Bretaña; la situación en Corea del Norte; los eventos provocados por grupos terroristas; y el papel de China en la geopolítica, son factores que incidirán en las relaciones comerciales internacionales.

Y en lo estrictamente técnico, los asuntos que se enuncian en seguida son algunos de los que deben tomarse en cuenta, y por supuesto, ser sujetos de análisis y evaluación:

  • aplicación aduanera de la sexta enmienda de la OMA
  • evaluación de la funcionalidad del MATCE (que ha pretendido substituir al SAAI)
  • conveniencia del pedimento QR y del DODA
  • cambios en la AGA y sus criterios operativos, y
  • enfoque de la AGACE en sus facultades de fiscalización

Y es aquí, en donde encontramos la intención de estos comentarios y lo que hemos denominado el “otro enfoque” de lo que debemos esperar para el 2018 en materia de comercio exterior, vinculándolo siempre a lo que ha sido el objetivo de IDC, durante estos años, la asesoría para el empresario nacional que se dedica a importar y a exportar, y el análisis de su ambiente de negocios.

Qué se puede esperar para el 2018, en qué deben poner atención quienes se dedican al comercio exterior y quiénes les prestan servicios.

Desde la óptica macro, los resultados de la renegociación del TLCAN no se aprecian favorables para la empresa mexicana, y no tanto porque se pretendan gravar las exportaciones que se dirijan a los EUA, ya que ahí se pueden utilizar los instrumentos arancelarios de la OMC; tampoco porque se pretendan eliminar los medios alternos de solución de controversias (MASC) previstos en ese tratado, pues principalmente los usan las grandes empresas, y en todo caso existen alternativas en otros escenarios internacionales; ni siquiera porque se persigue cambiar los procedimientos y porcentajes de aplicación de las reglas de origen, al final, se puede variar la proveeduría no norteamericana y eficientar la aplicación del artículo 303 del TLCAN (si es que no se cambia), no, en realidad el problema de ello está en los proyectos de inversión tanto extranjeros como nacionales que se verían afectados y su consecuente impacto en el empleo directo e indirecto. Ese es el verdadero reto.

Igualmente se debe estar atento a los resultados de la revisión del llamado TLCUEM, que deberá terminarse, según información disponible, para febrero o marzo del 2018, y el status que guardará el TPP ya sin los EUA como miembro participante, así como la evolución de la Alianza del Pacífico, y la incorporación a la misma de países observadores de gran importancia en el comercio internacional como Australia y Canadá.

En función de esto, y para concluir con lo macro, se debe estar al pendiente de lo anterior y sus efectos en las tasas de interés, tipo de cambio, inflación y crecimiento del PIB, que se dará en nuestro país.

Desde la visión micro, el empresario y operador vinculado al comercio exterior debiera tener en mente en la parte sustantiva, su relación con el agente aduanal y la potencial consolidación de la figura del representante legal-aduanal, para reestructurar su nexo jurídico mediante el contrato de prestación de servicios respectivo, así como la viabilidad de utilizar agencias de carga, con los riesgos que conlleva, la realización ahora de auditorías electrónicas de comercio exterior por el SAT, y la nueva versión 3.3 del CFDI, entre otros.

En la parte adjetiva, el funcionamiento de las salas especializadas en materia de comercio exterior del Tribunal de Justicia Administrativa (antes Tribunal Fiscal), la operatividad y conveniencia de los acuerdos conclusivos y la duración de los procedimientos contenciosos en la materia.

Y en la parte de los buenos deseos (se vale por la época), la eliminación de la certificación por parte del SAT para el no pago del IVA para empresas IMMEX; la simplificación en los trámites para la obtención del registro como empresas certificadas; el cabal funcionamiento de la VUCEM (en despacho y en gestiones de RRNA); la certeza jurídica en las causales de baja de padrón de importadores; y la transparencia por parte de las autoridades en la aplicación de sus facultades en la presunta conducta de contrabando.

En efecto, el 2018 se ve complicado. Al tiempo.

El cambiante contexto

México en general y las exportadoras en particular, debieron plantear en su mapa de riesgos para este año que comienza, la incertidumbre en las políticas económicas de nuestro principal socio y cómo podrían afectar el comportamiento de la economía del país; amenaza, principalmente del giro en las políticas fiscal y comercial que está definiendo el gobierno estadounidense.

