Amnistía Internacional y Forbidden Stories (organización de periodistas de investigación) y medios como The Guardian y The Washington Post han develado un listado de 50 mil objetivos (periodistas, políticos, activistas, entre otros) del spyware llamado Pegasus.
La cifra se conoció al acceder a una base de datos con miles de números telefónicos de todo el mundo señalados por clientes de NSO Group, responsable del sistema para ser espiados, dichos clientes incluyen agencias de seguridad nacional y gobiernos en general.
Pegasus es muy sofisticado para controlar dispositivos y aprovechar su contenido, tanto en lo que es la información genérica como el hardware, con lo que se conoce todo sobre la víctima de espionaje.
Se trata de un programa informático destinado al espionaje, un spyware capaz de funcionar en un celular sin que la persona espiada haya caído en una trampa; es decir, no necesita abrir un enlace malicioso o ejecutar una aplicación, una de sus mayores virtudes es que accede a los dispositivos aprovechando las vulnerabilidades de los sistemas de Android como de iOS. El sistema es conocido desde 2016 cuando investigadores de Lookout y Citizen Lab descubrieron que este explotó las vulnerabilidades de iOS.
La creación de NSO es anterior y aunque es exclusiva para gobiernos y sus agencias para combatir delitos, existen dudas sobre su uso. La empresa israelí sostiene que su fin es recopilar datos de los dispositivos de individuos específicos, sospechosos de estar involucrados en delitos graves y terrorismo. Sin embargo, asociaciones civiles afirman que se ha utilizado no solamente con esos propósitos.
El software espía se apodera de datos almacenados como fotografías, correos, historial de llamadas, conversaciones de aplicaciones de mensajería instantánea, actividad en redes sociales, y puede activar micrófonos para escuchar conversaciones y rastrear ubicaciones.
Todo esto ha reactivado el debate sobre en qué casos es válido recurrir a estos sistemas de espionaje y si quienes los emplean lo hacen correctamente. La vulneración de derechos está a la vuelta de la esquina cuando se utilizan estos mecanismos.
