Medicamentos: ¿falsos?

En tiempos de Covid-19 se ha potencializado una de las actividades ilícitas preferidas de la delincuencia organizada

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 .  (Foto: iStock)

Las pandemias suelen ser episodios complicados. A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido por la aparición de diferentes virus que han azolado poblaciones enteras y puesto en situaciones complejas a las autoridades.

El desarrollo científico principalmente y en menor medida los avances tecnológicos han permitido que el ser humano prevalezca sobre las múltiples enfermedades que se han presentado en el tiempo.

Los medicamentos suelen ser vitales para la supervivencia humana, ya que estos son los que facilitan el combate a los diversos padecimientos. Su proceso de creación suele ser muy complejo y requiere procesos que no cualquier individuo podría llevar a cabo. Esa inversión en investigación es redituable en el momento en el que se coloca en el mercado el fruto de ese trabajo, o que al ser registrado genera ganancias por su comercialización.

Muchos de esos medicamentos son necesarios a nivel global y deben cruzar fronteras para llegar a su destino y ser usados para intentar erradicar diferentes padecimientos, todo eso implica un proceso específico y que es regulado particularmente por cada país.

Sin embargo, los delincuentes también han encontrado en este nicho un área de oportunidad para cometer actos ilícitos. Lo anterior, porque ya sea mediante el tráfico ilegal de medicamentos o la venta de productos falsos, la delincuencia organizada se ha hecho de recursos inimaginables, teniendo como consecuencias afectaciones al comercio internacional, pero también en la salud de las personas.

Por ello, al respecto reflexiona sobre este particular tema el maestro Jesús Edmundo Coronado Contreras, coordinador editorial de las áreas de Fiscal, Jurídico Corporativo y Comercio Exterior en IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral, coordinador de la comisión de Derecho Penal Internacional del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México A.C., miembro de la comisión de Derecho Penal de la Barra Mexicana Colegio de Abogados A.C. y del comité de Derecho Penal y Seguridad de la Asociación Nacional de Abogados de Empresa, Colegio de Abogados A. C. y escritor frecuente dentro de la revista Praxis Legal de la editorial Wolters Kluwer.

Contexto

En 1955 Jonas Salk decidió no patentar la vacuna para la polio para que esta fuera accesible a millones de personas que de haberlo hecho no hubieran podido pagar por ella. Se estima que al no hacerlo perdió cerca de siete billones de dólares estadounidenses. Años más tarde al conceder una entrevista, no volvió sobre su decisión y dijo: “No hay patente. ¿Acaso puedes patentar el sol?”

Episodios como los de Salk son aislados y a más de 60 años de eso ese científico sigue siendo considerado por muchos como un héroe, un ejemplo de humanidad, concientización y empatía con los demás, pero también es visto como ejemplo de que los intereses económicos pueden quedar en un segundo plano.

En la actualidad, especialmente en estos tiempos donde un virus como Covid-19 ha prácticamente, atacado el mundo entero el caso del científico estadounidense ha adquirido singular vigencia, ya que se sigue buscando hasta el momento justamente una vacuna o un remedio (en toda la extensión de la palabra) que pueda poner fin a semejante enfermedad.

Sin embargo, ello no ha resultado simple, muchas cosas han cambiado desde que en los años 50’s del siglo XX Salk decidió no patentar, pues las investigaciones científicas ahora en su mayoría son financiadas por grandes corporaciones que buscan en las patentes un medio para no solamente compensar su inversión, sino también obtener suntuosas ganancias.

La salud es un bien preciado, mucho más en estos días gracias al coronavirus. La supervivencia humana ha sido posible gracias a los adelantos científicos y a los avances tecnológicos, puesto que los primeros han permitido que el ser humano haga frente a diferentes padecimientos.

En su momento la polio fue una enfermedad grave, considerada como un peligro, hasta que la vacuna de Salk facilitó su combate. El ser humano a lo largo de la historia ha desarrollado miles de mecanismos para garantizar su supervivencia. Los medicamentos han permitido la permanencia humana, pero qué sucede en los casos en los que estos no son lo que realmente deberían ser.

¿Necesarios?

Como se ilustraba en líneas previas la salud es una cuestión prioritaria porque se asocia directamente con la vida humana y eso la convierte en un bien preciado y atractivo desde el punto de vista comercial, pero también delincuencial.

