No es desconocida la solicitud formal de consultas para la solución de controversias –al amparo del capítulo 31 del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC)– que ha presentado los Estados Unidos de América (EUA) para revisar las acciones tomadas por nuestro país en el sector energético y que también Canadá hará las propias sobre este tema; ello por considerarse violatorias a las normas que el Estado mexicano se comprometió en el tratado, particularmente respecto al acceso a temas de mercado, inversión y empresas propiedad del Estado y que impactan negativamente a sus empresas. Ante este panorama es que la Doctora Bertha Martínez Cisneros, coordinadora de la Licenciatura en Logística Internacional de CETYS Universidad Campus Mexicali comparte con IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral un análisis sobre la controversia energética entre estos países y su punto de equilibrio.
Corolario
Encontrar el equilibrio parece ser siempre la clave cuando hablamos de relaciones: ese estado en el cual dos o más fuerzas interactuando en sentido opuesto llegan a un punto de inmovilidad o medio que les permite seguir juntas. La ronda de consultas del T-MEC solicitada por los EUA y Canadá sobre la política energética de México tendrá que ubicar ese equilibrio, para que este tratado no se vuelva un arma en el arte de la guerra del comercio internacional.
Una relación de cooperación y apego tan simbólica como la que existe entre México y los EUA es difícil de localizar en la geopolítica actual. Hemos aprendido del apoyo mutuo para trabajar en temas políticos, sociales y por supuesto económicos. Claro que como en toda relación, ha habido puntos de diferencia y desacuerdo que nos han llevado a momentos álgidos de ruptura, pero siempre retomando el camino de reciprocidad.
Para generar y mantener estos espacios de cooperación, los acuerdos comerciales entre países se constituyen bajo el concepto de equilibrio entre flexibilidad y compromiso. Si hay demasiada flexibilidad se vicia el valor del compromiso entre los miembros, y a la vez si no hay suficiente flexibilidad el compromiso puede incumplirse con facilidad o no ser adoptado por los países, negándose a contraer o participar en este tipo de alianzas internacionales.
Relación comercial
Los tratados de libre comercio, como acuerdos bilaterales o multilaterales para formar una zona de libre comercio, abren el intercambio de bienes, servicios e inversiones mediante la eliminación de aranceles y otras barreras no arancelarias en forma total o gradual en el tiempo para los países que lo integran. Estos necesitan establecer marcos legales que incluyan los mecanismos regulatorios y los medios resolutorios de conflictos para dichas actividades.
Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 28 años, en la región fronteriza entre nuestro país y los EUA ha prosperado un entorno económico que tiene como propósito impulsar y favorecer el comercio entre ambas naciones. Millones de empleados directos e indirectos están relacionados con el intercambio de mercancías y productos que se da entre ellos dentro del marco del libre comercio. EUA es el socio comercial número uno de México, y México el socio comercial número dos de los EUA. El año pasado se rompió el récord de comercio entre estas naciones: 661,164 millones de dólares.
Controversias en la región del T-MEC
No obstante, a veces las políticas nacionales se ven comprometidas por los acuerdos internacionales y viceversa. Tal es el caso de la solicitud presentada por el gobierno de los EUA para revisar las políticas energéticas mexicanas, que se presume serían contrarias al T-MEC (julio, 2020), a la cual el gobierno de Canadá también se unió en solicitud.
En el trasfondo de esta situación no solo está el posible desacato de las disposiciones del T-MEC y la afectación del mercado energético regional, que al final del día podría restar atractivo a México y a toda Norteamérica como opción de inversión extranjera, sino el riesgo de que los desacuerdos entre las partes acaben en una guerra arancelaria, afectando económicamente a los tres países y en general a todo el mundo, por las complejas cadenas de suministro actuales.
La definición de tratado de libre comercio (TLC) que se da dentro del derecho internacional se encuentra de manifiesto en el Preámbulo del T-MEC. Ahí se están enunciados los principios de fortalecer, avanzar, preservar y expandir, mejorar y promover, facilitar, establecer y reconocer, en aras del comercio internacional. Se observa cómo aun en el mismo texto, el equilibro de este acuerdo se incluye en el siguiente párrafo:
RECONOCER sus derechos inherentes para regular y su determinación a preservar la flexibilidad de las Partes para establecer prioridades legislativas y regulatorias… de conformidad con los derechos y obligaciones dispuestos en este Tratado.
