El mes de mayo de 2019 fue muy tenso por las acciones que el mandatario de los Estados Unidos de América (EUA) tomó en el medio internacional. Primero, el aumento de los aranceles –del 10 % al 25 %– a las importaciones chinas –con sus respectivas implicaciones y temas de renegociación comercial que aún siguen–; y después la amenaza de imponer el 5 % de arancel a todos los productos mexicanos, a partir del 10 de junio de este año –con cuatro incrementos mensuales por el mismo porcentaje hasta topar a 25 % en octubre–, ello con independencia de que ya se había anunciado la eliminación de los aranceles al acero (25 %) y al aluminio (10 %) mexicano –y por lo cual, en reciprocidad nuestro país suprimió el impuesto de importación que había fijado a ciertos bienes estadounidenses en represalia a ello–, incluso la tarea de intensificar entre los EUA, Canadá y México la ratificación del T-MEC que reemplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Dicho entorno sigue latente, y resulta interesante conocer que motivó o cuáles fueron los argumentos del primer mandatario de los EUA para actuar de esa forma, o solo es un pretexto más para afianzar su reelección; cuál es la posición que ha tomado el gobierno federal mexicano y la iniciativa privada al respecto; a qué universo de bienes aplicarán los aranceles, a los originarios del TLCAN o se tomarán otros criterios; cuál será base legal de sustento; si México reactivará represalias comerciales, etc. De estos temas, y sobre la más reciente y anunciada guerra comercial entre China y EUA, los siguientes colaboradores especialistas en el tema presentan diversas reflexiones.
En diciembre de 2016 se publicó en este mismo medio, una ronda de entrevistas en las que participé, en torno a las amenazas de Trump, entonces candidato a la presidencia de los EUA, sobre la amenaza de cancelación o denuncia del TLCAN, y en ella comenté que este instrumento comercial no sería cancelado, pero que en su lugar se revisaría “la conveniencia y oportunidad de aplicar disposiciones como la Sección (o artículo) 232 de la Ley de Expansión del Comercio (Trade Expansion Act, 1962), así como los relativos 201 y 301 de la Ley de Comercio (Trade Act, 1974), referentes a la protección de la industria local contra las importaciones ante situaciones de incumplimiento de acuerdos comerciales por parte de otros países, y por último la aplicación de la Sección 332 de la Ley Arancelaria (Tariff Act, 1930).
Acciones arancelarias
Como sabemos, México ya ha sido objeto de medidas basadas en el artículo 232 de la Ley de Expansión del Comercio respecto de las exportaciones de acero y aluminio, mismas que solo el pasado 17 de mayo del año en curso fueron eliminadas, tras alcanzarse acuerdos entre México y Canadá con los EUA. De hecho, parecía que la supresión de los llamados “aranceles del artículo 232” al acero y aluminio mexicanos era un preludio a la ratificación final del nuevo Tratado de Libre Comercio, Estados Unidos, México y Canadá, conocido ahora como T-MEC.
Paradójicamente, a horas de que el texto final del T-MEC fue sometido a la ratificación del Senado en nuestro país y también en los EUA, el presidente de esta nación anunció por medio de sus redes sociales que, ante una alegada crisis migratoria de la que responsabiliza al gobierno mexicano, ordenará la imposición de aranceles de emergencia sobre todos los productos “de México” (from Mexico) a partir del 10 de junio, fijando una tasa del 5 %, que de manera gradual aumentaría a 10 % el 1o. de julio, 15 % el 1o. de agosto, 20 % el 1o. de septiembre y hasta un 25 % el 1o. de octubre de 2019.
Este anuncio no ha ocasionado más que desasosiego y confusión en los mercados, pero también en la comunidad de especialistas en la materia, pues para la mayoría de nosotros en México, la primera reacción ha sido invocar violaciones al propio TLCAN; o bien, a las disposiciones del GATT a fin de acceder a procedimientos de solución de controversias ante la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por su parte el gobierno mexicano ha reaccionado aun de manera más confusa, aludiendo a razones históricas que van de la “amistad de pueblos y gobiernos” a “la coexistencia pacífica” (sic).
