"En el pasado mes de junio se observaron mejoras en el desempeño de las principales variables macroeconómicas. No obstante, hay que insistir en que ello no implica que la economía haya entrado a un proceso de recuperación. Por ahora, simplemente refleja el efecto de la reapertura de varios sectores tras la terminación del periodo de confinamiento sanitario", afirmó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
Detalló que los resultados revisados que dio a conocer el INEGI sobre el comportamiento del PIB en el segundo trimestre muestran claramente los efectos de la contingencia sanitaria por Covid-19, pero cabe señalar que también reflejan el debilitamiento de la economía, que ya acumulaba prácticamente siete trimestres con tendencia a la baja, sobre el que se sumaron las consecuencias del confinamiento.
En ese sentido, el CEESP reiteró que ha sostenido que la inversión es el principal motor del crecimiento y que para ello es fundamental un entorno de negocios con reglas claras, estado de derecho, salud y seguridad.
Además de este entorno, los menores gastos en salud y educación ante una nueva realidad sanitaria y educativa ponen en riesgo el futuro del bienestar de la población.
Por ello, advirtió que considerando los pronósticos de los especialistas del sector privado reunidos en la encuesta mensual del Banco de México, se puede anticipar que sería hasta 2025 cuando el Producto Interno Bruto (PIB) del país pudiese recuperar su nivel de 2018, lo que en principio implicaría que este sexenio concluiría con una caída acumulada del producto de cerca de 2.0%.
A pesar de la inminente caída de los ingresos corrientes, hay formas mediante las que se puede evitar un desequilibrio excesivo o preocupante de las cuentas fiscales.
A detalle, está el remanente de operación del Banco de México del 2020 y lo que pueda quedar después de su uso en este año, del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestales (FEIP), y de los recursos de fideicomisos que se extingan.
Además, se podría recurrir a un déficit prudente, lo que posiblemente no sería preocupante para las calificadoras de crédito y para los mercados financieros. Aunque para esto último quizá se requiera que el programa económico sea coherente y asegure una recuperación tan eficiente como sea posible en estas circunstancias, además de un plan o una intención explícita al menos para que la deuda pública, ya aumentada, sea sostenible en el tiempo.
"Más allá del presupuesto de egresos e ingresos a presentarse próximamente, es imprescindible que el gobierno adopte una actitud congruente con la recuperación económica, un discurso reconciliatorio y amigable hacia todos los sectores y, muy importante, una posición más abierta a la inversión productiva en todos los sectores que el que ha sostenido", reiteró.