Desde tiempos inmemorables el ser humano ha tenido la necesidad de desplazarse de un lugar a otro. Las causas pueden ser múltiples como los conflictos armados o los desastres naturales, pero también el simple deseo de cambiar de “aires” y buscar “nuevos horizontes”. Sin embargo, para llevar a cabo ese “desplazamiento” a ciertos destinos es necesario cumplir determinados requisitos, ahí es donde se puede ubicar la razón de la existencia de los conocidos “pasaportes”, nos comenta el maestro Jesús Edmundo Coronado Contreras, coordinador editorial de las áreas de Fiscal, Jurídico Corporativo y Comercio Exterior de IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral y coordinador de la comisión de Derecho Penal Internacional del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México A.C.
Origen
Suele considerarse que el término “pasaporte” tiene su origen en la cuestión portuaria, pero parece ser que deviene de la conjunción medieval de “pasar por la puerta de las ciudades” (pasa sulla porta). No obstante, desde la Biblia existen referencias a documentos de viaje que se expedían para transitar de Persia a Judea, catalogados muchas veces como salvoconductos o permisos para trasladarse.
Muchos años después, ya en el mundo islámico se utilizaba el bara’a, una especie de recibo que acreditaba el pago de impuestos para poder viajar a distintas regiones del califato. En la Europa medieval, las autoridades locales emitían documentos a los viajeros, pero estos no eran necesarios en los puertos, ya que estos se tenían como puntos de comercio abierto, no así los traslados al interior de los territorios.
Al rey Enrique V de Inglaterra es a quien se le otorga el mérito de inventar el pasaporte, pues él lo introdujo para que sus súbditos pudiesen demostrar quiénes eran al encontrarse en territorio extranjero.
Años después la expansión del sistema ferroviario en suelo europeo provocó que el pasaporte fuera inútil debido a que no existían controles para los pasajeros que cruzaban constantemente las fronteras.
Fue hasta la Primera Guerra Mundial que se implementaron controles estrictos por cuestiones de seguridad, ya que se buscaba evitar el ingreso de espías y la fuga de personas con habilidades que eran mano de obra con potencial. Los imperios austrohúngaro, ruso y otomano eran los primeros en tener medidas restrictivas, incluso al interior de sus fronteras por la diversidad étnica que tenían.
Finalizado el conflicto bélico y con el surgimiento de varios estados se mantuvieron para controlar los traslados; sin embargo, poco a poco se complementaron con mayores requisitos que desataron polémica, como fue en 1920 cuando en Reino Unido existieron quejas por solicitar que adjuntaran fotografías y descripción física del titular del documento.
En esa década la ahora extinta Sociedad de Naciones celebró diversas conferencias para delimitar ciertas directrices; situación similar la Organización de las Naciones Unidas en 1963 efectúo reuniones especiales, pero no fue sino hasta que en 1980 se establecieron bases más sólidas bajo la dirección de la Organización de Aviación Civil Internacional.
Forma
Los primeros pasaportes se concretaban a contener el nombre, nacionalidad, descripción física y la autorización de salida y regreso. Posteriormente, se le dio el formato de cuaderno o cuadernillo para que pudiese anotarse los ingresos y las autorizaciones de otros países, los famosos “visados”. Esto le daría al documento una validez internacional bajo la condición de que los países se reconocieran entre sí.
Poco a poco para evitar su falsificación se foliaron los pasaportes, se agregó la fotografía y se utilizó papel seguridad, el cual ha ido evolucionando con el paso del tiempo hasta llegar a la incorporación de datos biométricos –toda aquella propiedad física, fisiológica, de comportamiento o rasgo de la personalidad, atribuible a una sola persona, y es medible–.
¿Identidad?
La vida en sociedad exige que determinadas cuestiones organizativas tengan un control, una de las principales es la identificación de la población, que es regulada por los estados mediante la emisión de documentos que acreditan la identidad de las personas.