Sustento
Acaso para dar un poco más de luces sobre el alcance y naturaleza de las medidas arancelarias a que alude el presidente Trump, deba el lector considerar que los aranceles anunciados, seguramente encontrarán su fundamento; bien en la Sección o Artículo 301 de la Ley de Comercio (Trade Act, 1974) referentes a la protección de la industria local contra las importaciones, tal como ha sucedido en el caso de la lista de productos de origen chino sujetos recientemente a un arancel del 25 %; incluso en la “International Emergency Economic Powers Act (IEEPA), que es una ley que data de 1977 y faculta al presidente de los EUA a establecer medidas de regulación del comercio internacional, una vez que ha declarado una “emergencia nacional”, frente a una amenaza a la seguridad nacional que resulte inusual y extraordinaria originada en el extranjero.
En cualquiera de los casos anteriores, la legislación federal estadounidense faculta al primer mandatario a imponer sanciones o salvaguardas comerciales y económicas sobre bienes y mercancías relacionados con el país o países que originan la “emergencia nacional” y amenazan la seguridad de los EUA. En la situación actual, Trump ha puntualizado que las políticas laxas sobre el control migratorio de las caravanas de personas que cruzan ilegalmente la frontera sur de México y atraviesan el país con la finalidad alcanzar el llamado “sueño americano” es una “emergencia nacional” que amenaza la seguridad de los EUA. No debemos soslayar que estas medidas de sanción comercial ya han sido convalidadas a la luz del GATT.
En efecto, de imponerse los aranceles anunciados con fundamento en las disposiciones legales mencionadas, tales medidas se sobrepondrían a cualquier disposición del TLCAN, por motivos de “seguridad nacional”, y en tanto el análisis de tales circunstancias sea correctamente realizado por la Oficina del US Trade Representative al punto de justificar con fundamentos y motivaciones suficientes que se trata efectivamente de un “estado de emergencia”, difícilmente los exportadores mexicanos y los importadores estadounidenses encontrarían alivio a sus demandas para evitar la imposición de estos aranceles, aun acudiendo a los tribunales competentes en materia de comercio internacional, como la US Court of International Trade.
Bienes objeto de aranceles
En todo caso, la aplicación de los aranceles se llevaría a cabo sobre bienes que sean catalogados como mexicanos, no bajo el concepto de “país de origen” que conocemos conforme a reglas de origen del TLCAN, sino con base en un conjunto de reglas establecidas por el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) conocidas como reglas de “Transformación Sustancial” (Substantial Transformation).
Es muy importante en verdad tomar en cuenta que este conjunto de reglas de “Substantial Transformation” no siguen el orden y lógica de las reglas de origen del TLCAN, sino que consideran que el “país de origen” es “el país de manufactura, producción, cría o cultivo de cualquier bien extranjero que sea introducido a los EUA.” Más aún, la realización de trabajos o adición de componentes en ese otro país (México) puede dar lugar a que se estime originario del mismo por “Transformación Sustancial”.
De igual forma, una mercancía elaborada con componentes originarios de más de un país, es originaria de aquel en donde ha sido “sustancialmente transformado”, sin que este concepto se asocie a las reglas de “salto arancelario” a las que estamos acostumbrados en el marco del TLCAN, sino que por el contrario, la obtención de un “nuevo artículo” se extiende incluso a cambios en su nombre o descripción, características particulares y uso distinto de los artículos que lo componen. De esta forma, los simples ensambles de partes pueden ser suficientes para que un bien sea tenido como originario de México e imponer los aranceles anunciados.
También el valor en aduana de los componentes ensamblados en un producto terminado puede usarse para la calificación por el CBP, sin atender a porcentajes previamente establecidos de valor de contenido local como sucede en los diferentes tratados comerciales, aunque, desde luego, a mayor valor local del país sancionado, mayor el riesgo de que el bien sea considerado originario.
La complejidad de los procesos llevados a cabo en el “país de origen” resultan igualmente determinantes de las estimaciones del CBP para establecer si debe o no aplicarse el arancel de emergencia. En este sentido, el CBP entiende por proceso complejo, todo aquel que requiere de mano de obra calificada, en las que, por ejemplo, se listan incluso procesos como la soldadura de componentes eléctricos o electrónicos y el maquinado de partes.
