Como bien se sabe, México está inmerso en dos temas muy importantes, la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), suscrito entre México, Canadá y los Estados Unidos de América (EUA); y los procesos legislativos para la ratificación del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (conocido comúnmente como TPP 111 o CTPP por sus siglas en inglés) que deben cumplir por lo menos cinco países de los 11 integrantes para que entre en vigor este acuerdo de nueva generación, cuya formalidad fue observada por la Cámara de Senadores de nuestra nación en abril de 2018. Instrumentos comerciales internacionales sobre los cuales la doctora Alma de los Ángeles Ríos Ruiz, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I y Profesora de Tiempo Completo (C) Definitiva de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, realiza diversas apreciaciones sobre el estatus que guardan y el impacto para nuestro país.
Actualización del TLCAN ¿en dónde va?
Los negociadores estadounidenses y mexicanos del TLCAN se han reunido para tratar de completar un acuerdo que atañe al sector automotriz en cuanto al contenido y los salarios en la fabricación de automóviles, las reglas de origen y la cláusula de extinción o sunset, en donde esta última ha sido el mayor obstáculo para poner un final definitivo y favorable al mismo.
Ninguna de las partes se ha mostrado dispuesta a hacer concesiones con la cláusula sunset, la cual implica poner fin al pacto comercial automáticamente cada quinquenio –a menos que los tres socios ratifiquen su continuación–. Según Morales (2018), México a blindado la viabilidad y la operación del TLCAN con la exclusión de esa cláusula, la cual se considera “radiactiva” al ir en contra del objetivo principal de este instrumento internacional esto es, dar certeza a las compañías que invierten en los tres países integrantes (Martín, 2018).
También se ha protegido la permanencia del capítulo 20 donde se regulan casos de resolución de controversias Estado-Estado, como condición a las posiciones que el gobierno mexicano ha cedido en cuanto a las reglas de origen del sector automotriz. Precisamente estas concesiones están dirigidas en tres sentidos, en: la incorporación del elemento laboral, el aumento del contenido regional, y el incremento del uso de ciertos metales locales en la producción de los vehículos automotores. Ante ello, la parte mexicana ha planteado plazos de transición tanto para el aumento del contenido regional de las reglas de origen como para el porcentaje del contenido de un vehículo fabricado con mano de obra pagada de 16 dólares o más por hora para tener derecho a ser exportados sin cobro de aranceles en el marco del TLCAN.
De hecho, originalmente la propuesta de los EUA era incrementar el contenido regional de los autos de 62.5 % a 85 %, para que sus autopartes pudieran gozar de libre arancel, durante su proceso de fabricación en la región (Patiño, 2018). Sin embargo, como ya se mencionó a finales de abril México ofreció aumentar el contenido regional a 75 %.
Por su parte, algunos observadores señalan que el endurecimiento de las normas de origen sería costoso para los consumidores e introduciría ineficiencias para las empresas, lo que a final de cuentas haría que los bienes producidos en América del Norte sean menos competitivos en los mercados mundiales de exportación.
También afirman que estos costos administrativos adicionales podrían llevar a las compañías a desaprovechar las preferencias arancelarias que otorga este instrumento comercial internacional a bienes originarios de la región, e importar productos con aranceles de nación más favorecida.
A pesar de todo, el sector empresarial se encuentra optimista al pensar que se tendrá –en un futuro– un TLCAN más moderno, y se mantendrá como un acuerdo trilateral que fortalezca la región de Norteamérica. Esta confianza se basa en que de 30 capítulos negociados 20 ya se han cerrado, con avances entre los que destacan temas como el medio ambiente y propiedad intelectual y donde se integran temas como energía, tecnología de la información, comercio electrónico y telecomunicaciones. (Herrera, 2018).
Si bien, en México para dar celeridad y conclusión a las negociaciones antes del cambio de gobierno se ha tenido que tomar una postura más flexible en temas difíciles como el de las reglas de origen en el sector automotriz, la realidad es que aún faltan por resolverse temas difíciles como la cláusula de extinción, la estacionalidad de productos agrícolas y la solución de controversias, por mencionar algunos. Además, no se puede evidentemente considerar cerrado ningún capítulo sin la participación de Canadá.
Por su parte, EUA necesita mandar una señal positiva en materia comercial después de los conflictos iniciados por Trump con prácticamente todos sus socios comerciales, y en especial con China.
Comentario final
Por último, como recalca Moy (2018), el éxito de los acuerdos comerciales no se debería juzgar por los tiempos, sino por los beneficios, sobre todo porque la renegociación y modernización del TLCAN afectará la competitividad de la región, las inversiones, los empleos, los salarios, el consumo y los precios.