La memoria a veces nos traiciona para algunos hechos del pasado reciente y aún más lejano aunque, normalmente, el olvido tiene mucho que ver con muy claras razones intencionales de no querer (o no poder) recordar.
En 1985 durante la administración de Miguel de la Madrid se tomó la verdadera decisión transformadora de México en materia económica al pasar de un país proteccionista a ultranza a una economía abierta al mundo. Esta decisión fue confirmada con la adhesión de México al entonces Acuerdo General sobre aranceles y Comercio GATT por sus siglas en inglés.
El GATT se transformó en lo que ahora es la Organización Mundial de Comercio OMC el 1 de enero de 1995, ya con México como miembro activo y con base en los Acuerdos de esta FIRMADOS por nuestro país y totalmente alineados con ellos se negoció y firmó en 1993 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN. El tratado evoluciono durante 24 años con resultados globales favorables para economías de los tres socios. Por supuesto con ganadores y perdedores en los tres países.
En el 2017, antes de la elección de López Obrador, México, el país, el gobierno, vamos, la nación entera se debatía en la discusión de las reformas al Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN, originada por la iniciativa del presidente de Estados Unidos Donald Trump para terminar con el que denominó falazmente “el peor tratado negociado por Estados Unidos”.
La iniciativa para desaparecer el TLCAN se fue suavizando con amenazas un tanto más moderadas, pero aun así amenazas, de la administración Trump, pasando por la imposición de aranceles productos clave de México si no le hacíamos el trabajo sucio en la frontera sur, hasta llegar al punto de reformarlo para satisfacer los intereses de Estados Unidos y Canadá.
Mientras esto sucedía se da la elección de Lopez Obrador en 2018 como presidente de México quien hereda, un nuevo tratado completa y difícilmente renegociado por la posición de Estados Unidos, (entiéndase Donald Trump) acontecimiento de extrema relevancia económica y Lopez Obrador designa a Jesus Seade como su representante ante las negociaciones ya que este es uno más de los muchos temas que él no conoce ni muchos menos entendía. No obstante Seade no tuvo problema en que se incluyera el capítulo 8 (única “aportación” de la administración López Obrador al T-MEC), que en resumen pero textual dice “ las Partes confirman su pleno respeto por la soberanía y su derecho soberano a regular con respecto a asuntos abordados en este Capítulo de conformidad con sus respectivas Constituciones y derecho interno, en pleno ejercicio de sus procesos democráticos. Importante sí, pero obvio porque las Constituciones de las Partes rigen este derecho y están por encima jerárquicamente de los tratados.
Se dice que Seade tenía la misión de que se excluyera del T-MEC todos los compromisos negociados en materia de energía, lo cual era inaceptable para Estado Unidos y Canadá y no lo logró.
El T-MEC también recoge y moderniza capítulos del TLCAN, sobre Trato Nacional, uno de los principios internacionales más importantes en la OMC que establece textualmente:
1. Cada Parte otorgará trato nacional a las mercancías de otra Parte de conformidad con el Artículo III del GATT de 1994, incluidas sus notas interpretativas, y para tal efecto, el Artículo III del GATT de 1994 y sus notas interpretativas, se incorporan a este Tratado y son parte integrante del mismo, mutatis mutandis.
2. El trato que deberá otorgar una Parte de conformidad con el párrafo 1 significa, con respecto a un nivel regional de gobierno, un trato no menos favorable que el trato más favorable que el nivel regional de gobierno otorgue a cualesquier mercancías similares, directamente competidoras o sustituibles, según el caso, de la Parte de la cual forma parte integrante.
Es importante mantener en mente que todos los capítulos, principios y disciplinas de los Tratados se otorgan recíprocamente, salvo las excepciones que las Partes definen y acuerdan.
Uno de los temas álgidos de dicha renegociación ya cerca de su conclusión y acuerdo final, fue el de la posible eliminación del capítulo 20 del TLCAN para la solución de controversias. Mientras Estados Unidos pugnaba por eliminar ese capítulo para referir las posibles controversias a instancias internacionales como la OMC, México y Canadá se unieron para defender su permanencia en el ámbito del T-MEC, lo cual fue aceptado por Estados Unidos para concluir el Tratado que inició su vigencia el 1 de julio de 2020.
Ahora, 24 años después del TLCAN y a 2 años de vigencia del T-MEC durante los cuales no han cesado, lo ataques retóricos, legislativos, legales e ilegales a la libertad económica negociada en la OMC y en los 13 Tratados de libre comercio que México ha celebrado con 58 países, resulta que, usando el burdo lenguaje y absurdas analogías de nuestro presidente, “pues dice mi mamá que siempre NO”
Ante esta situación no se podía esperar otra reacción de Estado Unidos y Canadá que la de solicitar el inicio de un procedimiento de solución de controversias cuya primera etapa es de consultas de acuerdo con el Artículo 31.4: (Consultas) y que ojalá llegue a su fin a más tardar en etapa de La Comisión, Buenos Oficios, Conciliación y Mediación (Artículo 31.5:) y que en su caso, muy probable, continuará hasta el Establecimiento de un Panel (Artículo 31.6) que, por cierto, los panelistas de México no necesariamente son de la 4T, y aunque lo fueran serán elegidos por Estados Unidos y Canadá mediante el procedimiento de selección cruzada.
Es decir, que para resolver la primera gran controversia que se presenta en el ámbito del T-MEC México, no perdón, solamente el presidente, tiene la falta de seriedad y respeto necesarias e invoca a “Chico Che” para contestar la solicitud formal de Estados Unidos y Canadá del inicio de un procedimiento legal y formal para dirimir una controversia muy seria en materia de los capítulos de Trato Nacional e Inversión.
¿Qué sigue?, si el propósito de volver al pasado de la presente administración con tintes claramente comunistoides, de proteccionismo mal entendido, de falta de democracia y de visión al futuro, no sería difícil que Andrés Manuel López Obrador tenga en su agenda personal, ideológica y política, más o económica y con sus propios datos, el denunciar el T-MEC el próximo 16 de septiembre fecha icónica anunciada por el mismo, tal como lo hicieron sus grandes y admirados amigos e ideólogos, Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia a sus respectivos tratados con México por las mismas razones ideológicas.
A la reacción de los socios del T-MEC podrían seguir otros tratados negociados sobre los mismos principios y disciplinas como el Tratado con la Unión Europea, con la Asociación Europea de Libre Comercio y con el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico TIPAT, entre otros, lo que sería catastrófico para la economía nacional y la posición de México en el entorno global.
Si ese escenario se llega a cristalizar, la administración que sea electa en el 2024 del partido que sea heredará un país con los grandes problemas internos conocidos y padecidos por todos y además un serio conflicto en el sector externo y en un ámbito complicadísimo a nivel global.