El lector podrá advertir que no es adecuado para la interpretación del alcance de las medidas de emergencia anunciadas a las reglas de origen del TLCAN para poder apostar a una previa determinación de qué bienes podrían o no estar sujetos a estos aranceles de emergencia. Por ello, su imposición puede alcanzar el absurdo donde, por ejemplo, una mercancía de Vietnam o cualquier otro país sin sanciones, que se importe para comercialización y no se sujete a ningún proceso productivo en México, pueda acceder en mejores condiciones al reexportarse hacia los EUA desde nuestro país; y no así las partes, materiales y componentes estadounidenses importados para ser ensamblados en plantas mexicanas y retornados al vecino del norte.
Afectaciones
De imponerse estos aranceles de manera progresiva, ante la falta de acciones resulten satisfactorias al gobierno de los EUA para controlar los flujos de inmigrantes ilegales que entran a nuestro país por la frontera sur, es claro que la desestabilización de la economía, no solo de México, sino de toda la región de Norteamérica sufriría daños mayores, especialmente la de los EUA, pues sus empresas son las que más han realizado inversiones multimillonarias para aprovechar las condiciones favorables de mano de obra calificada y costo de producción en la manufactura de bienes de los más diversos sectores en el nuestro, especialmente mediante los programas de fomento como es el IMMEX, bajo el cual funcionan la industria maquiladora, pero también muchas empresas y productores mexicanos verían colapsar sus logros y esfuerzos en la conquista de mercados internacionales.
Por lo anterior, especialmente por el daño que infligiría a su propia economía, es poco probable que el presidente Trump en verdad pretenda llevar los aranceles anunciados hasta sus últimas consecuencias, pues repito, tales medidas serían económicamente ruinosas, por lo que es necesario buscar entrelíneas, otras razones que justifiquen tales amenazas y cuáles pueden ser los efectos que se persiguen en realidad al realizar tal anuncio.
Justificaciones
Poco se ha dicho sobre el trasfondo electoral que subyace en el anuncio de estas medidas por parte del presidente de los EUA. y menos aún se sospecha incluso si la laxitud de las políticas de control migratorio fijados por el actual gobierno mexicano, bajo el estandarte de los derechos humanos, llevan también una intención electoral de largo plazo en ambos lados de la frontera, pero eso sería tema de otro artículo.
Por lo que corresponde a la crisis actual, es evidente que la campaña para la reelección en 2020 del presidente Trump inicia a gestarse y en esa línea comienza a rescatar argumentos poderosos que le dieron gran aceptación entre el electorado que le llevó a la presidencia, a saber, las promesas de:
- controlar los flujos de migración ilegal desde México, y
- reescribir el TLCAN (NAFTA) en condiciones supuestamente más “justas y convenientes” para el pueblo estadounidense
A más de la mitad de su primer periodo, ninguna de las dos propuestas ha sido alcanzada correctamente, por lo que retomar el cauce de acción, al menos en el discurso, mientras ninguna de ellas se ha concretado, aparece como un gran reto para su posible reelección, por lo que de la gestión y resultados que obtenga, dependerá la conquista o desilusión de un alto porcentaje de sus electores.
Es claro que la plataforma de electores del presidente de EUA espera verle fuerte y eficaz en la aplicación de las políticas migratorias más restrictivas, según se los ofreció, con acciones como la construcción de un muro en la frontera con México, para el cual no ha conseguido los recursos necesarios por parte del congreso. Asimismo, buena parte de esos electores espera que “se encargue de NAFTA” y a sus ojos, se erija triunfante con un nuevo tratado de libre comercio “más justo y propicio a los estadounidenses”.
Frente a esta coyuntura en los EUA, México ha venido enfrentando una inmigración inusual de personas que ilegalmente cruzan en caravanas desde la frontera sur y atraviesan el territorio nacional en su afán de alcanzar la frontera con los EUA para finalmente poder inmigrar a ese país, bien como refugiados o ya de manera ilegal. Como vemos, las condiciones para la “tormenta perfecta” en materia política, comercial y migratoria están puestas para que el presidente Trump pueda capitalizarlas electoralmente y ofrecer resultados con golpe de efecto a sus votantes.
