Corrupción empresarial: ¿se puede vivir a través del delito?

Las personas morales no son ajenas a un fenómeno que genera la comisión de varios ilícitos

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En nuestros días suele referirse que uno de los principales problemas que tiene México es la corrupción, la cual suele ser considerada como un mal endémico que se encarga de destruir a la sociedad en su conjunto. Buscar una forma de erradicarla resulta complicado, ya que de inicio su estudio resulta complejo, toda vez que no puede limitarse a un análisis jurídico, pues es un fenómeno que requiere ser comprendido desde diversas ópticas, ello por las múltiples consecuencias que genera su presencia en una sociedad. 

Ante ello existe quien sostiene que la corrupción es inherente al ser humano y a la sociedad y por lo tanto, es imposible su total eliminación y más que combatirla se requiere regularla, lo cual no necesariamente significa consentirla. Suele pensarse que la corrupción en sí es un delito, pero más allá de un hecho delictivo, se trata de fenómeno social que vincula diversas actividades delictivas. 

Todos los países suelen sufrir los estragos de su presencia, algunos lo resienten más debido a la magnitud de los hechos y a la poca eficacia en las sanciones. Es en esos escenarios en que llega a pensarse que la descomposición social que produce la corrupción alcanza un nivel en que impera la ilegalidad y por lo tanto se puede vivir a través del delito. Varias reflexiones sobre esa y otras interrogantes respecto a este medular tema, las realiza el maestro Jesús Edmundo Coronado Contreras, coordinador editorial de las secciones de Fiscal, Jurídico Corporativo y Comercio Exterior de IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral, coordinador de la comisión de Derecho Penal Internacional del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México A.C., y miembro de la comisión de Derecho Penal de la Barra Mexicana Colegio de Abogados A.C. y del comité de Derecho Penal y Seguridad de la Asociación Nacional de Abogados de Empresa, Colegio de Abogados A.C.

Qué es corrupción

En la actualidad suele afirmarse que la corrupción constituye uno de los peores males que sufre la sociedad, no solamente en nuestro país sino también a nivel mundial. Comúnmente se sostiene que es un delito y que debe ser erradicada por completo. Sin embargo, la corrupción no es un delito, para muchos es un estilo de vida, pero en realidad se trata de un fenómeno social al cual se le vinculan una serie de ilícitos que pueden tener su origen en actos de corrupción o conllevar esta. 

Existen múltiples definiciones de corrupción, dentro de las más genéricas se dice que es el abuso del poder encomendado para beneficio personal. Concepto que puede resultar algo “simplista”, pero que entraña parte de lo que comprende este peculiar fenómeno, al referir que se trata de un uso indebido del poder para obtener un beneficio personal. 

Una acepción mucho más extensa podría ser la utilización indebida de potestades para satisfacer determinadas necesidades del titular de esas potestades o de uno o varios terceros, que están asociados mediante relaciones económicas ilícitas, familiares, de amistad o confianza, que menoscaban la satisfacción objetiva de los intereses generales. 

De esta manera puede apreciarse, ya sea en sentido amplio o acotado, que ambos conceptos describen una serie de conductas, que cada vez son más recurrentes en la actualidad, toda vez que se ha tornado en práctica cotidiana anteponer el interés privado por sobre el interés público o general. 

Tipos

Igualmente, existen diferentes vertientes de la corrupción. Por lo general se asocia a esta con el sector público, pero también puede presentarse en el sector privado, mediante diferentes expresiones. 

Sin embargo, existen otras clasificaciones al respecto, ya que puede presentarse la corrupción de manera “ocasional”, es decir, a través de actos o hechos aislados o de forma “continuada”, que se traduce en una serie de operaciones y que atiende a la consecución de múltiples actos que permean en el tiempo. 

Una tercera categorización atiende a su ámbito de acción, puesto que puede ser “local” o “transnacional”. Lo anterior, debido a la magnitud que implica porque la corrupción va a estar asociada a hechos delictivos que por la dimensión que tienen no se limitan a un único campo de acción, entendido este como una jurisdicción.

El mundo actual vive conectado gracias al fenómeno globalizador, las acciones cotidianas ya no se limitan a una sola circunscripción; los adelantos científicos y los avances tecnológicos que han simplificado en parte nuestras actividades cotidianas, también llevan emparejado el riesgo de que se utilicen con fines delictivos.

Los delitos ya no se limitan a ser cuestiones estrictamente “locales” han llegado a estadios mucho más grandes debido a la globalización. La corrupción como fenómeno ligado a la comisión de delitos tiene también ya ese tinte transnacional.

Qué delitos

Dentro de los hechos ilícitos que se asocian con la corrupción pueden ubicarse el ejercicio ilícito de servicio público; abuso de autoridad; la coalición de servidores públicos; remuneración ilícita; el uso ilícito de atribuciones y facultades; las operaciones con recursos de procedencia ilícita o lavado de dinero; la concusión; intimidación; el ejercicio abusivo de funciones; tráfico de influencia; cohecho; peculado, y enriquecimiento ilícito. La anterior es una breve lista de los “clásicos” hechos delictivos que se vinculan con la corrupción; la mayoría de ellos regulados por  la legislación penal, especialmente dirigidos a servidores públicos. No obstante, como se ha mencionado la corrupción no es un fenómeno exclusivo del sector público, pues también atañe en el sector privado. Desafortunadamente se está tornando en hechos cotidianos que actos de semejante naturaleza acontezcan también en el ámbito privado, ya sea que los ejecuten particulares entre ellos o con participación de servidores públicos.

Consecuencias

Entre los efectos que produce la presencia de la corrupción se encuentran los siguientes:

  • impunidad
  • menoscabo de la imagen
  • descomposición social
  • menos confianza
  • pérdida de recursos, especialmente económicos
  • afectación directa o indirecta en el funcionamiento eficiente de las instituciones, y
  • competencia desleal

Cada una de las anteriores implica un serio problema e ilustran los alcances que pueden tener los actos de corrupción en todos los niveles. Las empresas y sus integrantes también pueden ser sujetos a esto. Por ejemplo, en la sección de Laboral de esta edición está la nota: “Cuide a su empresa y al personal de incurrir en actos de corrupción”, en donde se detalla justamente el impacto de este problema en el ámbito laboral, especialmente con los trabajadores. En la siguiente edición se revisará lo que es la responsabilidad de los representantes legales. Todo ello demuestra lo vital de este tema.

Cómo combatirla

La clase de consecuencias que genera la corrupción ha llevado a que su erradicación sea cada vez más compleja. El ser humano por su propia naturaleza tiende a simplificarse, en tanto sea más sencillo realizar actos de corrupción que acatar la normatividad, será difícil terminar con este fenómeno.

Desafortunadamente, las empresas ya están incluyendo dentro de sus procesos y actividades la comisión de actos vinculados con la corrupción, viendo este fenómeno como un mal necesario y con el cual se tiene que “coexistir” para poder operar y llevar a cabo sus fines. La  percepción de los “actos corruptos” como un “mal” se está perdiendo de manera evidente.

Durante la administración anterior se dio vida al famoso Sistema Nacional Anticorrupción, el cual introducía todo un esquema junto con obligaciones y sanciones, tanto para el sector público como para el privado. Pero, dicho sistema no ha resultado eficiente y mucho menos eficaz.

Desde la parte corporativa se han tomado medidas para erradicarla como lo son la introducción y aplicación de códigos de ética y conducta, dando paso al famoso término “compliance”, el cual será materia de análisis en la siguiente edición de IDC Asesor Fiscal, Jurídico y Laboral.