La política proteccionista de comercio internacional implementada por Estados Unidos ha generado tensión entre los países e incertidumbre en los mercados financieros internacionales, elevando los riesgos de una nueva desaceleración del crecimiento mundial, estimó el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP).
Ello, a consecuencia de la aplicación de aranceles por parte del gobierno de Estados Unidos a productos de acero y aluminio y, recientemente, a productos que afectan al sector industrial y tecnológico de China, argumentó.
Esta medida se ha extendido a los principales socios comerciales de Estados Unidos (México, Canadá y la Unión Europa), así como a otros países abastecedores de dichos insumos que no quedaron explícitamente exentos del gravamen, como son Turquía, India, Rusia y Japón.
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El órgano de apoyo al trabajo legislativo de la Cámara de Diputados apuntó que todos estos países han dado respuesta a esto mediante la aplicación de aranceles a distintos productos estadounidenses, igualando el valor del daño ocasionado.
Diversos organismos internacionales, principalmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) y analistas privados como Merrill Lynch, coinciden en que una “guerra comercial” llevaría a una reducción significativa del crecimiento económico global.
La imposición de aranceles podría afectar las cadenas de suministro y de valor, debido a la elevada integración que tienen actualmente las industrias entre países.
El Banco de Pagos Internacionales (BIS) en su reciente reporte “La economía global: desarrollos, perspectivas y riesgos”, enfatiza que a futuro, una posible escalada de las medidas proteccionistas en el comercio internacional es uno de los principales riesgos para la economía global, pues implica a las principales regiones del mundo, como China, América del Norte y Europa.
El CEFP comentó que las principales recomendaciones que emite el BIS, se orientan a que los países deben garantizar la sostenibilidad de sus finanzas públicas, mientras que la normalización de la política monetaria en las economías avanzadas reforzaría la capacidad de los países ante los riesgos latentes.