Tanto fiscalistas como especialistas en comercio exterior y mercados internacionales ya deben plantear los escenarios ante una serie de cambios que el presidente de esa nación ha emprendido. Esa situación también incidirá en el comportamiento de las exportaciones de las mercancías que salen de México; para ser más exactos, hay que referenciar a los productos manufacturados y agroindustriales cuyos precios dependen no solo de la demanda exterior, sino de las medidas que fijará ese gobierno para las importaciones.

Así, la renegociación del TLCAN y especialmente los bienes IMMEX serán los más sensibles, pues no bastarán los mecanismos de importación temporal y proveeduría externa –con bajos o nulos aranceles–, empleando otros tratados comerciales para después de incorporados los insumos partes y componentes, se reexporten a EUA y Canadá.

Temores

Las medidas de Trump, de eliminar (más que renegociar) el TLCAN, son señales que están causando incertidumbre en los mercados de las IMMEX, tanto en proyecciones de producción como de inversión y por ende, en la contratación de personal. Todavía se desconoce qué pasará. Todo es tan cambiante que cualquier sector o empresa tiene temor sobre cómo quedará la relación comercial entre México y EUA, si habrá cuotas, aumentarán las reglas de origen o fijará temporalidad para abrir sus importaciones.

No obstante de cómo avancen las rondas de negociación y los acuerdos que se lleguen a aceptar, lo inteligente será trabajar en mejorar la regulación –en pro de la reducción de costos–, y en la logística para que en combinación puedan –en el peor de los casos– amortiguar el probable pago de aranceles. Habrá, además, hacer dinámicos los tratados que tenemos suscritos, es decir, migrar a mercados de proveeduría y destino menos fluctuantes y nichos más específicos.

Hay que aclarar que cualquier arancel, impuesto o regla de origen que el gobierno estadounidense fije, no solo afectaría a las nuevas inversiones provenientes de los EUA y a las exportaciones que ya realizamos, incluso en caso extremo podría significar el cierre de plantas de producción en territorio nacional. Además perjudicaría, los componentes de la inversión extranjera directa –que consisten en la reinversión de utilidades y las cuentas entre compañías–, y directa e indirectamente la recepción de inversiones procedentes de terceros países. Nuestra atracción como país no solo es el mercado interno, es la plataforma de manufactura y exportación a EUA, por eso habrá que ver el impacto de las modificaciones tributarias también.

Estadísticas

Como país, a octubre del año pasado, con cifras del INEGI, nuestras exportaciones hacia EUA se incrementaban 11.1 %, registrando 36 mil 901 millones de dólares; tendencia de altibajos que podría continuar en el primer semestre de 2018 ante el escenario de mayores aranceles a sus envíos posteriores. Otro escenario es que se establezcan medidas no arancelarias, por ejemplo, cuotas de volumen, cuotas compensatorias (por dumping), y cuotas en volumen contempladas como Voluntary Export Restrictions (VERs), entre otras ¿les dice algo el acuerdo sobre azúcar?

A nivel nacional y a tasa anual, las cifras del INEGI indican que los envíos de manufacturas mexicanas fueron 13.2 % mayores, considerando aumentos de 18.8 % en las ventas del sector automotriz. Por su parte, los envíos petroleros aumentaron 16.5 % anual en octubre, uno de los mayores repuntes en varios años, mientras que las exportaciones agropecuarias 24.2 % y las extractivas 10.5 %.

En las cifras acumuladas enero-octubre del 2017, las ventas externas reportaron un crecimiento de 9.7 %, donde las de la industria manufacturera subieron 8.9 %. También, en esos 10 meses las exportaciones automotrices ascendieron 12.1 %, reflejando constante dinamismo.

Por otra parte, se estima que las IMMEX alcanzarían para diciembre de 2017 los 53 mil millones de dólares de superávit, siendo que un año antes sumaron poco más de 51 mil millones. Es oportuno mencionarlo porque se prevé que aportan un 58 % de las exportaciones totales de México y contribuyen con un 63 % de las manufacturas exportadas. Evidentemente con restricciones a la importación por EUA, el comportamiento de sus exportaciones pudiera relajarse y con ello también las importaciones temporales de insumos, partes y componentes.

