El ingreso corriente trimestral promedio de los hogares se redujo 5.8% en términos reales respecto al 2018 y fue de 50,309 pesos (de 2020), lo que resultó principalmente de la débil actividad económica bajo la pandemia, posterior al bajo dinamismo de 2019, de acuerdo con la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) destacó que que la disminución se suma a la baja de 4.2% reportada para el bienio 2016-2018, lo que refleja el paulatino debilitamiento de la actividad económica de la última parte del sexenio anterior, que se agudizó en el segundo semestre del 2018. No obstante, la pandemia agudizó la situación.
“La pérdida inmediata de 12 millones de empleos y la mayor precarización del mercado laboral que resultaron del cierre de actividades en parte importante de la actividad económica y la caída de 8.5% de la economía en 2020 causaron un daño considerable al bienestar de las familias al impactar negativamente sus niveles de ingresos y gastos”, señaló en un comunicado.
En esa línea, refirió que los ingresos por trabajo, que son la principal fuente de recursos de los hogares al representar el 64% del ingreso corriente total, disminuyeron 10.7% respecto a 2018. Por su parte, los ingresos por transferencias - El rubro de transferencias incluye: jubilaciones, indemnizaciones, transferencias de otros hogares, de otros países y también incluyen los beneficios de los programas sociales- que representan el 17.6% aumentaron 8.3%, en tanto que el rubro de estimación del alquiler de vivienda, que aporta el 13.1% del ingreso corriente creció 8.0%.
El incremento de los ingresos por concepto de transferencias se atribuye principalmente al aumento de 50.4% en los beneficios provenientes de programas gubernamentales. En principio, esto parecería razonable y benéfico para los hogares que menos tienen, explicó. No obstante, señaló:
Primero, más que responder a programas emergentes para enfrentar los efectos de la pandemia, los programas sociales en los dos primeros años de esta administración han sido asistenciales y, si bien benefician a los hogares que los reciben, en su mayoría carecen de incentivos para romper el ciclo de perpetuación de la pobreza. Aun cuando el programa Jóvenes Construyendo el Futuro parecería contar con esos incentivos, no está claro que cumpla con ello ya que incluye una buena dosis de participación en la informalidad laboral. Cabe recordar que el camino para reducir la pobreza de manera permanente es la generación de empleo productivo, de ahí la importancia de insistir en la necesidad de un entorno propicio para la inversión productiva
Segundo, la distribución de los recursos de los programas sociales no necesariamente benefició a los más pobres. Más bien fue regresiva. Se registró un incremento importante en los ingresos de los deciles más altos por concepto de beneficios por programas gubernamentales. Esto se debe básicamente a que el gobierno generalizó diversos programas a toda la población, incluyendo a los hogares con mayores ingresos. Por ejemplo, en el 2020 el ingreso promedio trimestral de los hogares por concepto de beneficios provenientes de programas gubernamentales en los cinco deciles de mayores ingresos fue de 1,129 pesos, casi el doble de lo reportado en 2018. De esta manera, en el mismo grupo, mientras que el 19.7% de hogares se beneficiaba de estos recursos, en 2020 el porcentaje subió a 27.4%. Tan solo en el último decil de hogares -aquellos con ingresos más altos- los apoyos gubernamentales fueron 3.5 veces mayor a los obtenidos en 2018. En contraste, el decil uno -los hogares con menores ingresos- registró una caída de 14.1% en este tipo de ingresos, cuando desde la perspectiva de igualdad y alivio de la pobreza debería ser el más beneficiado
Ello, detalló, indica que, si bien los programas “sociales” han aumentado significativamente en esta administración, su distribución ha estado fuertemente sesgada hacia los grupos de ingreso más alto de la población, lo que contrasta claramente con el discurso oficial.