Además de las pérdidas económicas de más de 2,500 millones de pesos que ocasionó el robo de identidad en el primer semestre de 2017, ser víctima de este delito puede significar daños en la reputación crediticia de las empresas.
“Lo peor es vivir la angustia de deber dinero que ni siquiera se disfrutó o utilizó”, destacó el director de Innovación de Optimiti Network, Javier Luna.
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Asimismo el experto indicó que un hecho tan generalizado como extraviar la credencial del INE o sufrir el robo de algún documento con nuestros datos, puede desatar una serie de graves problemas.
Desafortunadamente, comentó, en la generalidad de las ocasiones las víctimas se dan cuenta meses después del robo, cuando las entidades financieras y comerciales empiezan a buscarlos para cobrarles deudas no cubiertas, y recuperar créditos o compras que nunca efectuó el defraudado.
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), México ocupa el octavo lugar a nivel mundial en incidencia de este delito.
“El 63% de esa suplantación ocurre luego de que los delincuentes roban las carteras o los teléfonos celulares donde guardamos muchos de nuestros datos; asimismo, 53 % se realiza a través de llamadas en donde la víctima misma aporta la información”, señaló Luna.
Por lo anterior, reiteró, es necesario implementar un proceso de concientización, ya sea de personas físicas o morales y una respuesta que considere controles tecnológicos, procesos y a las personas, así como la evaluación y capacitación del personal en materia de seguridad, que permita obtener datos para saber el grado de conciencia que tiene la gente.