Desde el 1o. de diciembre de 2019 todos los ciudadanos chinos que suscriban un contrato con una operadora, ya sea para un dispositivo celular o una conexión a Internet fija deben escanear su cara al momento de la firma.
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Anteriormente, bastaba con tener el documento de identidad para poder obtener una conexión a Internet, pero esta nueva normatividad fue impulsada por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información con la intención de proteger los derechos de los ciudadanos en el ciberespacio y prevenir la comisión de hechos delictivos contra la identidad digital o reventa ilegal de tarjetas SIM.
Por el momento, el gobierno no ha confirmado qué empresas serán las proveedoras de este servicio, pero obliga a que todos los ciudadanos lo hagan, puesto que el país es de los que más utiliza la conexión a Internet.
La medida no sorprende, porque el gobierno chino lleva ya tiempo valiéndose del reconocimiento facial para vigilar a su población. Su introducción ha generado polémica, toda vez que abona en el debate sobre el respeto a la privacidad en la actualidad.