El ser humano es frágil, es una criatura que no es inmune a las circunstancias externas y que tiene un tiempo determinado de vida. Su cuerpo, aunque resistente, efectivamente no resulta serlo a padecimientos, especialmente los virus que ingresan a su organismo y afectan su supervivencia.

Los medicamentos han pretendido ayudar al ser humano, ya sea a combatir como a prevenir diferentes padecimientos. Su desarrollo no es sencillo, pues implica en la mayoría de las ocasiones de realizar estudios avanzados acompañados de pruebas para verificar su eficacia.

Cada vez que un nuevo fármaco entra al mercado es porque ha pasado por un arduo proceso detrás, no solamente desde la parte científica, también desde la óptica legal, ya que el manejo de ciertas sustancias está sujeto a permisos por parte de las autoridades, porque por sus particulares características no pueden ser usados por cualquier individuo.

En un primer escenario un laboratorio debe cumplir con determinados requisitos para poder operar, así como el personal que labora en ese sitio. Deben certificar que lo que ahí se efectúa no es un riesgo para la población, sino un proceso en pro de mejorar la vida humana.

Las empresas dedicadas a financiar estos lugares también muchas veces asumen un riesgo considerable al patrocinar investigaciones que pueden concluir en resultados positivos o adversos para la salud.

También existen una cantidad de responsabilidades importantes que no deben pasar inadvertidas, toda vez que los investigadores, inversores y demás personas involucradas realizan una labor por demás delicada.

Ese trabajo cuando genera resultados positivos se refleja en un bienestar directo en la población que sufre o que busca prevenir una enfermedad. Por eso es que no es una tarea simple y no cualquiera la desempeña.

La búsqueda de supervivencia es un instinto inherente al ser humano, el cual por definición intenta subsistir ante la adversidad. Por ello es que los medicamentos son una herramienta importante para conseguir ese objetivo.

No ha existido, ni existe ni existirá (seguramente) un ser humano inmune a toda enfermedad, todos hemos padecido algún tipo de enfermedad durante nuestra existencia y para aliviarlo se ha recurrido en múltiples ocasiones a medicamentos para solucionar ese problema.

De ahí que sean un bien necesario y primordial para todos los habitantes de este mundo. Existen enfermedades que por sus características deben ir acompañadas de otra clase de acciones o procedimientos, pero indistintamente se recurre a estos para apoyar en la solución.

El accionar delictivo también parece ser un aspecto inherente en toda sociedad, que con un contrato social y mediante una serie de reglas establece los límites para armonizar esa convivencia en sociedad.

No obstante, pese al establecimiento de normas existen quienes mediante el engaño intentan obtener algún tipo de beneficio (principalmente económico) ante la precaria salud de sus pares.

¿Qué es falsificación?

El término “falso” significa aquello que es fingido o simulado, que es incierto y contrario a la verdad, que se hace imitando otra cosa que es legítima o auténtica. Desde épocas antiguas el ser humano se ha valido del “engaño” para obtener alguna clase de provecho, haciendo pasar cosas como otras.

El comercio es una de las prácticas más antiguas que conocen las personas, consistente en ese intercambio de bienes, productos y servicios, principalmente en cuanto a los productos siempre ha existido esa posibilidad de que lo que se está ofertando puede o no ser lo que realmente se desea.

Al referirse a la “falsificación” es común que se empareje a términos como “documentos” o “moneda” como dos hechos delictivos típicos. Sin embargo, en tiempos recientes la falsificación también se ha inclinado hacia otra clase de productos, principalmente lo que es el software (que fue materia de análisis en anteriores publicaciones) y en este caso los medicamentos.

Nueva tipología

El mundo ha cambiado sustancialmente desde la globalización, puesto que gracias a los avances de la ciencia y de la tecnología el mundo está casi completamente interconectado. La famosa “aldea global” es una realidad y está ha entrado con “pies de plomo” y su impacto ha sido en varias áreas y la parte delictiva no es ajena a este fenómeno globalizador.

Los delitos en muchas ocasiones ya no se gestan y se ejecutan en un solo sitio, sus efectos y sujetos involucrados son agentes de diferentes orígenes, lo cual implica que se entre en ciertos escenarios a un juego de jurisdicciones que suele ser muy tortuoso dependiendo obviamente las circunstancias del caso en particular.

