La Misión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre Myanmar publicó este año que encontró patrones graves de violaciones de derechos humanos y abusos cometidos por el ejército de Myanmar.
Se detalla que los altos mandos deberían ser enjuiciados en un tribunal internacional por genocidio contra los musulmanes rohinyás y por crímenes de lesa humanidad contra otras etnias.
En este contexto, Facebook ha sido acusado por propagar mensajes de odio hacia la etnia y tras solicitar un informe independiente, ha compartido sus conclusiones. Business for Social Responsability (BSR), una ONG focalizada en derechos humanos elaboró el documento que se remitió a la empresa de Mark Zuckerberg, la cual emitió un comunicado reconociendo su responsabilidad. La plataforma afirma que no estaba haciendo lo suficiente para impedir que se usase como un medio para fomentar la división e incitar a la violencia.
BSR agrega que Facebook ya está corrigiendo la situación invirtiendo grandes cantidades en personas, tecnología y acuerdos de colaboración para lidiar con el abuso que se presenta en Myanmar.
Se detalla también que la red social debe reforzar sus normas comunitarias en el sentido de qué es permitido o no y contar con un equipo especializado en el contexto de Myanmar, a lo cual Facebook asegura ya tenerlo y que alcanzaría a 100 personas a fines de este año.
En el proceso por eliminar noticias que incitan a la violencia, está considerar todas las clases de contenido, incluido aquel que en principio no viola las reglas de lo que está permitido en la plataforma, porque potencialmente también puede implicar violencia física.
La herramienta de monitorización que están utilizando el equipo de Zuckerberg es CrowdTangle. Con estas medidas, consideran haber mejorado en lo relativo a la detección del discurso del odio, y combate en contra de las redes de desinformación.
El caso de Myanmar ha significado un reto para la plataforma por las muertes, violaciones y desplazamientos, sobre todo porque demuestra que no siempre se ha tenido el control de lo que se hace o no en la red social.
Facebook ha fallado en destinar recursos en áreas en donde es vital prevenir el discurso de odio y la incitación a la violencia. Sin lugar a duda, todo esto afecta la reputación de la empresa y demuestra el poder que tienen las redes sociales en los conflictos actuales. De escalar la situación a tribunales internacionales habrá que esperar para conocer si la plataforma también puede ser considerada como responsable.