La crisis económica actual no solo está afectando los negocios y bolsillos familiares, sino que también evidenció una creciente deficiencia en las políticas de desarrollo social y el mercado laboral, aseveraron catedráticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A detalle, la industrialización dependiente de las últimas décadas ha dado pie a la formación de tres patrones territoriales diferenciados de industrialización: desindustrialización de la Zona Metropolitana del Valle de México, en particular de la Ciudad de México; la reconversión industrial hacia la exportación como son los casos de Monterrey y Querétaro, y nuevos espacios industriales, es el caso de Guanajuato y Yucatán, indicó Josefina Morales Ramírez, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas.
Dichos procesos conllevan aceleradas situaciones de recomposición social y urbana, tales como la explosividad de los trabajadores informales en la Ciudad de México o la metropolización precaria de la ciudad de Monterrey, añadió la economista.
Por su parte, Marcia de Paula Leite, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa, expuso que asistimos a un profundo proceso de retroceso social en materia laboral, que nos remite a tiempos que creíamos superados, “de hecho estamos frente a una severa crisis de desarrollo social”. Para salir de ella, los gobiernos deberían incluir planes de creación de empleo; establecer una oferta de salud y educación públicas de calidad, así como acciones para recuperar derechos laborales, y fortalecer los sindicatos y la negociación colectiva.
Sin embargo, afirmó, en las últimas décadas el sector laboral ha estado bajo un cerrado ataque del capital que ha cortado muchos derechos en el ámbito mundial, como las reformas que se han dado en muchas naciones y cuyo propósito es quitar derechos a los trabajadores y debilitar sindicatos, entre otros.
Comentó que dichas reformas laborales “son comandadas por los principios neoliberales, bajo los cuales estamos viviendo”. Además, el desarrollo tecnológico, en particular de la inteligencia artificial, permitió la expansión de un nuevo modelo laboral por medio de plataformas que representa la precarización del trabajo, pues quienes laboran de esa manera carecen de derechos y se les paga sólo por las horas trabajadas.
Marina Ortiz, docente universitaria de Costa Rica, indicó que en los últimos años la tecnología ha tenido un gran desarrollo en áreas como mecatrónica, robótica e, incluso, opciones de trabajo por internet, entre otras, lo que ha cambiado las formas de vida y generado una especialización significativa del mundo laboral, incluso una división profunda del trabajo.
Pero también ha conducido a una gran exclusión social, pues muchas poblaciones en el mundo carecen de acceso a esas tecnologías, han quedado al margen de éstas, “tal vez por no contar con los conocimientos y capacidades para su uso, o por su nivel socioeconómico, o bien por la falta de acceso a la educación. Además, debemos considerar el factor etario, progresivamente se va dando un analfabetismo tecnológico, en la misma medida en que hay un desarrollo tecnológico vertiginoso constante”.
La desigualdad que ha conllevado el desarrollo de la tecnología, concluyó, también ha incidido significativamente en la ausencia de un desarrollo social adecuado; se ha ido profundizando por una brecha salarial y condiciones de inequidad social, no sólo en cada uno de los países latinos, sino en el orbe. Cada vez es mayor el número de personas que vive con menores ingresos y una proporción mínima de la población agrupa la mayor cantidad de ingresos.