Inflación: ¿por qué ocurrió el alza?

La inflación esperada para el cierre del año se elevó a 5.7%

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 .  (Foto: iStock)

En los últimos meses el ritmo de crecimiento de los precios al consumidor se elevó significativamente, de tal manera que en su comparación anual ha llegado a superar el 6%, lo que no se veía desde finales del 2017, informó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

Con este movimiento la inflación esperada para el cierre del año se elevó a 5.7%. En la primera quincena de junio el indicador general de precios al consumidor creció a una tasa anual de 6.02%, más del doble de la meta puntual del Banco de México, 3%, y fuera del rango establecido de +/- 1 punto porcentual alrededor de la misma.

“Más allá de las comparaciones con bases distorsionadas, cabe aclarar que un (mayor) aumento de los índices de precios no implica necesariamente una mayor inflación, ya que esta se define como un aumento generalizado y sostenido en el nivel (general) de precios, para lo que normalmente se utiliza el índice (nacional) de precios al consumidor (INPC)”, aclaró.

¿Qué explicación hay?

Este comportamiento refleja en buena medida ese efecto aritmético que tanto se ha comentado al comparar niveles con una base anormalmente baja, debido al cierre de actividades por la pandemia en la primera mitad del año pasado.

El inesperado impacto del confinamiento sanitario implicó un choque simultáneo de oferta y de demanda que finalmente resultó en un menor crecimiento de los precios al consumidor el año pasado. Por ejemplo, en abril del 2020 la inflación anual se ubicó en 2.15%, la más baja desde noviembre del 2015.

Por el lado de la oferta, el cierre de actividades dañó las cadenas de suministro propiciando la escasez de insumos intermedios y bienes finales, como por ejemplo los microprocesadores utilizados en la industria automotriz, entre otras afectaciones. El choque de oferta negativo implicaba en principio una presión al alza en los precios 

En el caso de la demanda, el rápido (casi inmediato) deterioro del ingreso familiar ante el cierre o suspensión temporal de una enorme cantidad de puestos de trabajo y, evidentemente, el confinamiento por sí mismo fueron presiones a la baja de los precios finales, que más que compensaron las de la oferta; de ahí que la base para las comparaciones anuales en este momento, es decir, respecto a los mismos periodos del año pasado, exageran la inflación medida, detalló el organismo.

Así, el incremento del precio de un bien o servicio determinado que puede causar la elevación del índice de precios -que agrega a los de muchos bienes y servicios- no implica necesariamente inflación, sino que puede ser un cambio en precios relativos con efectos temporales y sin presión inflacionaria tal cual2/.

Asimismo, un aumento, sí generalizado de precios, pero no sostenido, tampoco implica una mayor inflación necesariamente. En el extremo un “salto” de una sola vez de los precios en un mes en particular, normalmente no se considera inflación, ya que su dinámica no reproduce en el tiempo. Sí reduciría el poder de compra, pero sería un choque transitorio. 

“Sin duda, la reapertura económica y el alza en los precios de los energéticos han contribuido de forma temporal a la inflación. Es previsible que conforme se normaliza la actividad económica, la movilidad y la reapertura de empresas y negocios podrán ir cediendo las presiones inflacionarias”, previó el CEESP.