Del otro lado de la moneda, en octubre las importaciones como país crecieron 16.3 % al sumar 39 mil 967 millones de dólares. Con esto, México reportó un déficit en su balanza comercial por (-)2,066 millones de dólares, que contrastó con el déficit reportado en el mismo mes de 2016 por 900 millones de dólares. Dicha cifra se originó de alzas de 11.8 % en las importaciones no petroleras y de 40 % en las petroleras (gasolinas, gas butano y propano). Así, para 2017 en los meses enero-octubre el saldo de la balanza comercial mostró un déficit equivalente a (-)11,117 millones de dólares.

Esos datos dan cuenta del entorno nacional, pero independientemente del comportamiento del comercio exterior, la IMMEX, por su parte, registraba un superávit superior a los 47 mil millones de dólares.

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 .  (Foto: IDC)

¿Por qué aumentarían las exportaciones?

Un primer factor se debe a que por el entorno de incertidumbre, es probable que las IMMEX y el resto de las exportadoras mexicanas incrementaron en 2017 sus flujos de mercancías hacia EUA desde el segundo trimestre previendo un escenario de mayores aranceles a sus futuras exportaciones. Más aún, igual y se percataron que la amenaza de aranceles a consorcios por ejemplo de la industria automotriz, perjudicará también al empresariado y consumidores estadounidenses, lo que afectará sus bolsillos y sus planes de expansión o contratación y por eso decidieron importar y hacerse de inventarios. Esta misma lógica pudiera pensarse que perdure en tanto no acaben las rondas de negociación del TLCAN y la paridad peso-dólar haga competitivas las ventas mexicanas.

Cabe aquí un paréntesis teórico. Si uno se ajusta a los postulados de la teoría económica y a la practicidad en los negocios, más que a las decisiones políticas, a largo plazo, las compañías ya no irán a EUA (a invertir y producir); permanecerán en el extranjero porque ese proteccionismo va a destruir más puestos de trabajo en esa nación que en otras, incluso por factores tecnológicos y uso de la robótica.

Vaticinio provisional

La política económico-comercial que seguirá el país vecino del norte dificulta hacer una evaluación precisa del comportamiento… sin embargo, los siguientes son algunos indicadores tanto en nuestro país como en EUA.

Por su parte, las perspectivas para México, el sector exportador y las empresas IMMEX son difusas por la imprecisión entorno a la política comercial estadounidense, la cual, sumada a las condiciones financieras más restrictivas, frenará la actividad económica. Ciertos organismos como el FMI, la OMC, el Banco Mundial, la CEPAL y la OCDE que en promedio pronostican una actividad económica estable en el mundo de 3.6 % en 2017 y para México en el orden del 2.1 % el año que terminó, así como del 1.9 a 2.2 % en este 2018.

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 .  (Foto: IDC)

Para concluir, una predicción: EUA daría vía libre a China como exportador e inversionista del mundo –si descarta a nuestro país como destino– de continuar encareciéndose el dólar, si la nación norteamericana desconoce acuerdos comerciales, si decide imponer barreras al libre comercio y si acaba por impugnar los lineamientos de la OMC, puesto que al mandatario estadounidense no le gusta el sistema internacional de comercio ni los acuerdos multilaterales.

De acuerdo con el Banco Mundial, la economía mexicana tuvo un desempeño mejor de lo esperado durante el primer semestre de 2017, con un crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) de 2.3 %. Misma cifra que en 2015; sin embargo, mayor que en 2014 con 2.1 % y 1.4 % en 2013.

Respecto a las exportaciones, México es el 12º exportador más grande del mundo. En 2015, el 80 % se destinaron a los EUA. El comercio con esta nación y Canadá se ha triplicado desde la implementación del TLCAN en 1994. Más del 90 % del comercio de nuestro país es con menos de 12 acuerdos de libre comercio con más de 40 países.

México exporta principalmente productos manufacturados, plata, frutas, verduras, café y algodón. Los socios comerciales más grandes que tiene son EUA (48 %), China (16.6 %) y Japón (4.4 %). Otros son Guatemala, Honduras, El Salvador y la Unión Europea. Estos acuerdos comerciales son una gran razón para el éxito de México.

