Desde la antigüedad los mares han sido una de las principales vías de las que se ha valido el ser humano para la consecución de diferentes fines. Los fenicios, griegos y romanos solían transportarse por ríos, mares y océanos ya sea por motivos comerciales o bélicos. La tecnología fue mejorando considerablemente con el paso del tiempo, ya que los navíos mercantes o de guerra fueron siendo cada vez más sofisticados y el control sobre los mares se convirtió vital para las grandes potencias del orbe.
Durante los siglos XV y XX potencias como Gran Bretaña, Francia, España, Portugal, Holanda y posteriormente, Estados Unidos de América (EUA), Alemania, Japón, Rusia y China han buscado el control de las rutas comerciales por vías marítimas.
Si bien en épocas anteriores no se contaba con instrumentos y herramientas tecnológicos tan avanzados una de las muchas constantes que se han mantenido a lo largo de la historia es la presencia de los piratas.
La literatura y el cine se han encargado de retratarlos como combatientes con parches en los ojos, aves en sus hombros y sobrenombres pintorescos relativos a colores de las barbas que solían portar.
Históricamente, la piratería marítima es de los delitos más antiguos pero también de los más vigentes en la actualidad nos comenta el maestro Jesús Edmundo Coronado Contreras, coordinador de las áreas de Fiscal, Jurídico-Corporativo y Comercio Exterior de IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral y coordinador de la comisión de Derecho Penal Internacional del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México A.C., quien afirma que los piratas no son solamente parte de las clases de historia universal, siguen siendo una de las principales amenazas a nivel global.
Antecedentes
Durante el siglo XV los barcos españoles y portugueses se encargaron de expandir el comercio marítimo prácticamente por todo el mundo, en gran medida gracias al descubrimiento de América y su posterior colonización. La explotación de las rutas comerciales dio sustento a la idea de que la tierra era redonda y que no era el centro del universo.
La caída del Imperio Bizantino que controlaba gran parte del comercio entre Europa y Asia obligó a las potencias occidentales a buscar alternativas para poder continuar con sus negocios en el extremo oriente, y eludir la amenaza de los turcos otomanos.
Derivado de la conquista de América, potencias como España, Portugal, Gran Bretaña, Francia y los Países Bajos se encargaron de transitar por el mar Caribe y el océano Atlántico para portar las denominadas riquezas del nuevo mundo. También los recursos provenientes de naciones como China e India tenían un valor cada vez más considerable, lo cual los hizo atractivos para la delincuencia. Los piratas aprovechaban la poca seguridad que tenían los navíos para hacerse de esos preciados bienes. En ese sentido se tornaron en una de las mayores amenazas para el comercio internacional.
El desarrollo de la navegación conllevó la presencia de piratas, quienes al igual que las embarcaciones comerciales conocían las rutas; sin embargo, ellos las usaban para cometer actos ilícitos. No obstante, no eran una novedad en esos tiempos porque desde la época antigua, tuvieron presencia en alta mar, en el mar Mediterráneo los barcos fenicios, egipcios, griegos y romanos eran víctimas constantes.
Los piratas tuvieron su “boom” en esos días y la literatura se encargó posteriormente de darles un tinte incluso romántico a estos navegantes, que poco a poco fueron erradicados, y que la cultura popular ahora suele asociar indefectiblemente con banderas con calaveras, patas de palo, parche en alguno de los ojos, aves y otros distintivos.
Posiblemente en la actualidad, las rutas marítimas ya no son la fuente toral y casi única de comercio, sin embargo, siguen siendo uno de los principales medios para su desarrollo y en determinadas zonas del mundo todavía están presentes los piratas, si bien no con su clásico atuendo, si cometiendo delitos.
Zonas como el llamado “cuerno de África”, es decir, Djibouti, Eritrea y Somalia, en particular este último sufren esta problemática, que ha llegado a deteriorar tanto la estabilidad del país y de la región, ya que incluso la península arábica se ve afectada. En el océano Índico países como Kenia en tierras continentales africanas e islas como Mauricio y Seychelles han tenido que lidiar con estos delincuentes. El Golfo de Guinea en costas atlánticas, así como las islas del Mar Caribe en el continente americano también han debido afrontar la presencia de la piratería marítima.
¿Global?