Así se explica que el pasado 30 de mayo, las redes sociales del presidente de los EUA lanzaron la amenaza de imponer aranceles de emergencia en contra de las mercancías de México, hasta que nuestro gobierno implemente acciones concretas que controlen el flujo ilegal migratorio que parte de su frontera sur. La lectura en México, al menos en los medios, no parece mostrar a un gobierno en pleno control de la situación y si bien, es plausible que se ha actuado de manera inmediata, la respuesta a divagado entre la historia nacional y alguna que otra bravuconada, hasta los votos de amistad eterna y pacífica coexistencia con el vecino poderoso.
Sin embargo, insisto, es importante no dejar de mirar al fenómeno electoral estadounidense y las condiciones de interdependencia económica entre ambos países para poder hacer una lectura más precisa de las condiciones presentes, y así conducir mejor los esfuerzos para defender nuestra economía y planta productiva.
T-MEC
En primer lugar, es claro que hasta hoy no hay urgencia para la aprobación e implementación final del T-MEC (USMCA por sus siglas en inglés), por más condescendientes que sean nuestros políticos sobre la ratificación del mismo y por más alardes periodísticos que se hagan sobre este tema, acaso solo los negociadores abriguen ansias por ver el fruto de sus esfuerzos tomar forma de un tratado que entre en vigor. Ciertamente, es sabido para muchos especialistas en ambos lados de la frontera, así como de algunas empresas al interior de sus departamentos de comercio internacional, que en realidad, no hay verdadera urgencia, ni prisa alguna para aprobarse el T-MEC, en tanto todo sigue funcionado bien bajo las disposiciones del TLCAN.
Esta falta de urgente necesidad del T-MEC es una circunstancia que no es ignorada por los políticos, al menos en los EUA, de tal suerte que queda un cómodo rango de oposición de parte de los demócratas a la ratificación del T-MEC, pues la industria y comercio de su país viven en paz y a salvo comercialmente bajo la aplicación del TLCAN (NAFTA); más aún, acaso preferirían no dejar de vivir bajo sus reglas, las cuales ya conocen y para las cuales cuentan con mecanismos aceptables de cumplimiento.
Esa comodidad político-económica de que goza la oposición en los EUA para ratificar o no el T-MEC, preocupa desde luego al presidente en turno, pues corre el riesgo de fallar ante su electorado en la promulgación de un nuevo tratado que supuestamente reescribirá todas las inconsistencias de que acusó al NAFTA en su campaña presidencial. Ya la diputada y líder de la Cámara de Representantes en el congreso estadounidense, Nancy Pelosi, había venido objetando aspectos ambientales y laborales, entre otros, para no conceder la ratificación del nuevo tratado, lo cual dejaría un grave hueco en la instrumentación de las promesas de campaña del mandatario.
Así, que la primera lectura que debería formularse por el equipo enviado a “conversar” con los funcionarios del gobierno de EUA, deba considerar la importancia que merece, que la aplicación de estas medidas son el medio necesario para que el TLCAN deje de surtir los efectos que hasta hoy, sin T-MEC, dejan tranquilos a los actores económicos en ambos lados de la frontera.
Desde luego, la eventual implementación de los aranceles anunciados por el mandatario Trump, podrían generar la urgencia que necesita para que la ratificación del T-MEC devenga en una urgencia y sea la medida de solución, de modo que cierre los espacios para una oposición cómoda, sin presiones reales en la economía; parece que el mero anuncio de las acciones, aún antes de su efectiva imposición, lo está logrando mediáticamente.
Por otra parte, debemos tomar muy en cuenta que el hecho de que el anuncio de esos aranceles se justifique en razones de control migratorio en aras de la seguridad nacional de EUA, vuelve a poner en la palestra a los postulados más contundentes que llevaron al actual presidente americano a ser elegido por los estadounidenses. ¡Bingo!
Comentarios finales
Frente a esto, llama la atención que el gobierno mexicano y sus colaboradores en la iniciativa privada en el país, únicamente giren una y otra vez en el análisis de oportunidades de iniciar acciones legales frente a la OMC o bien, de implementar medidas de retaliación a mercancías de los EUA, medidas que por razones de tiempo y oportunidad, podrían surtir efectos de manera tardía, tanto que ese tiempo les vuelve ineficientes e ineficaces ante la inmediatez de los acontecimientos.