El comercio internacional (exportaciones más importaciones) equivale al 66% del PIB del país. Eso es mucho más alto que Brasil (26 %) o incluso China (42 %).

Según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas las exportaciones petroleras mostraron un crecimiento de 57.7% en el primer trimestre de 2017, no obstante, persistió una balanza comercial negativa como resultado de un incremento del 64.2% en las importaciones petroleras.

Con relación con el tipo de cambio, se ha observado una reducción en la volatilidad de la cotización del peso con una apreciación considerable, no obstante el alza en los precios internos podrían derivar en continuar los ajustes al alza sobre la tasa de interés interna. El consumo privado ha disminuido su dinamismo, la inflación anual de los precios al consumidor alcanzó su punto máximo en agosto —6.7 %— tras el impacto de los aumentos en los precios de los combustibles domésticos al inicio del año y algunos traspasos por la depreciación acumulada de la moneda. En respuesta, el Banco de México subió su tasa de política monetaria en 125 puntos base durante el primer semestre de 2017 dejando la tasa de interés a un día en 7 % a finales de junio, por lo que se espera que la inflación caiga en 2018.

La economía está expuesta a shocks externos, en particular los relacionados con cambios en políticas económicas y comerciales en los EUA. La incertidumbre generada por las renegociaciones del TLCAN podría persistir e incluso intensificar, retrasando aún más la inversión y la realización de las ganancias de las reformas estructurales recientes. La economía mexicana está como nunca sujeta a un proceso de incertidumbre que nos viene de fuera y nos da un contexto muy difícil en la definición de cómo habremos de integrarnos con la economía norteamericana.

La renegociación del TLCAN ha aumentado la incertidumbre no solo sobre el futuro del acuerdo comercial sino también de las inversiones y de la estabilidad de la economía mexicana. La mayor parte de las exportaciones mexicanas tienen como destino EUA, lo cual podría complicarse con la proximidad de las elecciones presidenciales en México en julio de 2018 y las intermedias en el vecino país del norte en noviembre del mismo año. También aumentaría el riesgo de la terminación del acuerdo con un impacto perjudicial en el comercio, la inversión y las relaciones financieras. Por ello se espera que las negociaciones del TLCAN concluyan antes de que se celebren esas elecciones.

Tras la incierta continuación del TLCAN, México se ha encontrado en la necesidad de buscar nuevos mercados para no afectar la economía del país, una de las principales opciones es China que, hasta el primer trimestre de 2017, cuenta con un comercio total del 51,484,269. Seguido de este mercado está Rusia con 1,242,318, mientras que Nueva Zelandia tiene un comercio de 315,066. Finalmente se encuentra Australia y Corea del Sur con 315,066.

Por lo que se requiere que la renegociación sea positiva para los miembros del tratado con el objetivo de lograr beneficios y oportunidades, que dependen de lo que entre ellos entablen en los próximos meses.Sin embargo, si se cancela o no el TLCAN, México deberá diversificar sus relaciones comerciales con otros países para favorecerse. Tanto para EUA como para México, el mercado asiático es un eje de oportunidad del cual pueden favorecerse. Esto podría cambiar fuertemente con la firma de un TLC con los países asiáticos debido a que por el momento no cuenta con ninguno, a excepción de Corea.

Lo que se espera del 2018 es que la economía cuente con una mayor contribución de las exportaciones y la inversión al crecimiento, mientras que el consumo privado se desacelerará a medida que la inflación disminuya el poder adquisitivo y la expansión del crédito se desacelere debido al endurecimiento de la política monetaria. La actividad de construcción aumentará desde sus niveles históricamente bajos, reflejando la reconstrucción después de los terremotos de septiembre. Se confía que las reformas estructurales recientes y las licitaciones exitosas en el sector energético impulsen la inversión privada.

Ante la incertidumbre de la renegociación del TLCAN, México debe buscar nuevos mercados para no afectar la economía del país, además de estimular el crecimiento, la inversión y la productividad.

Cuarta ronda

Esta ronda se desarrolló de forma espinosa debido a las demandas agresivas de los EUA de elevar las reglas de origen del sector automotriz y agrícola; así como la idea de Donald Trump de debilitar el sistema de solución de controversias dentro del tratado; y la pretensión de incluir una cláusula de extinción, que haría que este instrumento comercial internacional dejara de existir cada cinco años, a menos que las Partes del mismo decidan renovarlo (El Financiero, 2017).