La tipología de los delitos ha cambiado a raíz de eso sustancialmente, porque en épocas anteriores se sostenía que el Derecho Penal era eminentemente “localista”, ya que la conducta, típica, antijurídica, culpable y punible en un sitio no lo era necesariamente en otro. Sin embargo, y pese a que en nuestro ordenamiento jurídico nacional tenemos delitos previstos en la legislación federal, pero también en las normativas estatales, al final pueden considerarse “delitos locales”.

Ahora bien, en nuestros días no tenemos solamente ese tipo de delitos, pues aquí entra la llamada “teoría del guantelete de Coronado” porque podemos afirmar que ahora existen cinco tipos de ellos.

Además de los delitos locales, existen los “delitos internacionales”, aquellos que son competencia de la Corte Penal Internacional, ente ideado para juzgar aquellas ofensas que son catalogadas como las peores que puede llevar a cabo el ser humano, como lo son los crímenes de guerra, los delitos de lesa humanidad, el genocidio y el crimen de agresión.

Su competencia es particular porque se sujeta a lo establecido en el Estatuto de Roma y es básicamente supletoria o complementaria para quienes han firmado y ratificado ese instrumento.

No obstante, también se tienen “delitos globales” como lo son la piratería marítima y el terrorismo, que si bien son perseguidos y sancionados a nivel local representan una amenaza de carácter “global” (incluso aquí podrían incluirse algunos delitos ambientales que tienen ese impacto) y no existe un tribunal internacional competente para ello.

También gracias a la presencia de las nuevas tecnologías y más en estos tiempos de encierro o mediano enclaustramiento se tienen “delitos ubicuos”, los cuales son los denominados ciberdelitos que se comenten en ese “Amazonas salvaje” o “mundo oscuro” que es el denominado ciberespacio.

Ese metaespacio que es intangible, pero en el cual interactuamos casi todos, especialmente por la dependencia tecnológica imperante en estos días. Es un lugar sin una regulación especial, pues no existe una constitución o un código especial de este espacio, lo único que se ha intentado es con la Convención de Budapest es establecer una especie de regulación marco para las conductas delictivas relacionadas con este sitio, pero la misma data del año 2001 y aunque fue adoptada por muchos países, esta no ha permeado a nivel mundial y han sido más los intentos “locales” por buscar regular este “mundo oscuro”.

Tampoco se debe excluir la presencia de la delincuencia organizada, especialmente aquella de carácter “transnacional” que destaca por no limitar su accionar a una sola jurisdicción, sino que igual que las grandes corporaciones busca expandirse a otros mercados.

Aquí es donde tienen cabida los “delitos transnacionales” como el tráfico de estupefacientes, armas, drogas, órganos, hidrocarburos, flora, fauna, migrantes, y demás sumado a las operaciones con recursos de procedencia ilícita (lavado de dinero) y algunos hechos vinculados con la corrupción. 

En ese sentido, surge el cuestionamiento sobre en dónde estaría la “falsificación”, especialmente aquella de medicamentos dentro de la nueva tipología, y es que salvo por lo que hace a los “delitos internacionales” que están limitados a esos cuatro hechos que se enuncian en el Estatuto de Roma, esta conducta delictiva podría tener cierto encuadre dentro de los restantes tipos de delitos.

¿Transnacional, global, local o ubicuo?

Lo anterior, porque la falsificación de medicamentos es una de las actividades que desde hace varios años ha estado realizando la delincuencia organizada transnacional, porque como es sabido el tráfico de estupefacientes es una de sus principales fuentes de ingresos, así que el introducir medicamentos “falsos” se vuelve una actividad hasta cierto punto conexa o accesoria.

Sin embargo, visto el contexto particular en el que nos encontramos en nuestros días, especialmente por la presencia de Covid-19, es que surge la interrogante de si el introducir medicamentos falsos no sería una amenaza de carácter global.

Más que en ningún otro momento de la historia, la salud es una cuestión esencial y que acapara la atención de prácticamente todo el orbe. El encierro que ha provocado el coronavirus ha demostrado ser una amenaza global y durante estos tiempos han surgido miles de supuestas “curas” para ese mal, desde “gotas mágicas” hasta seudo equipo que evita o previene contagios.

Dicha situación tampoco es ajena en el ciberespacio, toda vez que este “mundo oscuro” ha facilitado que se comercialicen productos falsos alrededor del mundo. Actualmente, existen muchas plataformas donde es posible conseguir cualquier clase de productos, incluso medicamentos.

