Las organizaciones de la sociedad civil, OSC en adelante, atraviesan por un momento histórico difícil en México, tal parece que no solamente son incomprendidas sino incluso rechazadas desde el Gobierno Federal. Ignoradas la mayoría en su trabajo y sin opción de recibir por concurso o licitación apoyos económicos con recursos públicos. A otras se les ha estigmatizado como contrarias a una ideología que puedo calificar de centralista y desde ahí, se les ha señalado con un estilo de política pública donde pretenden que el gobierno se ocupe de todo: medio ambiente, democracia, género, salud, economía, justicia. Sin cuestionamientos, pero esto no es posible ni deseable, porque cada vez que un grupo de personas decide comprometerse con una causa y encausarla hacia resultados que impacten otras vidas o ámbitos, todos “ganamos”. Aplicando y parafraseando el conocido efecto mariposa donde lo que ocurre en lo pequeño puede provocar un cambio significativo en la totalidad.
Esta sociedad civil organizada se ha denominado como Tercer Sector desde los años noventa, por distintos autores. En un orden donde primero es el Estado y segundo la Economía o empresas privadas. Una característica distintiva de este Tercer Sector es que sus actividades son No Lucrativas, esto es que no buscan a través de su trabajo y operación administrativa tener utilidades, aunque claro que todas las organizaciones tienen costos, gastos y deben lograr un punto de equilibrio administrativo para subsistir con el paso del tiempo. En las siguientes décadas las OSC han aumentado en número, algunas se han profesionalizado y otras destacan por el trabajo local que realizan solamente con su buen nombre y sin constituirse, lo cierto es que en el transcurrir de estos años el sector fue ganando cada vez más atención del Estado mexicano y ello se reflejó con la entonces creación en 1992 del Insol, organismo antecedente del ahora extinto Instituto Nacional para el Desarrollo Social, mejor conocido como Indesol. Ah, también ha merecido la constante atención, reglas, sanciones y obligaciones por parte del SAT. Y esto último ha sido muy positivo.
En esta sociedad civil ya organizada hay organizaciones no gubernamentales, no lucrativas, las instituciones de beneficencia y asociaciones de la ciudadanía. Pero también se consideran parte a los sindicatos, colegios profesionales, asociaciones vecinales y federaciones como las deportivas. Voy a enfocarme en el primer bloque, donde he podido conocer a personas comprometidas, generosas, preocupadas por lograr más bienestar y equilibrio ante las grandes y dolorosas desigualdades que coexisten en un mismo territorio: nuestro México.
También voy a concentrarme en las organizaciones que hacen un trabajo honesto, comprometido y valiente, no en las pocas que han sido señaladas por malos manejos de dinero, evasión fiscal o por constituirse para fines muy distantes de los que enarbolan, como el peculado.
Veamos un poco de datos duros, ¿cuánto dinero representan las OSC en la economía? Según datos del INEGI sobre las Instituciones Sin Fines de Lucro, ISFL, actualizados al 1° de diciembre de 2021, y registrados hasta el año 2020 su PIB fue de 647,654 millones de pesos, esto es 3% del PIB nacional.
Con 1,787,000 personas como trabajadores voluntarios, cuyo valor económico estimado por el INEGI es de 126,203 millones de pesos. Como referencia adicional, el personal remunerado de estas ISFL se calculó en 1,485,000 personas.
En un ejercicio rápido sobre cuáles organizaciones puedo mencionar con agradecimiento a su labor están la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, APAC, o la Casa de la Amistad para Niños con Cáncer, ambas Instituciones de Asistencia Privada, IAP, que como nos refiere el Colegio de Notarios de la Ciudad de México, para constituirlas “se requiere una autorización por parte de la Junta de Asistencia Privada de la Ciudad de México”, una institución vigente desde 1899.