En lo tocante al sector automotriz, México y Canadá van por el mantenimiento de un contenido regional del 62.5 %, para lo que EUA buscará reducir su déficit comercial respecto a nuestro país, imponiendo un 70 % con una categoría específica para el contenido hecho en esa nación (Ramírez, 2017).

También, la complejidad del debate de las reglas de origen consiste en que el vecino del norte insiste en dimitir la exportación de frutas y hortalizas mexicanas por estacionalidad, lo que repercutirá negativamente en nuestros sectores productivos y en el mediano plazo, en los indicadores macroeconómicos vinculados al INPC.

Asimismo, el reto mayor consiste en mantener el Capítulo XIX “Resolución de controversias comerciales” que incluye las sanciones y cuotas antidumping y que EUA pretende eliminar como parte de las modificaciones estructurales al tratado. Empresarios estadounidenses han expresado su oposición a la intención de la administración Trump de suprimirlo, así como a establecer un porcentaje fijo de contenido estadounidenses en el sector automotriz (Notimex, 2017). Igualmente, se han pronunciado contra el interés de sus negociadores comerciales de introducir una cláusula de terminación automática del TLCAN cada cinco años.

Aparte de los desacuerdos se lograron avances significativos en temas relacionados con aduanas, comercio digital y buenas prácticas regulatorias y algunos anexos sectoriales. Por su parte el representante comercial de los EUA reiteró en esta ronda que el TLCAN ha generado grandes déficits para su país, lo que ha afectado el empleo, lo cual justifica buscar un nuevo equilibrio ante un acuerdo que les parece tan desigual (El Diario de Juárez, 2017).

En resumen, las exigencias de nuestro vecino del norte de realizar negociaciones cada cinco años y dejar en sus manos la mayor parte de las manufacturas de autos, junto con la facilidad de aplicar aranceles por importación contra ciertos productos mexicanos y canadienses, han empañado las conversaciones entre sus participantes lo que pone en duda el futuro de un pacto que se ha mantenido por 23 años.

Este tipo de propuestas contribuye a un clima de negociación cada vez más duro, ya que en la tercera ronda EU había puesto sobre la mesa algunas inocuas. Ante esto se debe tener en cuenta que la renegociación del TLCAN debe ir encaminada a mejorar las cadenas de valor y a desarrollar mecanismos sólidos que incentiven la cadena productiva de la región a fin de lograr una mayor y constante generación de empleos, y no solo el beneficio de un solo país.

Nuestro gobierno debe tener en cuenta que México no solo debe salir fortalecido con un acuerdo justo sino que debe lograr una posición que beneficie principalmente a las Pymes, dado su importancia para la economía nacional y quienes desde el inicio han sido el sector más castigado y limitado tanto en crecimiento como el desarrollo por la operación del tratado.

Quinta ronda

Concluyó con un avance en siete de los 30 capítulos. De acuerdo con la Secretaría de Economía se precisó que aunque no se cerró ninguno de ellos hubo avances en determinadas áreas planteadas en la misma.

Bajo este marco, existe un conjunto de capítulos que pronto podrían concretarse dado su grado de madurez en rondas previas, como es el comercio electrónico, las medidas sanitarias y fitosanitarias, las mejoras en prácticas regulatorias, el medio ambiente, la facilitación comercial en aduanas, y las medidas anticorrupción (e-consulta, 2017). Sin embargo, la conclusión de estos depende más de la “voluntad política” de los ministros de los tres países (24 horas, 2017).

Como menciona Morales (2017), las reuniones versaron principalmente sobre aspectos clave como las reglas de denominación de origen, la caducidad quinquenal y los detalles sobre el sector agrícola y la industria automotriz.

En cuanto a las reglas de origen de la industria automotriz, es decir, el contenido regional que debe tener un producto para no pagar aranceles, el equipo estadounidense propuso que los automóviles importados por EUA desde México y Canadá tengan 50 % de contenido nacional y 35 % de contenido de los dos países, tanto para vehículos pesados como ligeros, obligando al rastreo del origen del 100 % de las piezas (Notimex, 2017).

