Ante el aumento de hackeos, suplantaciones y fraudes con inteligencia artificial, las contraseñas ya no bastan como método de verificación de identidad. Los datos biométricos se presentan como una alternativa para el futuro.
En un artículo anterior, y en el marco del Día Mundial de la Contraseña (1 de mayo), hablamos sobre la filtración de datos y cómo crear una contraseña segura. Sin embargo, en un comunicado de prensa, la compañía iProov aborda el futuro de la comprobación de identidad, en el que los datos biométricos, especialmente el reconocimiento facial, son clave.
De acuerdo con iProov, “las contraseñas fueron en su día la columna vertebral de la seguridad digital, pero se han convertido en su talón de Aquiles.
La contraseña más pirateada del mundo es 123456 y, a pesar de aparecer en más de 42 millones de filtraciones, 4,5 millones de personas en todo el mundo aún confían en ella. Las organizaciones respondieron exigiendo contraseñas más largas y complejas, con la esperanza de superar a los atacantes”.
“Sin embargo, por muy seguras y complejas que sean, las contraseñas son inherentemente defectuosas: pueden ser adivinadas, suplantadas o robadas. Y cuando esto sucede, cualquiera puede usarlas sin tener la certeza absoluta de quién accede al sistema. Las contraseñas confirman que tienes el código, no que eres la persona detrás de la pantalla. Y ese es el problema principal: las contraseñas no verifican la identidad”, enfatizó la compañía.
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Si las contraseñas ya no son seguras, entonces, ¿qué sigue?
La compañía especializada en proveer servicios para solucionar el fraude de identidad, enfatizó que la biometría, especialmente la verificación facial, representa el futuro de la autenticación de identidad.
A diferencia de contraseñas o dispositivos, el rostro es único e irremplazable. La biometría confirma la identidad por medio de rasgos inherentes. La verificación biométrica pasiva con detección de vida optimiza este proceso, haciéndolo más fácil, seguro y confiable al eliminar códigos complejos o dispositivos adicionales, requiriendo solo una rápida confirmación de quién es el usuario.
“A medida que evolucionan los deepfakes y el fraude basado en IA, verificar que una persona es quien dice ser nunca ha sido tan crucial en un mundo digital”, señala iProov a manera de conclusión.