La intimidad es algo sumamente importante, compartir información como sentimientos, creencias, pensamientos u otros datos relativos a la esfera más intima de una persona, podría ocasionar grandes daños y perjuicios para su titular.
Desde hace tiempo el Estado mexicano reconoció el derecho a la intimidad de una persona; esto es, el poder de resguardar cierta información fuera de la acción y conocimiento de terceros, evitando su divulgación sin autorización.
Uno de los mecanismos para proteger esta prerrogativa es el secreto profesional, pero ¿en qué consiste? No existe un concepto jurídico para este término; no obstante, de la doctrina se desprende que se refiere a la obligación de no difundir la información de los clientes o terceros, obtenida en el ejercicio de actividades profesionales (como médicos o abogados).
Guardar el secreto profesional, implica que no se puede ser forzado a rendir testimonio sobre la información, al menos que el titular lo autorice. Cabe destacar que en México, al estar regulada de forma dispersa esta figura, su reconocimiento y alcance depende de cada materia y normativa.
Por ejemplo, en el ámbito civil el artículo 90 del Código Federal de Procedimientos Civiles, establece que los ciudadanos deben prestar auxilio a los tribunales en las averiguaciones de la verdad, estando exentos de este deber aquellos que estén sujetos al secreto profesional; en cambio, en materia de prevención al lavado de dinero, es obligatoria la presentación de información y documentación relacionada con operaciones vulnerables sin importar el secreto profesional, pues la divulgación de dicha información no se considera una transgresión a este principio, en términos del artículo 22 de la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita.