Entre ellos esta el documento nacional de identidad o DNI, como es conocido comúnmente; otro empleado para esos efectos ha sido el pasaporte porque este también acredita la identidad de un individuo, aunque su origen como se ha visto es facilitar el tránsito entre distintas jurisdicciones.
En México a nivel legislativo está el Reglamento de Pasaportes y del Documento de Identidad y Viaje (RPDIV), publicado en agosto de 2011 y el cual define en su artículo 2, fracción V al pasaporte como documento de viaje que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) expide a los mexicanos para:
- acreditar su nacionalidad e identidad, y
- solicitar a las autoridades extranjeras:
- permitir el libre paso
- proporcionar ayuda y protección, o
- dispensen las cortesías e inmunidades que correspondan al cargo o representación del titular del mismo, en su caso
Se conceptualiza al documento de identidad y viaje como aquel que la SRE expide para permitir la salida documentada del territorio nacional al extranjero que carezca de un pasaporte vigente y se ubique en determinados supuestos.
Cabe aclarar que nuestro país no cuenta con el típico DNI y en parte es por ello que se recurra al pasaporte para acreditar la identidad de una persona, siendo ello una ironía, porque como se ha analizado ese punto es ideal para los extranjeros no para los nacionales de un propio país.
¿Comercio y negocio?
El poder de los pasaportes es medido por el número de países que permiten el acceso sin tener que tramitar una visa. De acuerdo con The Economist tener un pasaporte de la República de Corea o de Singapur permite el acceso sin ningún tipo de visa para 162 países; por su parte Siria, Somalia, Irak y Pakistán están dentro de los que más visas deben tramitar, pero el primer lugar es para Afganistán que solamente tiene acceso sin visa para 26 países.
Tramitar una visa es de las cuestiones más complicadas, pues puede implicar el llenado de formularios, realizar filas extensas, pagar sumas considerables atender entrevistas o probar que la visita es temporal o todas las anteriores.
Situaciones de ese tipo originan que el comercio con esos países se vea afectado, ya que los acuerdos comerciales se fundamentan en las relaciones diplomáticas que tienen los estados. Imponer medidas de este tipo, socavan sectores importantes, como es el turismo.
Ciertamente algunas naciones tienen como causa “justificada” implementar acciones de seguridad y preventivas; por ejemplo, los Estados Unidos de América (EUA) imponen visas para controlar el acceso a su territorio bajo el argumento de prevenir el ingreso de posibles terroristas. Es por ello que se les limita el ingreso a su territorio a los países que atraviesan conflictos bélicos como Siria o Afganistán o que tienen gobiernos endebles o cuestionables como Somalia o Pakistán.
Incluso los colores de los pasaportes tienen una razón de ser, toda vez que atiende a un sentido de pertenencia. Los países islámicos usan el color verde por su vínculo con el Islam. Por su parte, aquellos que forman parte de la Unión Europea (UE) han adoptado el color vino o guinda en sus pasaportes para identificar esa “alianza”, Reino Unido ha anunciado que regresará al color azul marino una vez que se consume el proceso de salida de la UE. Otros países como Albania o Turquía que aspiran a incorporarse a la UE han incorporado ese color a sus pasaportes.
No obstante, existen casos en los que algunos países han visto a los pasaportes como un negocio. Fue sonado el caso del magnate ruso Roman Abramovich, propietario del club de fútbol inglés del Chelsea, a quién se le negó la residencia en suelo británico después de que la policía suiza afirmó que tenía una “reputación riesgosa”, pero el oligarca ahora tiene un pasaporte israelí lo que le permite viajar libremente a territorio inglés. Israel ofrece la nacionalidad a los miembros de la comunidad judía que la soliciten.
Muchos países venden pasaportes y otros más la residencia; una industria que ha atraído tanto a abogados, banqueros, consultores, contadores y agentes estatales que sirven para crear a los inversores migrantes.
