Los ciudadanos australianos suelen ser tan desconfiados en la eficiencia de sus autoridades y tienen razón en serlo, porque en el momento en que el nuevo sistema centralizado de registros de salud entró en línea se colapsó debido a la enorme cantidad de usuarios que ingresó para eliminar sus datos.
My Health Record es un sistema gestionado por la Agencia Digital de Salud Australiana que ha recibido críticas y diversos cuestionamientos, incluso de otras autoridades de ese país (el comisionado del estado de Victoria), porque se le considera una violación fundamental de la confianza y privacidad.
El sistema fue un desastre porque cada persona tenía que entregar su número de pasaporte o de licencia de conducir para darse de baja y fue tal la cantidad de solicitudes que el portal se cayó, y no permite el registro, lo que implica hacerlo vía telefónica, y este método tampoco conlleva una solución, pues igualmente está saturado.
Originalmente se ideó el sistema para que la gente decidiera si deseaba unirse o no; sin embargo, la afluencia fue tan baja que las autoridades revirtieron la opción, haciendo que todos los registros entraran por defecto y fijaron un periodo de tres meses para que quien lo quisiera se diera de baja.
De ubicarse en Europa, las autoridades australianas estarían violando por completo la normatividad, en especial el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (mejor conocido como GDPR), toda vez que dan por sentado el consentimiento de las personas para utilizar sus datos, salvo que estos no lo nieguen explícitamente. La privacidad no existe por defecto.
La situación tomó por sorpresa a las autoridades que no imaginaron una respuesta negativa tan grande, y por ello no estaban preparados para lidiar con la situación adecuadamente. Los ciudadanos no confían en el registro porque atenta contra su privacidad.
La política de privacidad de My Health Record afirma que no se comparte información de las personas con terceros; no obstante, la aplicación HealthEngine, la cual funciona junto a esta y es usada para concertar citas médicas comparte los datos de los usuarios.
El ejemplo australiano demuestra cómo no se debe lidiar con información privada y sensible de los individuos, pues ciudadanos que no habían accedido ni mucho menos consentido, forman parte de un registro digital.