En contraste, quizá sea mejor revisar las coyunturas electorales antes apuntadas y revertir la “tormenta perfecta” que busca dar un sentido de “urgencia” a la ratificación y promulgación final del T-MEC y que al mismo tiempo vincula de manera ruinosa para ambas economías, los problemas migratorios con la apertura de mercados en la región de Norteamérica.
Así, un mensaje contundente que anuncie en México la suspensión del proceso de ratificación del T-MEC hasta que se ofrezcan certezas de no aplicar aranceles de emergencia a un socio comercial tan vital como nuestro país, podría cambiar el rumbo de tales amenazas, y desalentar la estrategia detonada en las redes sociales de Trump.
Insisto, el presidente Trump necesita urgentemente que el T-MEC “nazca” y se implemente, dado que con ello obtendría el resultado más emblemático en materia comercial a los ojos de sus electores, pero como hemos dicho, por otro lado, sabe bien que sería un suicidio político que prescinda del TLCAN, pues la desestabilización económica en ambos países sería verdaderamente grave y una irresponsabilidad así, sabe que se paga en las urnas.
Por lo anterior, es claro que si el mandatario estadounidense ha considerado que la mejor estrategia para no denunciar el TLCAN, pero hacerlo nugatorio, son las medidas de emergencia anunciadas, dejando que estos aranceles generen las presiones comerciales que solo encontrarían alivio en la rápida ratificación del T-MEC, es importante desahuciar esa agresión, quitando “urgencia” de este lado de la frontera, lo cual puede ser un verdadero flanco donde la delegación mexicana pueda “meter cuña” al sentarse a negociar soluciones efectivas, pero ciertamente requería nervios de acero y un gran apoyo de los sectores industriales y económicos en ambos países.
Por otra parte, sin dejar de cerrar filas y respaldar patrióticamente a nuestro gobierno frente al poderoso extranjero, vale la pena preguntar por qué el actual gobierno ha flexibilizado y dado cauce a la entrada de caravanas de miles de inmigrantes ilegales a nuestro país, sin que queden claras a la opinión pública, cuáles son las posibles amenazas que a corto y largo plazo pueden representar estos contingentes humanos para la seguridad y la economía en México. ¿En verdad no podemos ofrecer acciones claras y contundentes que garanticen el control de la frontera sur para efectos migratorios?, pues como bien ha dicho el propio presidente Trump, ese es el punto de solución más efectivo antes de erigir más discursos y negociaciones sin resultados, pero antes que satisfacer al extranjero, esa también es una respuesta que se adeuda a la opinión pública mexicana.
Quizá la iniciativa privada en México deba poner el acento en la política migratoria del actual gobierno para que no se afecte gravemente la relación comercial con nuestro principal socio internacional y se presenten compromisos concretos en esa materia, que den certeza a los flujos comerciales entre ambas naciones, pero que también, ofrezcan análisis y acciones de protección de nuestra propia seguridad nacional.
Espero que podamos ver que la “administración del cambio” ofrece, no solo al gobierno de los EUA. sino a todos nosotros en México, un plan de acción y una evaluación de riesgos, amenazas y acciones concretas para solventar un problema migratorio que puede resultar caótico si se le deja crecer sin control, arriesgando aún más los derechos humanos de quienes se dice proteger, al tiempo que se pone en riesgo la estabilidad comercial y económica del país, dejando de aprovechar otras coyunturas favorables que podríamos capitalizar ante la clara “guerra comercial entre EUA y China”, en lugar se sumar otra “guerra de aranceles” innecesaria para ambas naciones.
El hecho de encontrarnos inmersos en medio de la más reciente y anunciada guerra comercial entre China y los EUA abre la pauta para generar algunas reflexiones al respecto; por principio de cuentas aun cuando este acontecimiento se ha agudizado en fechas recientes debemos recordar que esta situación dio inicio el año anterior cuando nuestro vecino país del norte acusó a esta nación asiática de prácticas comerciales desleales y ahora la polémica se ha desatado ante una nueva acusación en la que se señala que este intenta robar los derechos de propiedad intelectual de numerosos productos estadounidenses.
