La órbita lunar como bóveda de información ante
ciberataques y riesgos ambientales

Créditos de la imágen: Imagen de Leonardo Aparicio
La creación de consulados espaciales ubicados a 320,000 kilómetros de la tierra es la apuesta para proteger información crítica de países y empresas
Resguardar la información más importante de gobiernos y empresas en la órbita lunar puede sonar a ciencia ficción, pero es una idea que empresas dedicadas a brindar soluciones tecnológicas en centros de datos, servicios en la nube y ciberseguridad como lo es KIO y Lonestar buscan materializar en la siguiente década al considerar que la distancia del espacio exterior es una barrera natural ante ciberataques, fallas de infraestructura o desastres naturales.
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Actualmente, la humanidad genera 181 zettabytes de datos al día, y una parte creciente corresponde a información crítica, frente a este panorama, la propuesta de colocar satélites en el punto de Lagrange L1 que se encuentra a 320,000 kilómetros de la Tierra se presenta como una estrategia para garantizar continuidad de operaciones y resiliencia digital.
Esta ubicación es inmensa en comparación con la mayoría de los satélites que orbitan la tierra, pues se encuentran entre 2,000 y 20,000 km de distancia. No obstante, situar satélites en la órbita lunar para convertirlos en una especie de consulados digitales conectados a Data Centers en el planeta solo introduce una latencia de dos segundos, característica que funciona como ventaja al reforzar la seguridad y evita accesos no autorizados.
Los centros de datos en tierra enfrentan amenazas constantes. De acuerdo con ENCOR Advisors, los riesgos incluyen ataques internos, ransomware, DDoS (ataques para sobrecargar un servidor), fallas eléctricas, problemas de enfriamiento, vandalismo o desastres naturales que comprometen la operación. De este panorama, surge la necesidad de buscar nuevos horizontes que eviten daños físicos y dificulten los cibertaques.
En contraste, Miguel Ramos, director operativo de KIO, explicó durante la presentación que la ubicación elegida para los satélites reduce la exposición a estos incidentes:
“Los satélites se construyen con varias capas para poder recibir objetos pequeños, ¿no? La gran ventaja del punto de Lagrange L1 es que no hay más satélites. […] Entonces, una colisión con otro satélite es nula porque prácticamente es para temas científicos en ese punto ahorita en el que se trabaja”, enfatizó Miguel Ramos.
No obstante, el impacto ambiental es un problema que enciende las alarmas entre las organizaciones al revelarse que los Data Centers tradicionales pueden consumir hasta 18,927,058 litros de agua al día, equivalente al consumo de una ciudad de 50,000 personas, según la investigación “Centros de Datos y Consumo de agua” del Instituto de Estudios Ambientales y Energéticos (EESI por sus siglas en inglés).
Dicha demanda se concentra con la aplicación de métodos de enfriamiento abiertos o evaporativos, que presionan los recursos locales y elevan la huella hídrica de la industria. La métrica WUE (Water Usage Effectiveness) estima promedios de ~1.9 litros por kWh consumido.
En este contexto, Ramos subrayó que los centros de datos que desarrollan funcionan con circuitos cerrados:
“Quiero mencionar que nuestro data center no ocupa mucha agua. En realidad, no consume agua (adicional) porque son circuitos cerrados que van a los servidor o a los manejadoras y regresan al chiller y luego van al data center. […] es prácticamente 0% de consumo de agua”, mencionó.
El plan contempla un despliegue gradual que va desde las pruebas de software realizadas en la Estación Espacial Internacional (2021–2022), misiones de aterrizaje en la Luna (2024–2025), una misión Pathfinder en órbita terrestre baja (2026) y, hacia 2027–2033, el establecimiento de la red satelital en L1.
La meta es construir un Fort Knox digital en el espacio, un sistema de bóvedas de datos capaz de resguardar información sensible de manera redundante y sostenible. En la misma presentación del proyecto se destacó la importancia de operar con energías limpias:
“Estamos comprometidos con el con el cuidado del medio ambiente y en ese sentido KIO consume 90% de energías renovables y tenemos planes para llegar al 100% en los siguientes años”, mencionó Miguel Ramos.
El plan abre una nueva etapa en la conversación sobre la protección de datos en el espacio y México como pieza clave en un salto tecnológico que podría redefinir el futuro de la infraestructura digital en Latinoamérica.