En sus 34 capítulos, el T-MEC conforma el marco jurídico en el que los miembros de este acuerdan estos principios de flexibilidad y compromiso. El capítulo 31 incluye los términos para los procesos de solución de controversias, así como la suspensión de beneficios en caso de que se determine una violación por parte de alguno de los países miembros y este no llegue a un entendimiento con los otros. Este tipo de formalidades no es exclusivo del T-MEC, el uso de imposiciones arancelarias como una medida de represalia bajo el amparo de un TLC es algo que no podemos tener como excepcional. Incluso deberíamos tomar en cuenta que el arte de la guerra arancelaria se ha tornado como una importante estrategia dentro de las negociaciones comerciales y la diplomacia internacional.
Represalias comerciales
Pensemos en 2009, cuando México aplicó una sanción por incumplimiento a los EUA, a raíz de que la administración estadounidense canceló el “Programa Piloto de Transporte Transfronterizo de Carga”, cerrando el paso de la frontera a los camiones mexicanos de carga, lo cual iba en contra de lo estipulado en el TLCAN. Esto no solo ocasionó pérdidas económicas, sino que llevó al gobierno mexicano a tomar su derecho de adoptar y hacer uso inmediato de una suspensión de beneficios a los miembros del tratado, aumentando el cobro de aranceles a 90 productos agrícolas e industriales importados de ese país. Esta es una clara muestra de cómo las sanciones a la inobservancia de un tratado son empleadas como represalias por dichas acciones.
Los aranceles también han sido tomados como medidas de coerción, donde un país responde a las acciones de otro en su contra, o bien para que un país atienda las solicitudes de otro. Administraciones pasadas han enfrentado esta situación en México y los EUA. El presidente Donald Trump (EUA) había considerado imponer gravámenes a los productos mexicanos si México no frenaba la migración ilegal de Centroamérica.
Además de los aranceles, los países en ocasiones también utilizan como medios de sanción barreras no arancelarias por incumplimientos en tratados y acuerdos. Tal es el escenario de la disputa comercial entre ambas naciones iniciada en la década de los noventa, luego de que EUA impusiera restricciones a las importaciones de atún mexicano, al estimar que sus métodos de pesca afectaban a los delfines. La “batalla del atún”, llevó a México ante la Organización Mundial de Comercio, argumentando medidas discriminatorias.
Caso energético
En el contexto de la reforma energética y las rondas de consulta del T-MEC, en los próximos meses se estará definiendo cuál será la resolución y acciones que los miembros tendrán que acatar y llevar a cabo.
Podemos plantear el escenario más negativo, en donde México recibiera una resolución no favorable a la reforma energética y decidiera no responder o acatar esta resolución. Entonces, los EUA y Canadá tendrían derecho a tomar medidas de manera inmediata, tales como las que se han venido comentando: implementar o aumentar aranceles a las exportaciones mexicanas.
De darse este resultado, el panorama global no sería nada alentador de cara a una crisis inflacionaria a nivel mundial y los problemas que aún no se han superado en las cadenas de suministro globales después de la pandemia.
En México la situación de incertidumbre pondría en riesgo los sectores logísticos y de operaciones de comercio exterior, ya que nuestro país es un polo de inversión extranjera por ser parte de este tratado. Automáticamente, podríamos perder una de las principales ventajas para las empresas extranjeras en México y nacionales que tienen como mercado los EUA y Canadá. Las cadenas de suministro alrededor del mundo podrían verse fracturadas por los vínculos que tienen directa e indirectamente con la región del T-MEC.
Los aranceles son uno de los instrumentos de política comercial que más han utilizado los gobiernos. En un principio fueron concebidos para obtener ingresos y proteger sectores nacionales de la competencia extranjera y se han ido sofisticando con el paso del tiempo. De un concepto simple, que grosso modo es un impuesto a un bien importado o exportado, el arancel se ha convertido en una sofisticada arma de guerra para las batallas en el arte del comercio internacional.
Comentarios finales
La relación entre Canadá, EUA y México se debe concebir más allá de una etapa político o movimiento nacionalista. Respetar los compromisos y obligaciones bajo el T-MEC debe ser tomado en cuanto por las legislaciones de cada país antes de hacer cambios o modificaciones a las propias leyes. No como un acto de sumisión o pérdida de soberanía, sino como un trascurso de madurez en las etapas de integración entre naciones con el fin de alcanzar mayor competitividad y beneficios mutuos. La política de la buena vecindad debe prevalecer por encima de las disputas o discrepancias que se puedan dar. Después de todo siempre será mejor un mal arreglo que un buen pleito.