En 2016 Uber fue víctima de uno de los mayores robos de datos de la historia, que afectó a cerca de 57 millones de clientes, entre ellos siete millones de conductores que vieron como los hackers se adueñaban de sus datos personales y licencias de conducir.
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Durante un año la empresa ocultó el hecho e inclusive pagó cien mil dólares para que los hackers borrasen los datos y guardaran silencio. Sin embargo, tras descubrirse todo, la compañía aceptó un acuerdo con los fiscales generales de las 50 entidades y el Distrito de Columbia que conforman los Estados Unidos de América (EUA) y deberá pagar 148 millones de dólares.
Se considera que el encubrimiento por parte de Uber representa una violación de la confianza del público porque la empresa no protegió los datos del usuario y no notificó a las autoridades cuando estuvo expuesta la información.
Después de que se diera a conocer el escándalo, la compañía despidió a Joe Sullivan quien era jefe de seguridad en este entonces. Tony West, director jurídico de la corporación ha confesado que saben que ganar la confianza de sus clientes y de los reguladores con los que trabajan a nivel mundial no es tarea fácil y seguirán invirtiendo en protección para mantener seguros a sus clientes y sus datos.
Dentro de las medidas implementadas destaca la contratación de Ruby Zefo como jefe de privacidad y Matt Olsen como jefe de confianza y oficial de seguridad, ya que el primero dirigía el equipo legal de privacidad y seguridad global de Intel, en tanto el segundo era asesor de la Agencia de Seguridad Nacional de EUA.