El mundo cambió radicalmente desde que terminó la llamada Guerra Fría y el fenómeno de la globalización trajo consigo adelantos científicos y avances tecnológicos al por mayor. Ello originó también un cambio en cuanto a los delitos, pues anteriormente se afirmaba que la materia penal era estrictamente local. Sin embargo, ahora es posible sostener que se está ante una nueva tipología del delito.
Ya no es posible limitar los delitos a la esfera estrictamente local. De ahí es que surja la llamada “teoría del guantelete”, la cual sirve para ilustrar que existen ahora cinco tipos de delitos (mismas partes que tiene un guante):
- locales
- transnacionales
- internacionales
- globales, y
- ubicuos
Incluso, podría decirse que existe un sexto tipo si se parte de la idea que tenían algunos estudiosos en la segunda parte del siglo XX, en pleno auge de la carrera aeroespacial entre los EUA y la entonces Unión Soviética, que aludían a que en el instante en que se concretara la colonización del espacio exterior se podría hablar de los denominados delitos ultraterrestres. Sin embargo, dicho escenario no se ha concretado por el momento.
Volviendo al espacio mundano terrestre, la primera categoría podría encuadrar a delitos como el robo, secuestro, extorsión, que son “clásicos” en cuanto a que su persecución se da en el ámbito local.
Como delitos transnacionales están la mayoría de las actividades que lleva a cabo en la actualidad el crimen organizado transnacional, es decir, todos aquellos hechos delictivos que suceden en más de una jurisdicción, tales como el lavado de dinero, delitos vinculados con la corrupción, narcotráfico, trata de personas, tráfico de migrantes, órganos, armas, desechos, flora y fauna, medicamentos e incluso hidrocarburos.
El elemento transnacional lo brinda el que las asociaciones dedicadas al crimen operan en varias jurisdicciones, los efectos de sus planes se ejecutan en una distinta a aquella en la que se localizan o son orquestados para consumarse en varias jurisdicciones.
Los delitos internacionales suelen ser los crímenes de lesa humanidad, el genocidio, los crímenes de guerra y el crimen de agresión, mismos que la comunidad internacional ha calificado como las peores acciones que pueden efectuarse. Por ello es que estos cuatro son competencia de la Corte Penal Internacional. Se puede llegar a cuestionar el accionar de este tribunal a lo largo de su incipiente vida, pero es innegable que esos delitos constituyen las peores ofensas para la humanidad.
Por lo que hace a los delitos ubicuos estos son los que se cometen en el ya no tan nuevo metaespacio también denominado ciberespacio, considerado un “Amazonas salvaje”, un lugar sin reglas y restricciones, pero que requiere de una regulación para los ciberdelitos, porque pueden tener un impacto no solamente en el mundo digital, también en el estrato físico.
Finalmente, existen también los delitos globales, son aquellos cuya comisión no es sancionada por un ente internacional pero si son punibles en la vasta mayoría de los países, tales como el terrorismo (ilícito que no cuenta hasta el momento con un concepto fijo), pero que es de los hechos que más impacto han generado en la actualidad debido en gran medida a la participación activa de fundamentalistas islámicos; no obstante su accionar no difiere al de otras épocas con los nihilistas rusos, los anarquistas franceses, los irlandeses, los vascos y demás.
Y es justo en este tipo en donde se ubicaría a la piratería marítima, toda vez que no es un delito competencia de un tribunal internacional, pero fue sin lugar a dudas uno de los primeros en conseguir una armonización por parte de diferentes jurisdicciones, ya que justamente desde la época de los navegantes las grandes potencias (España, Francia, Gran Bretaña, Holanda y Portugal) coincidieron en la necesidad de poner un alto a la piratería marítima porque decidieron que sin importar en dónde se realizaba, a qué embarcación se atacaba, a quiénes se atacaba o quiénes lo efectuaban, el delito sería castigado.
Lo anterior, sentó las bases para lo que se conoce hoy en día como la jurisdicción concurrente, cada vez más recurrente a lo largo del mundo por cuestiones de este tipo. Ello, inclusive ha provocado que los ataques piratas se encuadren en dos categorías, dependiendo del lugar donde ocurran, ya sea en:
- alta mar, más allá de las 12 millas náuticas del límite de la jurisdicción de un Estado, y
- aguas territoriales
La comunidad internacional tiene el monopolio de la regulación y persecución de actos de piratería marítima en mar abierto. Sin embargo, la mayoría de los ataques se presentan cerca de las costas estatales, por lo tanto, cada país es responsable de ellos.