En esta llovizna de ejemplos no puedo omitir el trabajo del Fondo SEMILLAS Mujeres Sembrando Igualdad, mejor conocido como Semillas, nombre que tuvieron originalmente. Una organización que he visto crecer organizacionalmente, redefinirse, reestructurarse, fortalecerse y lograr en 30 años un impacto que engarza a quienes reciben apoyo económico con los donantes, de modo que la experiencia y emoción que provoca un proyecto beneficiado es compartida entre todos. Todas las beneficiarias son mujeres, los donantes incluyen hombres. Aquí me gana la emoción que como donante me causa ver los proyectos que son elegidos cada año y la constante retroalimentación y comunicación que tienen con todo su círculo de quehacer.
Pero regresemos la vista a esas nubes negras de tormenta, desde dónde esta administración sexenal lanzó un gran misil a este sector de la ciudadanía el último día del año 2021 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto que reformaba el reglamento interior de la Secretaría del Bienestar y abrogó el Acuerdo que regulaba la organización y funcionamiento del órgano administrativo desconcentrado denominado Instituto Nacional de Desarrollo Social, Indesol.
Entonces todo su acervo material y presupuesto, que para ese año era casi nada, pasó a la Dirección General para el Bienestar y la Cohesión Social de la citada secretaría. Imagínense las cajas de expedientes cerradas, los trámites rezagados, la austeridad. Cuando el Indesol en sexenios anteriores fue un referente de coordinación, lineamientos, capacitación y recursos económicos a los que podían acceder las organizaciones que cumplían con la normativa. También les expedía una Constancia de Acreditación de Actividades, requisito indispensable ante el SAT para acreditar que por sus actividades de asistencia o desarrollo social puedan ser donatarias autorizadas para recibir donativos deducibles de impuestos.
Actualmente esta importante constancia puede tramitarse también en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, mejor conocido como DIF. Una alternativa que recomienda a las organizaciones el mismo Centro Mexicano para la Filantropía, CEMEFI.
Ahora, ¿alguien sabe con certeza cuántas OSC hay en México? Hay varias instituciones que tratan de cuantificar este dato, que como ya mencioné, se complica porque hay muchas que trabajan al margen de la institucionalidad, como las mujeres atrevidas que he conocido organizadas en su barrio o colonia para apoyarse entre ellas ante la violencia o el desempleo. O los refugios, no constituidos, de rescatistas independientes para ayudar a gatos y perros en situación de calle, como Gatos en Adopción que organiza y coordina una brillante académica de la UNAM, que alimenta 70 gatos ferales, más tlacuaches y cacomixtles en la reserva de Cuicuilco y otra colonia del sur de la CDMX.
Aquí coincido con el CEMEFI en tomar como referencia el Anexo 14 de la Resolución Miscelánea Fiscal para 2022 y el Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad Civil del 7 de enero de 2022, de donde se derivan un total de 46,730 organizaciones registradas en México. De las cuales 36,882 (79%) solamente tienen el registro CLUNI (que otorgaba el Indesol), 6,300 (13.4%) organizaciones con CLUNI y como donatarias autorizadas y 3,548 (7.6%) OSC solamente como donatarias autorizadas.
Otra fuente importante para saber cuántas OSC hay, es el estudio que hicieron Carlos Chávez Becker y Pablo González Ulloa, “Las Organizaciones de la Sociedad Civil en México.Hacia una reforma de la LFFAROSC”, publicado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República en junio de 2018. Donde reconocen que a pesar de que no hay registro capaz de cuantificar el universo completo de OSC, hay tres fuentes de información: Indesol (existía cuando elaboraron el estudio), la SHCP y el INEGI. Cada institución con sus respectivos parámetros de medida y la coincidencia de que la inscripción por parte de las OSC es voluntaria.
Así concluyo que por más cielos nublados en el horizonte de las OSC, estas seguirán nadando para evitar el naufragio de quienes han dado origen a sus causas. Y eso es digno de aplausos.