Al respecto, nuestra nación se centró en la discusión de la parte técnica de como la industria automotriz podría aumentar el contenido regional a partir del endurecimiento de las reglas de origen, ya que no ha cedido a dicha propuesta proteccionista y no va a responder por ahora en tal materia pues considera que la industria en Norteamérica funciona correctamente con las reglas que existen hoy en día.

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 .  (Foto: IDC)

Para abordar el tema de esta colaboración, conviene que recordemos, previamente, el mecanismo de solución de diferencias contemplado en el artículo 1904 (Capítulo XIX) del TLCAN. En tal disposición se prevé el derecho que tienen las Partes signatarias del tratado y las compañías de la región de América del Norte, de solicitar la revisión de las resoluciones por las que cualquiera de los tres gobiernos determinen la aplicación de derechos antidumping o cuotas compensatorias, a las mercancías importadas en condiciones de discriminación de precios, que causen daño a las productores nacionales de bienes idénticos o similares del país importador.

Los derechos antidumping son, en todo caso, un gravamen que los gobiernos establecen como un mecanismo de protección en favor de sus sectores productivos, en contra de lo que se ha nombrado “prácticas desleales de comercio internacional”, denominación, por cierto, muy cuestionable, porque la discriminación de precios en el mercado internacional es una forma de competencia razonable en un ambiente de mercados abiertos y en especial en una región geográfica que pretende ser una zona de libre comercio, como lo es la región de América del Norte. De este tema nos ocuparemos en una posterior colaboración.

Si se llegara a derogar, como es previsible, el Capítulo XIX del TLCAN y con ello el artículo 1904, se perdería la posibilidad de que las empresas de la región pudieran solicitar la integración de un panel binacional, que de acuerdo con las reglas vigentes, estaría integrado por cinco panelistas, que en sustitución de los tribunales nacionales, tiene competencia jurisdiccional para resolver, en única instancia, la revisión de las resoluciones en materia de derechos antidumping y compensatorios. Frente a este posible escenario –la desaparición de este Capítulo–, las afectadas por tales resoluciones administrativas, solo tendrían como opción acudir a los tribunales nacionales del país que aplicó la medida compensatoria, para que sean ellos quienes resuelvan, con base en su legislación nacional, esas impugnaciones.

Sin embargo, se considera que salvo el Capítulo XIX, el TLCAN no será denunciado por ninguno de sus integrantes, porque es indudable que tanto Canadá, como los EUA y México han recibido importantes beneficios al amparo de las reglas del tratado. La lógica económica y jurídica con la que seguramente se conducen sus negociadores los debe llevar, muy probablemente, a proponer reformas orientadas a su modernización y no a su eliminación.

En este orden de ideas, estimo que un camino hacia la modernización del TLCAN sería la derogación de su artículo 1904, dado que con la práctica de 24 años de vigencia, ha quedado evidenciada la inoperancia del mecanismo de solución de diferencias con base en paneles binacionales establecidos en ese precepto.

De acuerdo con la experiencia acumulada a lo largo de la vigencia del TLCAN, podemos afirmar que el funcionamiento de esos paneles tiene serias deficiencias, entre otras, la ausencia de un catálogo de precedentes o criterios de interpretación y aplicación de las leyes (del tipo de los criterios jurisprudenciales) pertinentes de cada una de las tres naciones, situación que genera la imposibilidad de predecir el sentido de la resolución de un panel binacional, porque aun existiendo resoluciones previas emitidas por otros paneles para casos similares, estos criterios no son obligatorios para ningún otro panel.

Y es por esta razón que frente a la muy probable eliminación del Capítulo XIX del TLCAN, hemos impulsado una propuesta dirigida a la modernización del tratado, que consiste en la creación de un tribunal regional de comercio internacional, que tendría competencia jurisdiccional para atender y resolver todas las diferencias de carácter comercial que afecten a las empresas canadienses, americanas y mexicanas. Dicho tribunal estaría integrado por magistrados de los tres países y contaría con una estructura orgánica adecuada, para desarrollar con oportunidad y eficiencia, tan importante función.

