En el vox populi cuando se habla de almacenamiento de datos en la nube se infiere que los datos se encuentran en un espacio cibernético no accesible incluso para la ley. Sin embargo este concepto es erróneo.
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Los datos que se almacenan en la nube se encuentran en ubicaciones físicas en discos duros o en centros de datos ubicados en diversos países. Esto quedó de manifiesto en el llamado caso Warrant (United States of America vs. Microsoft Corporation), en donde las autoridades norteamericanas solicitaron a la compañía, correos electrónicos almacenados en un centro de datos situado en Irlanda.
La empresa alegó que el cause no era el adecuado, pues lo procedente era acudir a los mecanismos de cooperación judicial internacional, lo que significó que se resolviera a su favor el caso, pero que el gobierno apelara ante el Tribunal Supremo.
Este asunto puso en claro que los datos en la nube tienen una ubicación física real, ello implica que están sometidos a una jurisdicción nacional. Esto crea un problema complejo con consecuencias internacionales que no deberían resolverse en los tribunales locales, porque el contenido de las bases de datos puede involucrar a ciudadanos o empresas de diversos países, incluso se puede infringir la soberanía de otros países, e implica un riesgo de conflicto de leyes.
Lo anterior bajo la consideración que existen leyes que protegen la privacidad de sus ciudadanos en cada país.
Actualmente está en juego una propuesta en los Estados Unidos de ley de aclaración del uso legítimo de los datos situados en el exterior; en ella se pretende establecer un marco para que los gobiernos negocien acuerdos bilaterales de cómo las fuerzas de seguridad de los diferentes países pueden acceder a datos transfronterizos para investigar delitos. Los países económicamente desarrollados tendrán la delantera para regular esta problemática, claro con ventajas en la obtención de la información sobre aquellos cuyas tecnologías han sido adoptadas como el nuestro.