¿Se repliega la globalización?

Medidas implementadas a nivel internacional para hacer frente a problemas económicos y ambientales

El licenciado Carlos Enrique Palencia Escalante, analista Económico y Socio Director de la firma CEO Consultoría Estratégica & Outsourcing (carlos,palencia@ceoconsultores.net), comparte con IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral un análisis sobre el fenómeno de la “desglobalización” y sus manifestaciones, tanto a nivel nacional como internacional.

Aunque debe reconocerse que no todo el replanteamiento sobre la desglobalización es a causa del abastecimiento en las cadenas de suministro y producción; la interdependencia está siendo reforzada por avances tecnológicos aplicados a servicios; por ejemplo, el diseño, la contabilidad, impresión remota de prototipos y productos con especificaciones precisas. Incluso, la telemedicina está influyendo en la globalización, lo mismo que el trabajo y las reuniones a distancia.

Lamentablemente, los dos últimos ejemplos disminuyen el tan importante contacto personal.

Si consideramos que la globalización se basa mucho en las cadenas de valor y suministro, debido a la integración de la producción y el comercio dentro y fuera de un país, los consumidores han llegado a anticipar variedades de formato de demanda y también desean tener el producto y/o el servicio disponible a la mayor brevedad posible.

A partir del año pasado y por efecto de la pandemia Covid-19 y sus variantes, parece que se repliega la globalización, igual que como sucedió en la Gran Recesión financiera del 2008. Ahora es principalmente por la escasez de semiconductores, que ha paralizado la producción del sector automotriz en todo el mundo, pero también de otros productos como los electrónicos y de consumo en los hogares como son los electrodomésticos.

Pero no solo se trata de desabasto. El surgimiento de prohibiciones a las exportaciones y los aranceles fijados por Estados Unidos de América (EUA) agotaron los inventarios de chips en ese país, pero, al mismo tiempo provocaron el acaparamiento por parte de compradores asiáticos, particularmente chinos.

Se suma a la retracción global la crisis en el sector energético presentado en Gran Bretaña –y otras naciones europeas y asiáticas– el proceso llamado Brexit y, por supuesto, Covid-19; también el cuello de botella generado por la falta de conductores de tráiler –tanto para transportar combustibles, como para reparto de mercancías– y la carencia de contenedores en transporte marítimo, se combinaron para repensar si es positiva la globalización.

Hace poco más de 20 años, la crisis mundial se debió al colapso del sector financiero, que también está estrechamente interconectado con el comercio y la inversión productiva. Por eso son crisis diferentes y han requerido distintas medidas para la reactivación.

Volviendo a la “desglobalización”, los desfases en las cadenas de suministro son reflejo de la eficiente integración en la producción industrial de la que México es parte importante. Paradójicamente esto es posible porque en el mundo muchas empresas adoptaron la deslocalización y el outsourcing –o subcontratación– para que los materiales llegaran justo a tiempo y constantemente poder hacer rediseños en los procesos de producción. Tan importante es el modelo de interacción empresarial en el mundo (y en México vía las IMMEX), que el Banco Mundial estimó que hacia el 2008 las cadenas globales de valor fueron de un 52 % del cruce de un producto entre al menos dos fronteras.

No obstante, hoy gobiernos y empresas están reevaluando la globalización y dependencia de uno o muy pocos proveedores, de uno o un par de países, lejanos en ambos casos del centro de transformación. Pero no solo se trata de insumos, partes y componentes; se revaloran proveedores cruciales como los de fletes y transportación, los abastecedores y transmisores de electricidad y gas, así como la logística y los tiempos para llegar al mercado final.

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 .  (Foto: IDC)

Aranceles y medio ambiente

En primera reacción se pensará que no hay relación entre ambos temas… pero empiezan a aparecer y serán cada vez más recurrentes.

En efecto, la Unión Europea y los EUA encabezan las iniciativas para combatir el cambio climático, fijando aranceles al comercio de mercancías que reflejen las emisiones de carbono lo que, de ir avanzando, modificará las reglas del comercio mundial. Originalmente se piensa aplicarlas más en sectores que consumen altos niveles de energía como el acero, los químicos (fertilizantes), el cemento, el papel y el vidrio. Aunque se dice que, de avanzar, los aranceles1 darían una ventaja competitiva a los fabricantes en países en los que las emisiones contaminantes sean relativamente bajas, además de que se podrían frenar importaciones que generan altos niveles de emisiones de carbono.

En ese sentido debe considerarse la posibilidad de ampliar la aplicación de ese tipo de aranceles, porque en 2018 se estimaba que una cuarta parte de los gases de efecto invernadero globales fueron producidos por bienes que cruzan fronteras. También es por eso que a finales del año pasado el Banco de México advertía que la transición a una economía menos contaminante podría dar paso a la imposición de aranceles, aun con países con los que se tienen acuerdos comerciales, e involucraría tanto al sector público como al empresarial, porque impactarían tarde o temprano los mercados financieros y variables como el tipo de cambio y la captación de divisas.

Reorientar la ruta

Dicho esto sobre la “desglobalización”, los aranceles al comercio, el medio ambiente y la propuesta de reforma eléctrica, percibamos para nuestro país una reorientación –en políticas públicas y estrategias privadas– para recuperar el crecimiento perdido, pues los datos no mienten y estamos en recesión técnica (o como se le quiera llamar).

Debe tenerse claro el anuncio de que la liquidez y los estímulos en los EUA irán disminuyendo a medida que se ajusten al alza las tasas de interés de referencia. Aquí, en nuestro país, no puede decirse disminución de los estímulos, pues no existieron pese a la peor crisis en cien años. Pero independientemente de eso, hay que ir tomando en cuenta el aumento en el costo del dinero para invertir y evitar que salgan más recursos del mercado de bonos, toda vez que en el 2021 salieron poco más de 257 mil millones de pesos.

En cuestión de producción, una vez más estamos dejando pasar la oportunidad de ser parte de la nueva globalización y potencial recuperación, al menos en América del Norte. El conflicto de los EUA con China no se ha sabido aprovechar para substituir algunas importaciones de ese país asiático a nuestro principal socio, a través incluso de la manufactura mexicana; tampoco se aprovecha la ventana de oportunidad para atraer inversiones extranjeras directas por la relocalización de proveedores y productores.

Comentario final

Son dos factores relevantes los arriba mencionados, como también el que puede incurrirse en mayores costos de producción y comercio si la sustentabilidad en el medio ambiente se rompe o no aumenta, porque sin duda aumentarán en el mundo las barreras arancelarias y no arancelarias para los que no cumplen con reducir la huella de carbono. Señalo esto porque la propuesta de reforma eléctrica no va en la ruta de reducir la emisión de partículas de efecto invernadero y el uso de energías limpias.