Las cifras muestran que la aparente recuperación del crecimiento económico que se observó en el primer semestre de 2021 (en tasas anuales e incluso en mensuales consecutivas) sencillamente se desvaneció en la segunda mitad del año, declaró el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, CEESP.
"Una vez terminado el efecto rebote, no hay razón para esperar que la economía crezca más que en los años anteriores a 2019, cuando creció a sólo 2.4% anual. Hoy la economía está mermada, herida, debido a: las políticas adoptadas por este gobierno, los efectos de la pandemia y las afectaciones relacionadas con las interrupciones de las cadenas de suministro. Salvo por el impulso de la economía estadounidense, los motores internos del crecimiento se han debilitado fuertemente", lamentó.
Detalló que en noviembre el indicador global de la actividad económica (IGAE) creció a una tasa mensual de 0.6%. No obstante, la estimación para diciembre anticipa que la actividad económica se mantendrá sin cambio.
En ese sentido, explicó, de cumplirse estas estimaciones, con base en el IGAE, durante el IV trimestre del año la economía habrá caído 0.5% respecto al trimestre previo, con lo que serían dos trimestres consecutivos a la baja después del rebote tras los efectos de la pandemia.
Por su parte, la precariedad laboral continúa y seguramente seguirá incidiendo negativamente en el consumo. Los últimos datos indican que en diciembre la brecha laboral, que refleja la necesidad real de nuevos empleos y de ocupaciones de tiempo completo, sumó 15.2 millones de personas, cifra que es aún 2.6 millones de personas mayor a la cifra de marzo del 2020, mes previo al confinamiento sanitario.
Adicionalmente, el número de ocupados que percibía hasta dos salarios mínimos aumentó en 1.9 millones respecto al periodo previo a la pandemia, mientras que quienes perciben más de eso, disminuyeron en 1.1 millones de personas.
En ese orden de ideas, de acuerdo con las cifras más recientes del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), la Línea de Pobreza por Ingresos (canasta alimentaria y no alimentaria) urbana pasó de 3,619.27 mensuales en diciembre de 2020 a 3,916.83 en diciembre de 2021, por persona, lo que significa un incremento de 8.2%. Por su parte, la Línea de Pobreza por Ingresos (canasta alimentaria y no alimentaria) rural pasó de 2,555.74 a 2,784.70 en el mismo periodo, lo que representó un alza de 9.0%.
Hacia adelante, las expectativas de crecimiento para 2022 naturalmente se han ajustado a la baja y según el CEESP cada vez es más difícil sostener un pronóstico de crecimiento superior a 2%.
"Para ello, es imprescindible revertir la caída de la inversión productiva, pública y privada, a fin de que el capital de la economía pueda crecer y con ello, la productividad de los trabajadores. Asimismo, es necesario elevar la formalidad laboral ya que está probado que la informalidad ha sido y es un obstáculo importante para el aumento de la productividad en las economías", puntualizó.
¿Esto pasa en todo el mundo?
"Cabe hacerse la pregunta si este fenómeno de rebote y luego menor dinamismo de la economía es lo “normal” en el mundo. La respuesta puede ser positiva, pero si nuestra intuición de que México habrá crecido alrededor de 5% en 2021 y lo hará en 2% en este año es correcta, no se compararía bien con el resto del mundo", aseveró.
Al respecto indicó que si bien es cierto que la pandemia ha tenido un impacto severo sobre la actividad económica, es evidente el ambiente de incertidumbre generado en lo que va de este gobierno. Factores como:
- la ausencia de estado de derecho
- el constante ataque a los organismos independientes e instituciones educativas
- la polarización social
- la militarización de la seguridad pública y de funciones diversas del gobierno federal
- la intención de retomar el monopolio del sector energético (petróleo y electricidad)
- el desmantelamiento del sector salud y educativo
"Han impedido la reactivación de la inversión y que el impulso del rebote posterior a los confinamientos se convierta en una recuperación franca de la economía que permita anticipar un regreso a la tendencia que mantenía hasta el 2018 -que, por cierto, dista de ser la deseable-", señaló.
A su vez, advirtió que es muy probable que la inseguridad sea un obstáculo importante para la inversión, pero además lastima a la sociedad y refleja problemas de ingobernabilidad.
En los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) que dio a conocer el INEGI recientemente, se aprecia que, después de la baja significativa en los niveles de percepción de inseguridad relacionada con la menor movilidad de las personas de 2020 y 2021, en diciembre de ese año el 65.8% de la población de 18 años y más señaló sentirse inseguro de vivir en su ciudad. Un ligero aumento respecto a septiembre (64.5%) pero que es probable que sea un cambio de tendencia hacia una situación peor.