Resguardar la información más
importante de gobiernos y empresas en la órbita lunar puede sonar a ciencia
ficción, pero es una idea que empresas dedicadas a brindar soluciones tecnológicas
en centros de datos, servicios en la nube y ciberseguridad como lo es KIO y
Lonestar buscan materializar en la siguiente década al considerar que la
distancia del espacio exterior es una barrera natural ante ciberataques, fallas
de infraestructura o desastres naturales.
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La ciberseguridad e impacto ambiental como
argumentos centrales
Actualmente, la humanidad genera 181
zettabytes de datos al día, y una parte creciente corresponde a información
crítica, frente a este panorama, la propuesta de colocar satélites en el punto
de Lagrange L1 que se encuentra a
320,000 kilómetros de la Tierra se presenta como una estrategia para garantizar
continuidad de operaciones y resiliencia digital.
Esta ubicación es inmensa en comparación con
la mayoría de los satélites que orbitan la tierra, pues se encuentran entre
2,000 y 20,000 km de distancia. No obstante, situar satélites en la órbita
lunar para convertirlos en una especie de consulados digitales conectados a Data
Centers en el planeta solo introduce una latencia de dos segundos, característica
que funciona como ventaja al reforzar la seguridad y evita accesos no autorizados.
Riesgos
de los Centros de Datos en Tierra y el espacio
Los centros de datos en tierra enfrentan
amenazas constantes. De acuerdo con ENCOR Advisors, los riesgos incluyen
ataques internos, ransomware, DDoS (ataques para sobrecargar un servidor), fallas
eléctricas, problemas de enfriamiento, vandalismo o desastres naturales que
comprometen la operación. De este panorama, surge la necesidad de buscar nuevos horizontes que
eviten daños físicos y dificulten los cibertaques.
En contraste, Miguel Ramos, director
operativo de KIO, explicó durante la presentación que la ubicación elegida para
los satélites reduce la exposición a estos incidentes:
“Los satélites se construyen con varias capas
para poder recibir objetos pequeños, ¿no? La gran ventaja del punto de Lagrange
L1 es que no hay más satélites. […] Entonces, una colisión con otro satélite es
nula porque prácticamente es para temas científicos en ese punto ahorita en el
que se trabaja”, enfatizó Miguel Ramos.
No obstante, el impacto ambiental es un
problema que enciende las alarmas entre las organizaciones al revelarse que los
Data Centers tradicionales pueden consumir hasta 18,927,058 litros de agua al día,
equivalente al consumo de una ciudad de 50,000 personas, según la investigación
“Centros de Datos y Consumo
de agua” del Instituto de Estudios Ambientales y Energéticos (EESI
por sus siglas en inglés).
Dicha demanda se concentra con la aplicación de métodos de enfriamiento
abiertos o evaporativos, que presionan los recursos locales y elevan la huella
hídrica de la industria. La métrica WUE (Water Usage Effectiveness) estima
promedios de ~1.9 litros por kWh consumido.
En este contexto, Ramos subrayó que los
centros de datos que desarrollan funcionan con circuitos cerrados:
“Quiero mencionar que nuestro data center no
ocupa mucha agua. En realidad, no consume agua (adicional) porque son circuitos
cerrados que van a los servidor o a los manejadoras y regresan al chiller y
luego van al data center. […] es prácticamente 0% de consumo de agua”, mencionó.
La perspectiva de llevar la información a la
órbita lunar
El plan contempla un despliegue gradual que
va desde las pruebas de software realizadas en la Estación Espacial
Internacional (2021–2022), misiones de aterrizaje en la Luna (2024–2025), una
misión Pathfinder en órbita terrestre baja (2026) y, hacia 2027–2033, el
establecimiento de la red satelital en L1.
La meta es construir un Fort Knox digital en el espacio,
un sistema de bóvedas de datos capaz de resguardar información sensible de
manera redundante y sostenible. En la misma presentación del proyecto se destacó la importancia
de operar con energías limpias:
“Estamos
comprometidos con el con el cuidado del medio ambiente y en ese sentido KIO
consume 90% de energías renovables y tenemos planes para llegar al 100% en los
siguientes años”, mencionó Miguel Ramos.
El plan abre una nueva
etapa en la conversación sobre la protección
de datos en el espacio y México como pieza clave en un salto
tecnológico que podría redefinir el futuro de la infraestructura digital en
Latinoamérica.