Ante tales acusaciones, salta a la vista la intención de nuestro vecino del norte y su primer mandatario de generar una ola de incertidumbre comercial que orille al gigante asiático a adquirir más productos estadounidenses, ello con la finalidad de frenar el déficit comercial 1 de 419.000 millones de dólares que actualmente tiene con esta nación; esto se ha hecho manifiesto con las declaraciones efectuadas por el presidente Trump quien públicamente ha comentado que las compañías estadounidenses que importan insumos de China deberían hacerlo con otras naciones e incluso comprar estos insumos a fabricantes estadounidenses. Es importante destacar que poco sustento tienen estas declaraciones que han sido vertidas sin tomar en cuenta lo que implica en términos de tiempo reorientar la productividad, las cadenas de valor y el costo que esto evidentemente implicaría.
En caso de que este conflicto económico no cesara, existe la posibilidad y el terreno propicio para que de nueva cuenta se genere un clima de incertidumbre entre las empresas y los consumidores, pudiendo perjudicar a la economía mundial, por ello lo que la gran mayoría de empresarios esperan es el comienzo de otra serie de negociaciones que lleve a buen término esta situación.
Aranceles vs Aranceles
Remontándonos a 2018 ya había ocurrido que EUA impuso aranceles a productos chinos por un valor total de 250.000 millones de dólares, lo que ocasionó que en defensa el gobierno del país asiático en comento impusiera aranceles a bienes estadounidenses por valor de 110.000 millones de dólares, ahora nuevamente la medida que ha encontrado China para contrarrestar los efectos consiste nuevamente en responder de forma similar y exigir nuevos y elevados aranceles sobre productos estadounidenses por unos 60.000 millones de dólares a partir del 1o. de junio, atacando los siguientes sectores:
- agrícola: los agricultores estadounidenses, bastión del presidente Trump. Alrededor del 91 % de los 545 productos a los que China está gravando pertenecen al sector agrícola
- automovilístico: empresas como Tesla y Chrysler fabrican en los EUA, y los productos que envíen a China se verán afectados, y
- médico: carbón; petróleo (pero solo ligeramente)2
Los productos chinos afectados por los aranceles no se han centrado de forma particular en algún sector, más bien han sido de diversa índole.
Aspectos a considerar ¿Quién Pierde?
Aún en medio de toda esta polémica arancelaria, China sigue siendo el principal socio comercial de EUA; no obstante esta situación comercial ha comenzado a generar estragos que se ven reflejados al comparar el incremento de 7 % que en 2018 tuvieron las exportaciones de ese país a China en contraste con la caída del 9 % de los flujos comerciales de China a EUA durante el primer trimestre de este año, además, de acuerdo con Taimur Baig, el economista jefe del DBS, una guerra comercial que alcanzare su punto máximo puede llevarse el 0.25 % del PIB de ambas economías por lo menos durante este año, con posibilidad de empeorar el próximo con una reducción del crecimiento de alrededor del 0.5 % o más, en caso de que no se lograse acuerdo alguno3.
También, encontramos por lo menos dos estudios académicos publicados en marzo de este año que indican que las empresas y los consumidores estadounidenses pagaron casi el costo total de los aranceles comerciales de EUA impuestos a las importaciones de China y otros lugares durante 2018.
En este tenor, los economistas del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, y las Universidades de Princeton y de Columbia calcularon que las tasas impuestas a una amplia gama de importaciones, desde acero hasta lavadoras, cuestan a las empresas y consumidores estadounidenses unos 3.000 millones de dólares mensuales en impuestos adicionales4.
Teniendo conocimiento de estos datos se puede pensar que las economías afectadas serían la china y estadounidense, pero esta apreciación resulta errónea aun cuando si bien es cierto son las que corren mayor peligro, debemos reconocer que no son las únicas.
Tomemos en consideración que países como Corea del Sur, Singapur o Taiwán también pueden verse afectados, por las alteraciones en la cadena de suministro porque China obtiene muchos de los componentes que acaban en sus productos terminados de estos países y cualquier cambio en el flujo de exportación de China afectaría inevitablemente a estos países; además la situación también podría derivar en un cambio en los flujos de manufactura hacia esos países, o a que estos se aprovecharan y vendieran a EUA, aunque ese cambio requeriría tiempo, y es difícil imaginar quién podría igualar la escala de la demanda de China.
