Emprender parece una palabra que ha perdido su significado. En los últimos años se habla, constantemente, de la importancia de perseguir tus sueños, lograr tu propia empresa, materializar tus ideas; sin embargo, detrás de estos términos y frases que encontramos en redes sociales, debe haber acción.
Antes de los dos años, cierra un alto porcentaje de empresas mexicanas. Su fin no representa, únicamente, una pérdida de empleos; sino también, la descapitalización del emprendedor. De hecho, es frecuente el desánimo y el abandono de una buena idea.
México necesita apoyar a quien encabeza un negocio. Desde el gobierno, por supuesto, pero también desde nuestras empresas ya consolidadas, grandes y pequeñas y desde la familia. Los padres deben apoyar las pasiones de sus hijos, conocer qué es lo que más les gusta y saber cuál es su vocación.
El verdadero emprendimiento viene de una fuerza interior que hace que sigas cuando otros claudican, que creas en ti mismo, en tus ideas y que sigas tus sueños. Esto debe ser inculcado a los más pequeños.
El emprendimiento infantil se aprende a través del juego, pero no es un juego. Es la llave a la libertad y permite que los niños sean adultos exitosos; que sepan luchar por sus sueños: ya sea que creen un negocio o que tengan un emprendimiento deportivo, artístico, cultural, social; o bien, que decidan ser intrapreneur: es decir, que trabajen dentro de una organización, con una mente emprendedora.
Finalmente, el emprendimiento infantil tiene un impacto en la vida de los pequeños pues no hay mayor regalo que el aprender a creer en uno mismo.
Con información de Mundo Ejecutivo.