Vender pasaportes es una idea que en esencia origina repudio, la ciudadanía parece un bien sagrado que solamente pudiera ser obtenida por aquellos dignos de ella. La idea de no facilitar el acceso a un pasaporte a los grandes millonarios se debe a que muchos de ellos, solamente lo desean para evadir la justicia o realizar operaciones ilícitas.
Sin embargo, existen otros motivos para desear tener otro pasaporte; por ejemplo, aquellos nacionales de países musulmanes muchas veces enfrentan los tortuosos procesos para obtener visas, debido a las restricciones que se imponen a sus países por cuestiones de seguridad.
Otros desean tener un pasaporte adicional como un seguro para evitar la inestabilidad o la persecución. Los países que han brindado facilidades a este tipo de casos obtienen el beneficio de hacerse con recursos económicos para invertir en servicios públicos, además de tener “ciudadanos agradecidos y leales por esa reciprocidad”.
Las autoridades tienen todo el derecho de fijar cuáles son los requisitos para conseguir esa “prerrogativa”, como lo es aprender el idioma o residir por determinado tiempo en ese territorio, pero tampoco puede limitarse el venderlos.
Igualmente, la venta de pasaportes implica sus riesgos, pues países pequeños con escasa población, de existir una “sobre venta” podrían enfrentarse a que eventualmente serían superados en número por los “ciudadanos por conveniencia”.
Ante ese tipo de situaciones es que los países no deben “abaratar” el acceso, ya que incluso eso ha permitido que el lavado de dinero prolifere como un delito transnacional. Por ejemplo, la mafia rusa ha usado Chipre para ingresar sus recursos al sistema financiero europeo.
En los Emiratos Árabes Unidos, los extranjeros adquieren la residencia para evadir a ciertos fiscos y gozar de los beneficios fiscales de los territorios árabes, como lo es el secreto bancario.
Desde 1998, en México la Ley de Nacionalidad facilita que los mexicanos cuenten con otra nacionalidad además de la mexicana. Este hecho reviste gran relevancia porque, en efecto, la doble (o múltiple) nacionalidad implica una ampliación de derechos para quienes cuenta con ella. No obstante, también existen responsabilidades que se desprenden de contar con más de una nacionalidad, dependiendo de los países involucrados.
Comentarios finales
Tal como ha podido apreciarse el pasaporte desde su creación, poco a poco, se ha tornado en un instrumento vital. El fenómeno de la globalización, originado por los adelantos científicos y los avances tecnológicos, lo ha convertido en indispensable para el desarrollo del comercio, tan es así que para algunos estados es incluso un producto atractivo para la venta. Sin embargo, ese beneficio lleva sus riesgos. De ahí que sea importante conocer los pormenores al respecto.
Por otra parte, y ante el próximo periodo vacacional de verano, quienes pretendan salir al extranjero deben revisar la vigencia del documento y el tiempo que les resta, y en caso de que esté por expirar, tramitar a la brevedad su renovación.
Porque de la recomendación, esto en virtud de que el pasaporte mexicano debe tener una validez mínima, después de la fecha de regreso del país visitado, según se exija; por ejemplo, para ir a Canadá el pasaporte debe ser de por lo menos seis meses al momento del ingreso del portador y hasta la fecha en que concluya el viaje, mientras que para Europa es de tres meses posteriores al momento de su finalización.
La Secretaría de Economía (SE) suprimió desde el 20 de mayo de 2019 las represalias impuestas el 5 de junio de 2018, a ciertos productos –agropecuarios y siderúrgicos– estadounidenses, debido a que el mandatario de los Estados Unidos de América (EUA) proclamó la eliminación –en esta misma fecha– de los aranceles que impuso desde el 1o. de junio del año pasado al acero (25 %) y aluminio (10 %) mexicano, bajo la Sección 232 de la Ley Comercial de los Estados Unidos de 1962, supuestamente por representar una amenaza a su seguridad nacional.