Las transacciones suelen estar en ciertos casos “protegidas” por los gestores de estas plataformas, pero eso no excluye el hecho que si quienes venden estos medicamentos cuentan con las autorizaciones correspondientes para hacerlo.

En la práctica es complicada la gestión de este tipo de casos, ya que pueden involucrarse en una transacción de medicamentos falsos varias nacionalidades y jurisdicciones, gestándose un problema sobre en dónde sería posible perseguir y sancionar esa conducta.

Se tendría que entrar en las complejidades de la cooperación internacional, si es que esta es posible, pues no hay que olvidar que varios países siguen teniendo múltiples divergencias que complican la posibilidad de una cooperación.

Aquí vale la pena aclarar la distinción entre delitos cometidos en el ciberespacio que pueden tener efectos en el mundo físico también o que se limitan únicamente al mundo digital. En este caso estaríamos en la primera categoría; igualmente sean unos u otros no disminuyen las complicaciones descritas en la esfera práctica.

Impacto

Las consecuencias de este hecho delictivo son bastante graves y abarcan distintas áreas, porque el medicamento falsificado es aquel producto farmacéutico deliberadamente modificado, el cual está protegido por una patente, entonces estaría ante una violación en materia de propiedad intelectual.

También se estaría ante una cuestión de carácter sanitario, ya que esa alteración o modificación puede repercutir en la salud de las personas, porque puede que sean los mismos excipientes o ingredientes, pero si el porcentaje es diferente los efectos pueden variar, no solamente en no combatir o erradicar el padecimiento, sino que puede acrecentarlo u originar otros.

Los componentes alterados pueden conllevar resultados nocivos. Ahora vale la pena destacar la diferencia entre medicamentos falsificados y aquellos que pueden ser denominados como “piratas”, pues estos últimos no se hacen pasar por originales y también se pueden ubicar aquellos genéricos que son similares a los originarios, aunque gestados por diferentes laboratorios o empresas farmacéuticas.

Si bien para las cuestiones de propiedad intelectual y sanitarias hay que remitirse en la mayoría de las ocasiones al derecho interno, la vertiente penal y aduanera también tienen su injerencia en esto porque esa importación ilegal en ciertos escenarios puede considerarse un contrabando.

Comentarios finales

Pese a lo anterior, no se debe dejar de lado que se pone en riesgo la vida de las personas y ese es el mayor impacto que tiene esa conducta delictiva. La salud es un bien preciado y en fechas recientes se ha revitalizado la necesidad de su protección por la pandemia que ha asolado prácticamente al mundo entero.

La falsificación de medicamentos es una conducta delictiva, que como se ha podido apreciar en este breve análisis, representa una amenaza mayor y puede producir consecuencias bastante graves y por ello, es que no debe pasar inadvertida.

Tiene injerencia como se ha visto en varias materias y su impacto en el comercio internacional es significativo, porque ahora gracias al uso de las plataformas tecnológicas o sitios de Internet se ha potencializado y pone en entredicho muchas operaciones.

Su persecución y sanción se ha tornado por ello en algo bastante complejo. La implementación de normas rígidas y especiales para su etiquetado y presentación no ha sido suficiente para prevenir actos delictivos. La regulación de los medicamentos requiere ser muy “quirúrgica” desde su desarrollo, producción, comercialización sea en el mundo físico como en el mundo digital, la necesidad de una cooperación internacional es indispensable para ello. 

A nivel regional organismos como la Organización Mundial de la Salud, la Interpol y diferentes oficinas de la Organización de las Naciones Unidas han hecho diversos esfuerzos junto con autoridades locales (en el caso de México quien ha accionado mayormente es la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios –Cofepris–) para intentar combatir este hecho ilícito, que es una de las principales actividades de la delincuencia organizada.

El mercado de medicamentos suele ser uno con altos costos y eso sirve para que incluso dentro de una estrategia de mercado, se coloquen medicamentos que no contienen los mismos componentes a un menor precio y eso los ha hecho atractivos, pero como se ha ilustrado estos tienen sus consecuencias.

En un mundo azotado por una de las peores pandemias que ha conocido la historia de la humanidad, interconectado por la tecnología en un Amazonas salvaje o mundo oscuro, siendo muchas veces una dimensión espejo del mundo físico, pero carente de una regulación adecuada, la presencia de este hecho delictivo es una amenaza que no debe descartarse. De ahí la necesidad de dimensionar lo que implica, sus alcances para poder encontrar sus posibles soluciones.


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