En esta guerra ¿Se esperan ganadores?
Hasta este momento lo cierto es que desde que dio inicio esta disputa entre las dos economías más grandes del mundo, el único resultado ha sido que ante el incremento de los factores de riesgo para los inversores se hayan puesto bajo amenaza las perspectivas económicas de los países de la región de Asia Pacífico; sin embargo, la otra cara de la moneda de este conflicto abre la posibilidad de generar ganancias a otros países en caso de que continúe.
Así lo ha informado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) a través de un informe en el que sitúa como principales beneficiados a Canadá, Naciones Europeas y a nuestro país, México, este mismo informe hace manifiesto que los aranceles bilaterales no resultan ser efectivos para proteger a las empresas nacionales y más bien los señala como instrumentos que limitan comercio desde el país afectado, es por ello que en este caso lejos de beneficiar a empresas nacionales de EUA y China terminarán beneficiando a exportadores de otros países.
Al respecto, los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han indicado que de los 250.000 millones de dólares en exportaciones chinas sujetas a aranceles estadounidenses, aproximadamente el 82 % se desviará a empresas en otros países, mientras que alrededor del 12 % será retenido por empresas chinas y solo el 6 % se irá a manos de firmas estadounidenses. De manera similar, de los poco más o menos 85.000 millones de dólares en exportaciones de EUA sujetos a los aranceles de China, alrededor del 85 % serán capturados por compañías de otros países. Entre tanto, de ese total, las firmas estadounidenses solo retendrán menos del 10 %, mientras que las chinas capturarán cerca del 5 %5.
Las investigaciones de la ONU indican que los países que resultarán más beneficiados serán aquellos que resulten más competitivos y sobre todo que tengan la capacidad económica sustituir a las empresas chinas y estadounidenses en los mercados que ocupan.
De acuerdo con este mismo estudio las exportaciones se verán favorecidas en mayor grado serán las de la Unión Europea pues se prevé que logren una captura de por lo menos 70.000 millones de dólares del comercio bilateral entre Washington y Pekín (50.000 millones de dólares de las exportaciones chinas a EUA y 20.000 millones de dólares de las exportaciones de EUA al país asiático)6.
El papel de México
En este contexto se prevé que México también sea beneficiado al obtener ganancias que pudieran superar los 26.000 millones de dólares al lograr nuevas exportaciones, toda vez que actualmente somos la novena mayor economía de exportación en el mundo y fuente de nuevas exportaciones para los participantes de esta guerra al ser EUA y China nuestro primer y tercer mercado de exportación, respectivamente.
Además, también se contempla que México obtenga mayores ingresos del aumento del porcentaje del total de exportaciones (un 5.9 %) como resultado del conflicto, muy por encima del bloque europeo (0.9 %) u otras grandes potencias, como Japón (2.3 %) o Canadá (3.4 %)7.
Aun cuando estas cifras no representan un monto notable del comercio mundial, que en 2017 ascendió a unos 17 billones de dólares, para muchos países representan una parte importante de sus exportaciones, tal es el caso del Estado mexicano quien capturaría los aproximadamente 27.000 millones de dólares del comercio entre EUA y China, lo que en términos de porcentaje representa un 6 % de sus exportaciones totales.
Reflexiones finales
Las acciones del gobierno estadounidense están encaminadas a lograr que China haga cambios en sus políticas económicas por considerar que las actuales favorecen a las compañías estatales chinas mediante un sistema de subsidios.
Los aranceles bilaterales impuestos en esta guerra alterarán la competitividad global en beneficio de las empresas que operan en países que no están directamente afectados por ellas.
En caso de que esta guerra continúe, el comercio bilateral entre ambas naciones disminuirá y será reemplazado por el comercio originado en otros países, lo que favorecería a otros que comercian con esas dos potencias.
Dentro de una guerra comercial la desaceleración económica a menudo acompaña las perturbaciones en los precios de los productos básicos, los mercados financieros y las monedas, lo que trae aparejado importantes repercusiones para los países en desarrollo.