Después de varias rondas de renegociación para actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) –vigente desde hace más de dos décadas– y la conclusión de una etapa del proceso (reuniones ministeriales, por una parte entre los Estados Unidos de América –EUA– y México –Entendimiento comercial bilateral, del 27 de agosto de 2018–, y por la otra, nuestro país vecino del norte y Canadá (punto de acuerdo alcanzado el 31 de septiembre de este año) al fin se logró llevar a buen término los temas problemáticos, por lo que habrá un tratado modernizado con los tres signatarios, bajo un nuevo nombre.
Sobre este instrumento, la doctora Laura Coronado Contreras, investigadora adscrita al Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (CAIRI) y profesora de Régimen Jurídico del Comercio Exterior Mexicano en la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac Campus Norte, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT y autora del libro “La Regulación Global del Ciberespacio, realiza diversas apreciaciones sobre algunos cuestionamientos que han surgido entre la comunidad de comercio exterior e internacional, respecto a los alcances de su replanteamiento.
Inquietudes
¿Es relevante el cambio de nombre en el acuerdo comercial entre México, EUA y Canadá? ¿Estamos frente a un nuevo
compromiso internacional?
La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados indica que sin importar su denominación, un compromiso internacional es aquel acuerdo entre Estados celebrado por escrito y que se rige por el derecho internacional por lo que, más allá de su nombre, lo importante es el alcance de su contenido. No obstante, que el Acuerdo entre EUA, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) no menciona que es de carácter comercial, los derechos y obligaciones previstos en el mismo regularán el intercambio de bienes y servicios de América del Norte.
Dentro del Preámbulo incluido en el texto del llamado USMCA que ha dado a conocer el gobierno estadounidense, claramente se menciona que “reemplaza el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte de 1994 con un “nuevo acuerdo con estándares del Siglo XXI” para apoyar mutuamente el comercio que es beneficioso y creando mercados más libres y justos y robusteciendo el crecimiento económico de la región”. Obviamente, dicho texto hace patente muchas de las propuestas de nuestro vecino del norte y su política de “ponerle fin al NAFTA.”
¿EUA resultó mucho más beneficiado frente a sus socios comerciales al término de la negociación?
Toda negociación implica que las partes tendrán que acceder en algunas peticiones de sus socios.
Tras 13 meses y varias rondas, el presidente Trump también cedió en algunos aspectos esenciales para México y Canadá. Por ejemplo, nuestro país sigue protegiendo el sector de hidrocarburos y no se incrementaron tal como él lo solicitaba los porcentajes de contenido regional en el sector automotriz (aunque sí se elevaron con respecto a las condiciones pactadas hace 25 años).
Por su parte, Canadá también logró preservar su industria cultural y garantizar que los procedimientos de solución de controversias no se remitieran a jurisdicciones locales.
Indudablemente, la región se verá beneficiada de continuar con una relación comercial sólida y que les otorgue certidumbre a los inversionistas de los tres países, por lo menos en los próximos 16 años ya que no se permitió la llamada “cláusula sunset” que proponía EUA y con ella, la facultad de terminar con el acuerdo a los cinco años de su suscripción.
¿Entonces se realizó o no una modernización del texto vigente?
Así como EUA ha insistido en su retórica de terminar con un acuerdo comercial que “solo beneficiaba a México y Canadá”, nuestro gobierno ha manejado –desde el inicio de la revisión del NAFTA– que estábamos frente a una modificación del tratado para actualizarlo. Efectivamente, desde hace más de 10 años se hablaba de que existían muchos elementos de la relación comercial sin contemplar como el comercio electrónico o una protección de la propiedad intelectual que fuera mucho más acorde con las necesidades del mercado. Ahora vemos un USMCA en donde se abordan dichos temas sumados a otros como las medidas Anticorrupción que son relevantes para los tres países.
Mucho se ha dicho que no es el mejor de los escenarios este nuevo marco jurídico. No obstante, de no ser tan ambicioso ni tan vanguardista como su antecesor, el USMCA refleja el interés de la región por continuar su relación comercial como bloque integrado y la interrelación tan importante entre sus productores, comercializadores e importadores.
¿Qué sucederá con otras relaciones comerciales que tiene nuestro país con otras regiones? ¿Podremos diversificar nuestros mercados?
Las nuevas condiciones previstas en el USMCA implican un enorme reto para México. El próximo canciller, Marcelo Ebrard, ha señalado el compromiso del gobierno entrante de crear un entorno favorable para fortalecer a la industria nacional y mejorar canales de producción, incluso garantizar cadenas sólidas entre productores de los miembros del USMCA para evitar presiones en una nueva renegociación.
Asimismo, y sin excluir los compromisos internacionales suscritos por nuestro país con otras naciones, el USMCA prevé en su capítulo 32 una especie de “cláusula de exclusividad” en la que se menciona que ninguno de los miembros del acuerdo podrá suscribir tratados con países que no tengan una “economía de mercado”, lo que se ha interpretado como una exclusión para que profundicemos nuestro intercambio comercial con China.
Comentario final
El tema es sumamente importante si lo analizamos como una oportunidad ya que dejaríamos de ser un “país puente” para ingresar bienes al principal consumidor del mundo. Con ello, nosotros –junto con Canadá– directamente tendremos condiciones favorables para cubrir las necesidades de ese mercado si logramos que EUA efectivamente no continué con medidas proteccionistas como lo ha hecho con el acero.