Los eventos de piratería marítima suelen ser complicados, ya que contemplan varias ramas del derecho como lo son la internacional, penal y civil. Aunado al hecho de que no todos los Estados tienen la misma capacidad para sancionar por igual a los responsables de estos ilícitos.
Regulación internacional
Dentro del marco internacional, la piratería marítima fue incluida en el texto de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), comúnmente conocida como la Convención de Montego Bay (Jamaica) o constitución de los océanos, que es un instrumento firmado y ratificado por México. En este se señala que constituye piratería:
- cualquier acto ilegal de violencia, o de detención o todo suceso de depredación cometidos con un propósito personal por la tripulación o los pasajeros de un buque privado o de una aeronave privada y dirigidos, contra un buque o una aeronave:
- en alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos, o
- personas o bienes que se encuentren en un lugar no sometido a la jurisdicción de ningún Estado
- toda participación voluntaria en la utilización de un buque o de una aeronave, cuando el que lo lleva a cabo tenga conocimiento de hechos que den a estos el carácter de pirata, y
- todo aquel con fines de incitar a las acciones descritas o facilitar su comisión intencionalmente
Igualmente es importante precisar que en la CNUDM se especifica que un buque o una aeronave pirata podrá conservar su nacionalidad no obstante haber adquirido esa connotación; la pérdida de la nacionalidad será regida por las normas de derecho interno del país que la concedió.
La Convención de Montego Bay también detalla que todo Estado puede apresar, en alta mar o en cualquier lugar no sometido a la jurisdicción de ningún otro, un buque o aeronave pirata o embarcación capturada por piratas y detener a las personas e incautar los bienes que se encuentren a bordo.
Los tribunales del país que haya realizado el apresamiento podrán decidir las penas a imponerse y las medidas a adoptarse sobre los buques o los bienes, sin perjuicio de los derechos de los terceros de buena fe.
La CNUDM precisa que únicamente los buques de guerra o las aeronaves militares, u otras embarcaciones que lleven signos claros y sean identificables que están al servicio de un gobierno y autorizados para tal objeto, podrán consumar el arresto por causa de piratería.
El "cuerno de África"
Está conformado por Somalia, Djibouti y Eritrea (antes también por Etiopía) y se ha transformado en la zona preferida de los piratas actuales. El mar Mediterráneo se une con el mar Rojo, por medio del Canal de Suez, ubicado en Egipto; durante años diversas potencias (Gran Bretaña, Francia, Italia, EUA y Rusia) pelearon por su control, esto debido a que era la principal vía de acceso entre el comercio de Europa con Asia.
La conexión entre el mar Rojo y el océano Indico se da precisamente al atravesar el cuerno de África, en especial Somalia. Este país desde la segunda parte del siglo XX ha sido uno de los más diezmados por los conflictos armados. Desde la independencia de Italia y del Reino Unido ha vivido inestabilidad con regímenes comunistas, guerra civil y la constante presencia de grupos terroristas.
La falta de un gobierno estable sumado a los intentos separatistas, la presencia de guerrillas y mercenarios ha convertido a esa nación en el refugio ideal para delincuentes de todo tipo.
Diferentes misiones de paz de la ONU y de potencias occidentales han fracasado en sus intentos de brindar orden a la zona. El tránsito marítimo por esta sigue siendo vital, toda vez que por esa ruta se transportan diferentes hidrocarburos, y mercancías entre las que destacan los metales preciosos extraídos de tierras africanas, adicional a estos, los insumos que van de Europa a Asia y viceversa.
Lo anterior ha propiciado que grupos de la delincuencia organizada recurran a la piratería marítima para hacerse de recursos, al obtener diferentes materiales que pueden venderse en el mercado negro, e incluso han existido eventos en los que se ha solicitado rescate no solo por la embarcación sino por la tripulación y otros, en los que los tripulantes terminan en redes de trata de personas.
Existen resoluciones jurídicas emitidas por tribunales de los países cuyos navíos o nacionales se han visto implicados en estos ilícitos, tales como los Países Bajos y el Reino Unido en Europa, Kenia por lo que se refiere a estados africanos e incluso de los EUA. Oficinas e institutos de Naciones Unidas se han encargado por medio de sus proyectos de investigación de documentar parte de ellos, entre estos trabajos destaca el realizado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) y el Instituto Interregional de Naciones Unidas para la Investigación del Delito y la Justicia (UNICRI por sus siglas en inglés).