Por otra parte, los gobiernos de los integrantes del tratado, que consideren que las medidas comerciales previstas por cualquiera de ellos afecta injustificadamente a sus exportadoras, tienen como opción acudir al Órgano de Solución de Diferencias (OSD) que es el tribunal de la Organización Mundial de Comercio (OMC) a la que pertenecen.

En efecto, existe consenso internacional en aceptar que una de las funciones más importantes de la OMC, es resolver toda controversia que se suscite entre los integrantes, derivadas del incumplimiento de los acuerdos comerciales que la propia organización administra.

Tal mecanismo de solución de diferencias, que ha acreditado su pertinencia adolece; sin embargo, de una importante limitación, debido a que el OSD únicamente atiende y resuelve las reclamaciones de los estados miembros y no admite las de las empresas del sector privado, a pesar de que son las productoras, exportadoras e importadoras y no los gobiernos, quienes en realidad efectúan las operaciones de comercio internacional y, en todo caso, son ellas quienes resienten el perjuicio que puede derivarse de la inobservancia de alguno de los acuerdos comerciales administrados por la OMC.

En estas condiciones, las empresas mexicanas que llevan a cabo exportaciones de mercancías a los países miembros de la OMC, no tienen la opción de presentar una reclamación directamente ante el OSD y, en su caso, deben hacerlo por conducto del secretario de SE, quien tiene la facultad discrecional de decidir si se presenta o no.

Si, en opinión del secretario de economía, el problema de acceso a un mercado o de incumplimiento de cualquiera de los acuerdos abarcados, merece que se inicie una reclamación ante el OSD, gira instrucciones en ese sentido para que sean sus funcionarios quienes preparen y lleven el caso ante tal tribunal, pero si bajo su criterio el conflicto planteado no tiene merecimientos suficientes, simplemente lo archiva sin tener obligación de acreditar las razones jurídicas y económicas que avalen su decisión. Es decir, la presentación de una reclamación comercial ante el OSD, depende de la “buena voluntad” del secretario de economía y no de un derecho contenido en la legislación mexicana en favor de las empresas que participan en el comercio exterior del país.

Diferente escenario se presentaría a las empresas exportadoras mexicanas, si mediante una reforma legislativa a la Ley de Comercio Exterior (LCE), se incluye un capítulo que regule el derecho a solicitar al citado funcionario la atención de una queja de esta clase y el compromiso a cargo de dicho funcionario de analizar jurídicamente el problema de carácter comercial exhibido por las solicitantes.

El secretario de la SE tendría la obligación, por mandato de ley, de dictaminar la pertinencia o no, de iniciar un caso de solución de diferencia ante el OSD y, si del dictamen se desprende que la reclamación de las compañías mexicanas tiene fundamento jurídico bajo las reglas de la OMC, quedaría obligado a iniciar el procedimiento de solución de diferencias ante el OSD. En todo caso, el dictamen que emita, deberá estar debidamente fundado y motivado.

Una reforma a la LCE como la que se propone, se traduciría en una ventaja jurídica para las compañías mexicanas que realizan operaciones comerciales en el mercado internacional, porque además, permitiría a sus representantes legales, formar parte de la delegación del gobierno mexicano encargada de participar en las consultas previas y, en su caso, en la presentación y seguimiento ante el OSD del procedimiento de solución de diferencias y, consecuentemente, defender el caso con un mejor conocimiento de los hechos que integran la reclamación y de las mercancías involucradas. Obviamente, dichos representantes conocen mejor el problema que les aqueja que el conocimiento que del mismo puedan tener los funcionarios de la Secretaría de Economía.

Uno de los grandes retos para nuestro país durante el 2018 será, indudablemente, la creación e implementación de un marco jurídico y condiciones económicas que puedan hacerle frente a la inestabilidad de mercados, la eventual reforma fiscal en los EUA y la posible –aunque no deseada– salida de nuestro vecino del norte del TLCAN.

Es por ello que el presidente de México, tras la expedición de la Ley Federal de Zonas Económicas en junio de 2016, ha elaborado los decretos pertinentes para la Declaratoria de este régimen en el Istmo de Tehuantepec (abarcando los polos de Coatzacoalcos, Veracruz y Salinas Cruz, Oaxaca), Puerto Lázaro Cárdenas (Michoacán y Guerrero), Puerto Chiapas y Progreso, Yucatán.

