En el mundo hay alrededor de 30 millones de nómadas digitales, es decir, personas que trabajan de forma 100% remota desde cualquier lugar del mundo y que tienen la libertad de cumplir con sus actividades laborales y viajar al mismo tiempo; de acuerdo con la Secretaría de Turismo, más de la mitad se encuentran en Estados Unidos.
Al respecto, el profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Soto Alva, aseguró que si México capta al menos un 5% de los nómadas digitales inmersos en el mercado americano, se podría obtener una derrama económica de por lo menos 3,720 millones de dólares.
En ese sentido, el experto destacó la importancia analizar la situación para dar una regulación específica, e implementar mecanismos que ayuden a aprovechar los inmuebles en zonas de alta demanda a beneficio de los habitantes originarios sin que estos sean desplazados, como sucede con la gentrificación.
De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), la gentrificación es un proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo, un modo que ha dado pie a modelos de negocio relacionados a la renta de casas habitación y oficinas, hospedaje de corto plazo, etc.
Tomando en cuenta lo anterior, Alva lamentó que este proceso ha provocado un desplazamiento paulatino de los habitantes de menores ingresos por poblaciones dispuestas a pagar más, “provocando una revalorización de los inmuebles”, por ello, consideró necesario impulsar nuevas políticas públicas sobre desarrollo urbano que permitan al gobierno:
- captar parte de las plusvalías generadas con la revalorización de los inmuebles
- reinvertir esos recursos para mejorar la infraestructura urbana
- mantener la identidad tradicional en colonias como, en el caso de la Ciudad de México, la Condesa, la Roma y Cuauhtémoc
El catedrático expuso que en los últimos años, plataformas de hospedaje a corto plazo como Airbnb, integran en su competencia a otros actores con condiciones económicas de mayor privilegio que pagan en dólares o euros, y están en otro lado; pero el problema surge cuando en zonas de alta demanda compiten nuevos actores que tienen más recursos, otros intereses comerciales o modifican el negocio de la venta o alquiler de casas habitación.
Adicionalmente, el académico dijo que la gentrificación ha dado pie a la privatización de una gran cantidad de espacios públicos por empresas privadas y restaurantes, que se han apropiado de parques, banquetas y hasta cajones de estacionamiento en vía pública y que ahora hay que rentar a través de parquímetros.
Finalmente, Enrique Soto señaló que los negocios inmobiliarios forman parte de uno de los sectores de la economía con mayor vinculación a prácticas de corrupción, y relaciones ilegales con autoridades locales para obtener información privilegiada y apropiarse de inmuebles desocupados, intestados o en limbo jurídico, prácticas que aseguró, se replican en permisos de licencias de construcción y uso de suelo.