Legislación interna
En México por su parte en el Código Penal Federal (CPF) encontramos que la piratería viene regulada en los artículos 146 y 147; en ellos se sostiene que se considerarán piratas a quienes:
- perteneciendo a la tripulación de una nave mercante mexicana, de otra nación, o sin nacionalidad, apresen a mano armada alguna embarcación, cometan depredaciones en ella, o hagan violencia a las personas a bordo
- encontrándose en la embarcación, se apoderen de esta y la entreguen voluntariamente a un pirata, y
- los corsarios que, en situación de guerra hagan el corso sin carta de marca o patente de ninguna de ellas, o con patente de dos o más beligerantes, o la de alguno de estos, pero practicando actos de depredación contra buques mexicanos o de otro país para hostigar a la cual no estuvieren autorizados
La pena prevista para los que pertenezcan a una tripulación pirata es de 15 a 30 años de prisión y el decomiso de la nave.
Por lo que hace al régimen de navegación, la Ley de Navegación y Comercio Marítimos establece en su artículo 36 que cualquier embarcación que navegue en zonas marinas mexicanas deberá obedecer los señalamientos para detenerse o proporcionar la información solicitada por alguna unidad de la Armada de México.
Lo anterior, para garantizar el cumplimiento de las normas aplicables por sí misma o en coadyuvancia con las autoridades competentes en el combate al terrorismo, contrabando, piratería en el mar, tráfico ilegal de personas, armas, estupefacientes y psicotrópicos, en los términos de la legislación de la materia. Ante la desobediencia se impondrán las sanciones señaladas en el citado ordenamiento y por las demás disposiciones aplicables.
Es importante destacar que la navegación en zonas marinas mexicanas y el arribo a sus puertos estarán abiertos, en tiempos de paz a las embarcaciones de todos los países, conforme al principio de reciprocidad internacional; sin embargo, cuando existan razones de seguridad nacional o interés público, la Secretaría de Marina podrá negarla.
Caso americano
México no es ajeno a situaciones de esta índole, toda vez que una de las vías que usa el crimen organizado para llevar mercancías en dirección a EUA es la marítima. Embarcaciones con cargas ilícitas navegan por nuestro litoral, áreas de labores de pescadores, los cuales en muchas ocasiones son obligados por estos mercenarios a servir como proveedores de víveres y combustibles.
Se han reportado situaciones que, fingiendo ser pescadores, son asaltados navíos comerciales que sirven para transportar desde drogas, armas, hidrocarburos y hasta personas, todo ello originado de las actividades de la delincuencia organizada. En México en los últimos años se ha intensificado especialmente en la parte de hidrocarburos como demuestran las cifras que contiene el cuadro de texto ubicado en este apartado.
Distintos grupos reclutan pescadores para la comisión de diferentes ilícitos. En el Golfo de California las autoridades tanto de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca como el Ministerio Público Federal y demás no se dan abasto para perseguir a los perpetradores de estos actos. En este punto es importante señalar que la mayoría de los eventos presentados se han resuelto en EUA y no en tribunales de nuestro país.
Conclusión
La piratería es el acto ilícito contra la seguridad de la navegación marítima más antiguo y la manifestación más típica y común de violencia en el mar. Como se ha analizado esta se ha adaptado en la actualidad a los nuevos escenarios internacionales, teniendo una evolución muy marcada, las soluciones o su combate no han tenido el mismo avance por desgracia.
Desde los años ochenta del siglo XX se han registrado ataques a nivel global. La mayor parte se han centrado especialmente en el sudeste asiático y en el continente africano, aunque también se han suscitado casos en los océanos Índico y Pacífico y en las costas del mar Caribe.
Ello pone de manifiesto que la piratería es un fenómeno creciente en ciertas zonas del globo y afecta el transporte y el comercio marítimo internacional. Se perfila como un delito de carácter económico, que lo hace atractivo para el crimen organizado transnacional. La seguridad de la navegación marítima se ve afectada por actos ilícitos, como es, la piratería marítima. Una amenaza global que requiere de acciones locales e internacionales.