Asimismo, se ha creado la figura de la autoridad federal para el desarrollo de las Zonas Económicas Especiales (ZEE´s), un organismo descentralizado de la SHCP quien en poco tiempo ha suscrito convenios con colegios, asociaciones y cámaras de diversas áreas por ejemplo notarios, contadores, abogados, traductores, investigadores, de la industria de la construcción, de autotransporte de carga, banca de desarrollo, instituciones financieras privadas, entre otros, con el ánimo de activar estos proyectos a la brevedad.

¿Qué implica una “zona franca”?

Actualmente existen 4,300 “zonas francas” alrededor de 100 países del mundo. Dichas áreas han servido como un detonante económico en regiones como República Dominicana o Hong Kong siendo este último, la principal “zona franca” a nivel global, lo que explica que, con una población de tan solo siete millones de personas sea el segundo receptor de Inversión Extranjera Directa de todo Asia –únicamente por debajo de China– y el séptimo a nivel internacional.

Ello nos hace ver que la situación geográfica privilegiada que tiene nuestro país podría aprovecharse exponencialmente ya que otras naciones han obtenido importantes beneficios sin contar con la ventaja de ser el vecino del “principal consumidor del mundo” y con un mercado interno de consumo importante.

La brecha social y económica del norte y sur de nuestro país es notable. Con las actuales Declaratorias, 10 de las entidades federativas con índices de pobreza más altos se verían beneficiadas en los próximos 15 años a partir de la creación de cadenas de valor sólidas mejorando sustantivamente la calidad de vida de las familias de las zonas.

¿Qué tan atractivos son los beneficios contemplados?

El paquete de incentivos presentados actualmente prevén beneficios fiscales a nivel federal y local, apoyos para la competitividad y financiamiento público-privado. Dentro de los primeros, cabe destacar la exención durante los primeros 10 años del ISR y un 50 % del mismo en los siguientes cinco años. Adicionalmente, se aplicarán deducciones del 25 % sobre los gastos para la capacitación de capital humano que labore en las ZEE´s y descuentos en cuotas de seguridad social. Por ejemplo, una deducción del 50 % durante los primeros 10 años en materia de salud y maternidad y 25 % en los cinco años posteriores. Asimismo, se contempla la exención del pago de derechos por la explotación de propiedad federal (hasta por un 7.5 % del valor del bien) y transacciones libres del IVA sumado a un régimen especial para las aduanas hasta por 60 meses.

La derrama económica puede llegar a ser trascendental para las regiones en donde se encuentran localizadas las Zonas Económicas Especiales por lo que los gobiernos estatales han suscrito convenios de coordinación con el federal para que dentro de los incentivos fiscales se incluyan deducciones al impuesto predial, en los servicios de hospedaje y el impuesto sobre la nómina, entre otros como el pago de derechos vinculados con el medio ambiente.

Asimismo, es destacable dentro de los beneficios no fiscales para la competitividad, el apoyo a la innovación y la capacitación y el financiamiento para emprendedores pero, especialmente, la figura de la “ventanilla única” para simplificar los procedimientos y brindar información y soluciones oportunas.

¿Y la “letra chiquita”?

El reto es enorme, los servicios a brindarse tendrán que ser de clase mundial facilitando el cumplimiento de normas mexicanas y aprovechando controles electrónicos, servicios en línea 24/7 y promoviendo la interconexión con cadenas productivas del centro y norte del país.

En consecuencia, es lamentable que la infraestructura de nuestro país aún está lejos de ser de vanguardia, pero se le ha dado prioridad a mejorar la red ferroviaria –una de las grandes desventajas con las que se enfrentaban logísticamente los empresarios– con una inversión público-privada de gran importancia: alrededor de unos 13 mil millones de pesos.

Al igual que muchos otros proyectos con posibilidades de desarrollo en nuestro territorio, las ZEE´s corren el riesgo de fracasar si no se cuenta con la seguridad necesaria y un marco regulatorio que –sin inhibir las actividades económicas– garantice que no se realicen dentro de las mismas conductas delictivas. En consecuencia, confiamos que se consoliden estas “zonas francas” a través de iniciativas tan ambiciosas como las presentadas hasta ahora.